Gallia est omnis divisa in partes
tres… Así es como empiezan los “Comentarios a la guerra
de las Galias” un libro escrito por Julio César donde narra con todo lujo de
detalles las exitosas campañas que llevó a cabo este procónsul, para convertir
en nada más que ocho años, a la Galia en la nueva provincia romana. Antes de
empezar a contarles cómo se desarrolló la guerra, procederé a hacer una
descripción previa de la Galia y sus muy distintos pueblos.
A
pesar de que César divide la Galia en tres partes, yo antes la dividiría en dos
principales zonas geográficas. Una de ellas es la Galia Cisalpina, que ya ha
sido mencionada en anteriores entradas. Como su propio nombre indica, se
encuentra “más acá de los Alpes”, tomando como punto de referencia Roma; es decir,
que estaba al sur de los Alpes, correspondía aproximadamente al valle del Po.
Esta tierra ya había sido conquistada con bastante anterioridad por los
romanos, y sus habitantes adquirieron protagonismo cuando se unieron al
ejército de Aníbal. Pero ahora, la Galia Cisalpina no era más que una provincia
pacificada, que ya no daba problemas.
Por
otro lado, tenemos a la Galia Transalpina, que es la Galia que está “más allá
de los Alpes”, lo que aproximadamente corresponde a las actuales Francia, Suiza
y Bélgica. Se trata de una inmensa extensión, habitada por pueblos muy
heterogéneos y para nada unidos. Constantemente se hacían la guerra mutuamente.
El término galo, es la traducción al
latín de la palabra celta. Luego
muchos de estos pueblos, aunque no todos, eran de origen celta.
La
Galia Transalpina se dividía a su vez en cuatro zonas geográfico-étnicas. Una
de ellas era la Galia Narbonense, que ya había sido conquistada por Roma.
Comprendía una franja de terreno galo desde los Pirineos, hasta los Alpes. Se
trataba de una provincia muy importante, ya que unía por tierra Roma e
Hispania. No obstante, los romanos más coloquialmente no la conocían como Galia
Narbonense, sino simplemente “La Provincia”. Sus habitantes aún no estaban muy
romanizados, por lo que llegarían a tomar un papel contra los romanos en la
inminente guerra. Los más importantes de ellos eran los alóbroges y los volcos,
pueblos de origen celta y muy belicosos.
Otra
zona era Aquitania, que comprendía un pequeña franja de terreno entre los
Pirineos y el río Garona, aproximadamente corresponde a la actual provincia
francesa de Aquitania. Se trata de una tierra independiente, a diferencia de la
Provincia o de la Cisalpina. Sus pueblos no son de origen celta y hablan un idioma
distinto, que se cree que pueda ser el euskera arcaico. Y tienen más similitud
con sus vecinos iberos que con los galos. De entre ellos, encontramos pueblos
como los sociates, tarbelos, garunos, ptianios, elusates, gates, etc.
Por
otra parte, tenemos la Galia Céltica, que es la Galia propiamente dicha. Como su
propio nombre indica, sus pueblos son de origen celta, y ocupan la mayor parte
de la Galia. Al sur limitan con Aquitania, en el río Garona, y también con la Provincia.
Al norte limitan con Bélgica, en los ríos Mátrona (Marne) y Sécuana (Sena). Y por
último, limitan al este con Germania, en el Rin. Encontramos diversos pueblos
en esta extensa zona. Los más importantes se hallan en el interior, como los
heduos, que son los más poderosos y además aliados de Roma, o los senones, boyos,
mandubios, parisios, lexovios, lemovices, arvernos, bituriges, aulercos, secuanos,
carnutes, leucos, tréveros, helvecios, etc. En concreto, los boyos y los
senones habían cruzado los Alpes en el pasado y se asentaron en Italia. Los senones
en una ocasión incluso lograron entrar en Roma, aunque se marcharon tras pagar
un rescate. Ambos pueblos, fueron posteriormente empujados al norte, a la Galia
Cisalpina, y después con la conquista de éste, cruzaron los Alpes y se
asentaron allí.
También
debemos mencionar los pueblos más costeros, que se situaban en la zona de la
actual Bretaña, conocida entonces como Aremórica. Eran de origen celta, y usaban
las numerosas penínsulas que había a lo largo de la costa como fortalezas. Entre
ellos, los más fuertes eran los vénetos, que poseían una importante flota en el
Atlántico. También encontramos a los venelos, osismos, pictones, sántonos,
venelos, andes, redones y coriosolites.
Por
último, tenemos a Bélgica, donde habitaban los belgas, que no eran celtas, sino
germanos que habían cruzado antaño el Rin para asentarse en la Galia. Sus límites
abarcan desde el río Rin hasta el Sena y Marne. Se trata de un pueblo muy
belicoso, debido a su origen germano, y es por ello que presentarían una férrea
resistencia a la invasión romana. De entre ellos, los más relevantes son los
remos, suesiones, nervios, eburones, atrebates, ambianos, atuáticos, y belóvacos. También, situados más a la
costa, tenemos a los mórinos y menapios.
Éste
es el panorama al que se enfrentará Julio César a la hora de acometer tamaña
hazaña, conquistar y pacificar toda la Galia. Ése era el cometido principal por
el que César será recordado por los siglos de los siglos. Bien, empecemos pues…
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