Los
belóvacos también se preparaban para la guerra. Arrastraron a muchos vecinos
suyos, como los atrebates, a reunir un gran ejército en un solo punto. Estaban
liderados por el belóvaco Córreo. César cogió cuatro legiones y se dirigió
allí. Establece el campamento cerca del enemigo, pero no puede atacarlos debido
a que había una ciénaga que le impedía cruzar. Durante los siguientes días,
sólo se sucedían pequeños combates. Al final, César decidió llamar a refuerzos,
y cuando los belóvacos se enteraron de que estos llegaban, levantaron el
campamento y huyeron precipitadamente. Se establecieron en otro lugar, muy bien
protegido, desde donde lanzaban emboscadas a las legiones. César supo gracias a
un galo capturado, dónde se haría la próxima emboscada. Así que llevó allí un
pequeño contingente y dejó que fueran atacados. Después salió él con todas las
fuerzas y les sorprendió. Se luchó largo tiempo, hasta que los romanos se
fueron imponiendo. Los enemigos emprendieron la huida, pero muchos cayeron ante
la persecución de la caballería. Entre los muertos estaba el propio Córreo. Tras
estos acontecimientos, los belóvacos no tenían intención de continuar la guerra
y se rindieron.
Una
vez cumplido esto, César repartió las legiones entre sus generales por toda la
Galia para asegurarse la lealtad de todos sus pueblos. En concreto, el general
Rébilo es mandado a la plaza de Lemono, en territorio de los pictones, que
estaba siendo asediada por los Dumnaco, líder de los andes. Nada más llegar,
Rébilo establece su campamento cerca de Lemono, y es atacado allí por Dumnaco,
aunque no logra su objetivo, y se ve obligado a retomar el asedio de Lemono. Entonces,
Fabio llegó desde el norte en ayuda de Rébilo, por lo que Dumnaco se vio
obligado a abandonar el sitio y escapar. Aunque no fue muy lejos, ya que Fabio
le atacó, y la gran mayoría del ejército de andes es exterminada. Dumnaco a
duras penas consigue huir.
También,
llega a oídos de Rébilo, que el senón Drapes, y el carduco Lucterio (éste
último había sido uno de los líderes de los refuerzos galos a Alesia el año
pasado) habían reclutado un ejército y se disponían a saquear la Provincia. Ante
esta situación, Rébilo se dirige directamente hacia ellos. Drapes y Lucterio
abandonan su propósito y se refugian en la plaza de Uxeloduno, en territorio
carduco.
Cuando
Rébilo llegó a Uxeloduno, decidió ponerla en asedio. Mandó construir una
fortificación alrededor de la ciudad, similar a la de Alesia. Drapes y
Lucterio, al ver esto, decidieron dejar en la ciudad una parte de sus tropas, y
con el resto salir en busca de grano para resistir un asedio. Tras estar días
recolectando, regresaron y establecieron un campamento cerca de la ciudad. Enviarían
el grano que tenían a la ciudad poco a poco. Lucterio comandaba el primer grupo
que se dirigía a la ciudad a llevar el grano, cuando fueron atacados de
improviso. Lucterio logró escapar, pero en vez de volver al campamento, huyó de
aquel sitio. Ahora Drapes estaba solo y sin apenas posibilidad de enviar grano
a la ciudad. Rébilo aprovechó la ocasión para atacar el campamento de Drapes,
con bastante éxito, el propio Drapes fue hecho prisionero.
Más
tarde, a Rébilo se le unen Fabio, y posteriormente el propio César, que quería
acabar con esta guerra de una vez por todas. La estrategia que usó César fue
cortar a los sitiados el acceso al agua, por lo cual en poco tiempo no tuvieron
otro remedio que rendirse.
Ahora
sí que se podía decir que estaba toda la Galia pacificada y sometida, ya se
había convertido en la nueva provincia de Roma. Habían sido ocho años, ocho
años de intensas luchas, fatigas, hambre, muerte, desesperación… Pero al fin,
César logró su objetivo, someter un territorio tan hostil, extenso e indómito
como la Galia, probablemente, la acción que más renombre le proporcionaría.
Y
hasta aquí todo lo que quería contarles sobre la guerra de las Galias, les dejo
aquí un enlace de Youtube de un vídeo donde he resumido estos ocho años de
campaña. También aprovecho para decirles que debido a mis obligaciones académicas,
no podré continuar con Los últimos cien años de la República por lo menos hasta
Junio. Así que hasta entonces, me despido de ustedes. Gracias por su atención.
¡Hasta pronto!