¡Saludos lectores!
Lamento el haber estado tantos meses sin escribir, pero tenía el tiempo muy
ocupado con actividades académicas, y además tampoco tenía temas de los que
hablar. Hoy, se me ha ocurrido escribir esta entrada sobre una cuestión en
particular que me preocupa mucho, el conflicto de Ucrania. Aunque antes de
nada, he de remarcar lo que voy a hacer es simplemente una valoración personal
y subjetiva de la situación.
En definitiva, esta
situación está causada por un conflicto de intereses. Tenemos dos
superpotencias geográficamente limítrofes, la Unión Europea y Rusia, y en
medio, un país, Ucrania, dividido entre proeuropeos y prorrusos. El conflicto
era cuestión de tiempo que estallara.
Rusia, a finales de
los años 80, tuvo que asistir inevitablemente a la súbita disgregación de su
gran estado socialista, la URSS. Tanto los miembros de la URSS como los países
satélites de la misma se liberaron del control de Moscú, y pudieron comenzar
una andadura por su cuenta. Esto no trajo demasiadas consecuencias positivas.
Aunque para Alemania supuso la reunificación, para otros países supuso la
guerra, como en Yugoslavia, y otros conflictos menores por las fronteras de los
nuevos países creados. Durante los años 90 Rusia estaba muy debilitada, pero ya
en los años 2000 su recuperación era evidente, y ciertas ansias por recuperar
el antiguo esplendor de la URSS.
Tengo claro que a
Putin le hubiera gustado poder integrar a Ucrania en la Unión Euroasiática,
pero a tenor de los últimos acontecimientos no podrá ser posible, al menos en
su totalidad. Me refiero al reciente Euromaidán y el derrocamiento del
presidente prorruso Víctor Yanukovich. Cuando empezaron las propuestas,
sinceramente no le di importancia, pues se asemejaban mucho al 15-M de España,
así que pensé que no tendría ningún efecto y se acabaría diluyendo. Sin embargo,
no ocurrió así, la violencia asolaba las calles. Yo en un principio apoyaba al
presidente Yanukovich, porque era el presidente electo democráticamente, y si
no quería firmar acuerdos con la UE estaba en su derecho.
Después, el
presidente fue depuesto por la oposición, y sustituido por un gobierno interino
en Kiev. Hasta aquí, parecía que todo ya había acabado, pero nada más lejos de
la realidad. Me estoy refiriendo a la “invasión” de Crimea por parte de Rusia,
un hecho del todo condenable y que no tiene ninguna justificación. Imagínense que
aquí ocurriese algo similar, sería impensable. Fue en este preciso momento
cuando dejé de apoyar a Yanukovich, y me puse de parte de Ucrania, porque
estaban siendo víctimas de una invasión injusta. Pero lo más deleznable de todo
está en el referéndum que se celebró. ¿Acaso alguien cree que una invasión
militar es el contexto democrático adecuado para la celebración de un
referéndum de tal calado? Evidentemente no, el valor democrático de ese
referéndum es 0.
Aun así, la comunidad
internacional, salvo poner sanciones a Rusia, no hizo nada relevante, y se le
permitió anexionarse Crimea. Y posteriormente sucedió la rebelión del este de
Ucrania. Guerrilleros prorrusos tomaron los principales edificios
gubernamentales de las regiones de Donetsk y Lugansk, proclamando sendas
repúblicas populares. Ante esto, la reacción de Kiev fue realizar una operación
antiterrorista para recuperar el control
sobre el este de Ucrania. Actos que produjeron auténticas matanzas como en
Odessa, Mariupol y Sloviansk.
Por suerte, Rusia no
ha intervenido en dichos actos militares, y espero que así siga siendo. Ucrania
está prácticamente en guerra civil. Por estar entre dos potencias. ¿Es esto el
comienzo de otra guerra fría? ¿Se ha dibujado de nuevo un telón de acero que
separa el bloque occidental del oriental? ¿Habrá un nuevo muro de Berlín? ¿El
muro de Kiev, tal vez? El tiempo lo dirá...