viernes, 5 de abril de 2013

Rebelión en la Galia

Pero en fin, volvamos al tema que nos ocupa, la guerra de las Galias. Llegamos pues al año 52 a.C., un año decisivo en esta guerra. Durante el invierno, César regresó a Italia, circunstancia que fue aprovechada por muchos pueblos galos para conspirar. Un levantamiento de la Galia era inminente.


Los carnutes toman la iniciativa, y atacan la ciudad de Cénabo, donde se habían instalado numerosos comerciantes romanos, y los masacran a todos. Entretanto, en las tierras de los arvernos, se alza un nuevo líder, Vercingétorix, que finalmente fue expulsado de la capital, Gergovia, por sus opositores. Pero él no se rindió, logró reunir un ejército en los campos, y regresó a Gergovia para convertirse en el rey de los arvernos. No sólo eso, también tomaría el liderazgo de la rebelión de la Galia. Logró atraer a sus causa a muchos pueblos, como los senones, parisios, lemovices, aulercos, andes, etc.

Al tener noticias de todo esto, César regreso a la Galia y se dispone a reunirse con su ejército. Primero se dirigió a la Provincia, ya que un contingente de arvernos iba rumbo a Narbona, la capital de la Provincia. Allí César toma el mando de las guarniciones, y al saber esto, los arvernos dieron la vuelta. Entonces César tomó una arriesgada decisión, cruzó con su ejército el monte Cévena en pleno invierno, para llegar lo antes posible a territorio arverno. Con muchas dificultades lograron su objetivo y devastaron las tierras enemigas.

Una vez hecho esto, César debe reunirse con el resto de sus legiones. Acude a territorio de los lingones, donde se encontraban dos legiones, y desde allí manda al resto que se reúnan en ese punto.

Mientras, Vercingétorix, con su nuevo liderazgo, entró en territorio de los boyos, fieles a Roma, y asedió su plaza principal, Gorgóbina. César no tiene más remedio que decirles que resistan lo que puedan, mientras él tenía que atender otros asuntos. Marchó hacia Velonoduno, plaza de los senones y la conquistó. Después se dirigió a territorio de los carnutes, donde se encontraba Cénabo, la ciudad donde se perpetró la masacre de los ciudadanos romanos. César no tuvo piedad, asedió la ciudad y masacró a los carnutes. Por último, acude a territorio de los bituriges y asedia la plaza de Novioduno. Vercingétroix ya no podía tolerar tal escalada de fracasos y acudió con su ejército. Nada más llegar, entabló combate ecuestre con los jinetes de César, pero no logró vencer, y Novioduno fue tomada.


Para terminar por conquistar a los bituriges, César se dispone a tomar su ciudad más preciada, Avarico. Vercingétroix decidió hacer un cambio de estrategia, y aplicó una política de tierra quemada; es decir, quemó los campos de los distintos pueblos por los que pasaba César, para evitar que su ejército pudiera aprovisionarse de comida. La maniobra dio sus frutos, y las legiones romanas comenzaron a pasar hambre. Aun así, César no desistió en su propósito de tomar Avarico, y mandó asediar la ciudad. Los romanos pasaron muchas penurias en aquel fatídico asedio, y el hambre hizo mella en ellos. Aunque finalmente, César dio la orden de ataque, y rápidamente tomaron las murallas de la cuidad, y después masacraron a la población. Como premio, pudieron llenar sus estómagos con las extensas reservas de grano que poseía la cuidad.

Había llegado el momento de dirigirse hacia la capital de los arvernos, hacia Gergovia. Para lo cual, César dejó cuatro legiones a cargo de Labieno en Agendico y con otras seis fue hacia territorio arverno. Vercingétorix le seguía muy de cerca.

Una vez en Gergovia, César toma posiciones. Pero malas noticias llegaron, el líder de los heudos, Convictolitave, también conspiraba contra los romanos, y decidió enviar un contingente de heduos a ayudar a los arvernos, a cargo de Litavico. Él contó a sus soldados que Eporédorix y Viridómaro, dos nobles heduos muy populares que se encontraban con la caballería aliada de César, habían sido asesinados a manos romanas, para enfurecerlos, y animarlos contra los romanos.

Ante esta situación, César toma cuatro legiones, dejando el resto a cargo de Fabio, y marcha hacia la posición de Litavico. Cuando llegó, les mostró que Eporédorix y Viridómaro seguían vivos y que Litavico les había engañado. Los soldados pidieron perdón a César, y éste así lo hizo. Litavico tuvo que huir a Gergovia. El campamento de Fabio estaba pasando ciertas dificultades por los ataques arvernos, por lo que César tuvo que regresar.


Una vez en Gergovia, César logra tomar unos campamentos que habían levantado los enemigos. Los soldados, enardecidos por tal rápida victoria, se lanzaron a perseguir a los enemigos hasta las puertas de Gergovia, donde se libró una encarnizada batalla. Los arvernos enviaron refuerzos, y los romanos, que combatían en terreno desfavorable, no tuvieron más remedio que desistir. La Legión X protegió la retirada del resto de las tropas. Tras este fracaso, la única batalla que César había perdido, las esperanzas se desvanecieron. 

César levantó el campamento y regresó a territorio de los heduos. Llegaron a la plaza hedua de Novioduno (no confundir con el Noviduno de los bituriges). César envió a Eporédorix por delante para informarse de cómo estaba la situación. Convictolitave había mandado realizar masacres entre los ciudadanos romanos que estaban en su territorio, y estaba en contacto con Vercingétorix. Litavico se encontraba en Bibracte, reuniendo un ejército. Por otra parte, los belóvacos, que eran bastante poderosos, también se habían unido a la rebelión. En definitiva, las cosas estaban muy difíciles para César.


Entretanto, Labieno se encaminaba a salir de Agendico con sus legiones contra los parisios. Éstos estaban comandados por el líder Camulógeno y se habían reunido en su plaza fuerte, Lutecia, ciudad situada sobre una isla del río Sécuana. Labieno intentó acceder a la ciudad, pero ante la imposibilidad, dado que habían cortado los puentes, abandonó, y marchó a Metiosedo, ciudad de los senones, que también se hallaba sobre una isla de aquel río. Logró apoderarse de algunas naves con las cuales pudo tomar la ciudad. Tras lo cual regresó a Lutecia. Allí, los parisios dieron la ciudad por perdida y decidieron quemarla y abandonarla. Labieno, ante la rebelión de la Galia, creyó oportuno regresar a Agendico, pero antes atacó al ejército parisio. La batalla fue ganada por los romanos, y Camulógeno murió, entre muchos otros de su pueblo.

Entonces, una asamblea general de la Galia fue convocada en Bibracte. Allí acudieron todos los pueblos galos que se habían rebelado. Sólo los remos, tréveros y lingones permanecieron fieles a Roma. En la asamblea, se nombró a Vercingétorix líder de la rebelión. Y la supremacía de los heduos en la Galia fue sustituida por la de los arvernos. También, los nobles Eporédorix y Viridómaro, antes fieles a César, se unen a Vercingétorix. Todos los pueblos de la Galia aportaron soldados para su ejército.

La primera acción de Vercingétorix fue enviar una parte de sus tropas hacia la Provincia. Allí, los alóbroges y las guarniciones romanas tomaron posiciones defensivas ante esta nueva amenaza.

Mientras, César pide a Germania un refuerzo de jinetes, y une sus fuerzas a las de Labieno. Tras esto, marcha hacia la Provincia, para auxiliarla. A ojos de sus enemigos, César estaba abandonando la Galia, así que su derrota parecía casi segura.  

En el camino, César fue atacado por Vercingétorix. Las legiones enseguida se pusieron en formación de combate. La caballería germana inclinó la balanza a favor de los romanos. Así Vercingétorix fue derrotado y huyó. Se refugió en Alesia, plaza de los mandubios, junto con el resto de sus tropas. César le siguió y decidió poner sitio a la ciudad.


Aquella ciudad estaba muy bien protegida. Levantada sobre una colina. Era una fortaleza formidable, pero César no se dio por vencido. En vista de que Vercingétorix había pedido refuerzos a todos los pueblos de la Galia, y éstos se hallaban ya en camino, decidió levantar una muralla alrededor de la ciudad, y además una segunda muralla alrededor de ésta para defenderse de los refuerzos. Todas estas fortificaciones, además estaban protegidas por fosas y numerosas trampas que los legionarios habían construido muy concienzudamente.

En definitiva, Vercingétorix se hallaba encerrado en Alesia, esperando a los refuerzos. Y Julio César estaba posicionado entre las dos empalizadas, esperando, llegado el momento, ser atacado por los dos flancos. Allí, en Alesia, se libraría la batalla final por la Galia. No se lo pierdan…


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