lunes, 8 de abril de 2013

La batalla de Alesia

Muchos pueblos galos acudieron a la llamada de Vercingétorix. Únicamente es destacable el caso de los belóvacos, que querían emprender la guerra contra César por su cuenta, aun así, enviaron una cifra significativa de 2.000 hombres. Todo aquel tropel de fuerzas galas, acudió a territorio heduo, donde se llevó a cabo el recuento de soldados, en total unos 250.000. Se pusieron inmediatamente en marcha hacia Alesia.


Mientras, en Alesia, las cosas no iban bien para los galos. Se les estaban agotando las reservas de grano, y los refuerzos no aparecían. Entonces se convocó una asamblea para decidir qué hacer. Se llegó a proponer recurrir al canibalismo, pero al final se impuso otra idea. Toda la población civil de Alesia fue expulsada de la ciudad, para asegurar que las últimas raciones de grano mantuvieran vivo al ejército por lo menos. Todos aquellos niños, mujeres y hombres incapaces de luchar acudieron inmediatamente a los romanos, a pedirles clemencia. Pero César mandó que no se les dejara pasar. De ese modo, quedaron atrapados entre los muros de Alesia y las fortificaciones romanas, y murieron de hambre y sed. Fue el sacrificio que se vio obligado a hacer Vercingétorix para intentar liberar la Galia.

El plan dio sus frutos, y lograron mantenerse con vida hasta que los estandartes de los refuerzos se veían ya en el horizonte. Los romanos se aprestaron para la lucha final. Se encontraban en notable inferioridad, ya que eran poco más de 50.000 soldados, mientras que los galos eran 250.000, más los 80.000 que estaban en Alesia, esta cifra probablemente estuviera exagerada, pero lo que estaba claro era que se enfrentaban a un ejército muy numeroso, y en posición muy desfavorable, atrapados entres dos fuegos.


La idea era simple, atacar a los romanos por los dos flancos, desde la ciudad y desde el exterior, y aplastarlos. Pero los galos chocaron contra las fortificaciones romanas, y tras luchar todo el día, no lograron resultados significativos y tuvieron que retirarse. Volvieron a intentarlo cobijados por la oscuridad de la noche, los romanos sufrieron grandes pérdidas, pero lograron mantener sus posiciones, los galos volvieron a retirarse.

Tuvieron que hacer un cambio de estrategia. Seleccionaron un punto de las fortificaciones romanas, situado en una colina, donde los romanos estaban en desventaja. Allí enviarían 60.000 hombres con ánimo de abrir una brecha, mientras el resto de las tropas atacaba por otro punto.


Los galos presionaban desde el interior y el exterior, y a los romanos empezaron a flaquearles las fuerzas. Aquella zona débil de la fortificación estaba cediendo ante el ataque galo, y César tuvo que enviar allí a Labieno con algunos refuerzos. Aun así, os enemigos seguían ganando terreno, y las legiones resistían a duras penas. Entonces César tomó la caballería y se dirigió a aquel lugar. En cuanto llegó, el rumbo de los acontecimientos cambió drásticamente. Los soldados se enardecieron con la aparición de su general y lucharon con más entusiasmo. En aquel momento, la fuerza y la determinación las que atacaron los galos, empezaron a desmoronarse, al igual que el ejército en sí. Los refuerzos emprendieron la huida, y fueron perseguidos por la caballería. Mientras, Vercingétorix mandó retirarse a Alesia.

Al día siguiente, las esperanzas de victoria para los galos estaban ya desvanecidas. Se convocó una asamblea en Alesia, y se convino rendirse definitivamente. Vercingétorix salió de la ciudad y se entregó a César. La guerra ya estaba prácticamente acabada, y sólo quedaban algunos pequeños focos por apagar. No obstante, el destino de la Galia ya estaba decidido. No se pierdan el desenclace…


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