El
Alto Imperio ya ha finalizado. Ahora nos adentramos en una época conocida como
el Bajo Imperio. También conocido como Dominado, ya que el emperador era ahora
el dominus, el señor de todo el
Imperio. La decadencia de Roma es ya muy evidente. Ya no es lo que era. Muy atrás
quedan los tiempos de la República, ¿se acuerdan? La amenaza germana sigue ahí,
cada vez más real. Godos, suevos, alamanes, vándalos, alanos, francos,
burgundios, anglos, sajones… y hunos serán protagonistas en esta última etapa
del Imperio.
En
el año 285, Diocleciano accede al poder imperial. Y también hará lo mismo con
Maximiniano, que será su coempereador, constituyéndose una diarquía. Pero poco
después designó también a Galerio y a Constancio, estableciéndose así la
Tetrarquía, cuatro emperadores gobernando aquel Imperio.
También
todo el territorio fue dividido equitativamente entre los cuatro. Hispania, Galia
y Britania para Constancio, África e Italia para Maximiniano, Iliria y las
tierras del Danubio para Galerio, y Oriente para Diocleciano. Este nuevo
régimen permitió consolidar el poder imperial frente a las amenazas externas, y
las rebeliones internas, se luchó exitosamente contra el Imperio Persa,
logrando el control de algunas zonas del Tigris. Parecía que la estabilidad
volvía al Imperio. Entre otras cosas, Diocleciano reorganizó las provincias.
De
las cincuenta que había, se pasaron a cien. Por ejemplo, Hispania, que estaba
formada por tres provincias, Tarraconense, Bética y Lusitania, pasó a tener
cinco, Tarraconense, Cartaginense, Gallaecia, Bética y Lusitania. El ejército
también sufrió reformas, pasando de 39 legiones a 60. En el 305 Diocleciano y Maximiniano abdican,
siendo sucedidos por Maximino II el primero, y Severo el segundo. Al año
siguiente muere Constancio, y las tropas proclamaron como emperador a su hijo
Constantino. Pero el régimen decayó, y las luchas internas entre los
emperadores se multiplicaron. Italia y África estaban en manos de Majencio,
hijo de Maximiniano, que usurpó el trono. Licinio, que estaba al mando de Iliria
y el Danubio, tras la muerte de Galerio en el 311, selló una alianza con
Constantino contra Majencio. Y éste estaba aliado con Maximino II, de modo que
nos encontramos a dos emperadores luchando contra los otros dos.
En
el 312 Constantino marchó hacia Roma contra Majencio. Antes de la batalla, la
leyenda cuenta que Constantino vio una luz resplandeciente en el cielo, y unas
letras aparecieron “XP” superpuestas, que en griego eran usadas para
identificar a Jesucristo. Entonces la voz de Dios le dijo “Con este signo
vencerás”, y mandó a todos sus soldados pintar la XP en todos sus escudos y
cascos. De ese modo, logró vencer a Majencio en la batalla del puente Milvio y
se alzó como único emperador de Occidente. Al año siguiente, Licinio derrotó a
Maximino, quedándose con todo Oriente.
En el 350 Constante fue asesinado, surgiendo así varios pretendientes en Occidente para ocupar su trono. Constancio marchó allí, y logró derrotar a esos pretendientes y restablecer la unidad imperial. Mientras, incursiones bárbaras se sucedían en la Galia. El emperador envió a Juliano, su sobrino, para controlar la situación. Juliano tuvo éxito y derrotó a las distintas tribus de alamanes y francos. Estas acciones le valieron gran popularidad. En el año 360 fue aclamado emperador por sus propios soldados, e iba a enfrentarse a Constancio. Pero antes de entablar batalla, éste cayó enfermo y murió, quedando Juliano como nuevo emperador.
Una
de las políticas más destacadas de Juliano fue de restablecer la antigua
religión romana, en detrimento del cristianismo que había sido muy fomentado y
apoyado por los anteriores emperadores Constantinianos. Esto le valió el
sobrenombre de “El Apóstata”. En el 363 organizó una gran campaña contra el
Imperio Persa, donde obtuvo notables éxitos iniciales. Sin embargo, cayó en una
emboscada y murió. Joviano, general de su ejército, le sucedió en el trono. Retiró
sus fuerzas de Persia y firmó una paz ignominiosa. Cuando regresó, comenzó una
política de vuelta al cristianismo. Prohibió los cultos a los dioses antiguos y
confiscó los templos no cristianos. Finalmente, murió en el 364.
Durante
ese tiempo, Constantino mostró una actitud muy favorable hacia la Iglesia. Ésta
dejó de ser objeto de persecuciones, y se le dio libertad de culto, amén de
otras subvenciones públicas. Por otra parte, él mismo se había convertido al cristianismo.
En
el año 324 estallaron las hostilidades entre ambos emperadores, lo que les llevó
a enfrentarse militarmente. Constantino salió victorioso, quedando como único
gobernante de todo el Imperio. Desde ese momento, comenzó la dinastía de los Constantinianos.
En el 330, refundó la ciudad de Bizancio, y la renombró como Constantinopla,
que sería la gran capital de la zona oriental, y gran bastión contra los
bárbaros.
Constantino
murió en el 337, dejando el trono a sus hijos Constantino II, y Constancio II y
Constante. Este último, deseoso de más poder, se enfrentó a su hermano
Constantino y le derrotó. De esta manera, el Imperio volvió a quedar dividido
en dos. Constante se quedó con Occidente, y Constancio con Oriente.
En el 350 Constante fue asesinado, surgiendo así varios pretendientes en Occidente para ocupar su trono. Constancio marchó allí, y logró derrotar a esos pretendientes y restablecer la unidad imperial. Mientras, incursiones bárbaras se sucedían en la Galia. El emperador envió a Juliano, su sobrino, para controlar la situación. Juliano tuvo éxito y derrotó a las distintas tribus de alamanes y francos. Estas acciones le valieron gran popularidad. En el año 360 fue aclamado emperador por sus propios soldados, e iba a enfrentarse a Constancio. Pero antes de entablar batalla, éste cayó enfermo y murió, quedando Juliano como nuevo emperador.
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