Año
57 a.C., tras un invierno pacífico, César recibe malas noticias. Al parecer,
los belgas se estaban confabulando contra los romanos, y planeaban un
levantamiento. César, preocupado, pide a los senones, que hacían frontera con
los belgas, que vigilaran bien a sus vecinos. Éstos le informan a César de que
un enorme ejército de belgas estaba siendo reunido. César no pierde más tiempo,
recluta dos nuevas legiones, la XIII y la XIV, que junto con las que tenía
anteriormente (la VII, VIII, IX, X, XI y XII), sumaba ocho legiones.
Puso
inmediatamente rumbo al norte. El primer territorio belga que alcanzó fue el de
los remos. Éstos se mostraron muy colaboradores y sumisos con César. Le suministraron
importante información acerca del número y composición del ejército que estaba
siendo reunido. Eran aproximadamente 290.000 hombres, principalmente belóvacos,
nervios, ambianos, suesiones, atrebates, atuátucos, viromanduos, mórinos,
menapios y otros tantos pueblos. Cada cual aportó la cantidad de soldados que
pudo.
Todo
este contingente de belgas, se puso en marcha hacia César. Primero llegaron a
Bibracte, plaza fuerte de los remos, y la sometieron a asedio. Los remos
pidieron entonces ayuda a César, y éste envió algunos arqueros y honderos. Gracias
a esta ayuda, los belgas fueron incapaces de tomar la plaza, y se dirigieron
contra César. Él, mando fortificar un campamento en una posición muy ventajosa,
para hacer frente a los belgas. Aquella posición estaba muy bien defendida por
ríos y zonas pantanosas. Cuando los belgas llegaron, sólo se pudieron librar
pequeñas escaramuzas, y eran incapaces de
cruzar el río. No les quedó otro remedio que regresar para defender sus
territorios.
Al
día siguiente, César manda perseguir la retaguardia belga, en plena retirada, y
logra matar a muchos de ellos. Posteriormente, se dirige a territorios de los suesiones,
y pone sitio a la ciudad de Novioduno. Tras un breve asedio, los suesiones se
rinden y piden clemencia. César se apiada, y se dirige a territorio de los
belóvacos, y posteriormente al de los ambianos, y ambos pueblos se rinden y se
someten a César.
Tras
estos éxitos, César marcha con sus legiones al territorio de los nervios, que
eran de los belgas más belicosos que había. Éstos sí que presentarían batalla a
César. El lugar escogido sería a orillas del río Sambre. Los nervios habían
logrado que les ayudasen los atrebates y los viromanduos. Además, los atuátucos
estaban en camino.
César
mandó construir un campamento en una colina que estaba junto al río. Fue en ese
momento cuando los nervios decidieron atacar y pillar desprevenidos a los
romanos. Éstos en seguida se percataron de la situación y formaron posiciones. Las
legiones IX y X, apostadas en el flanco izquierdo se enfrentaron a los
atrebates, y en seguida lograron rechazarlos.
Les persiguieron colina abajo y cruzaron el río, matando a muchos de ellos. Pero
mientras, el flanco derecho no tuvo tan buena suerte. Las legiones VII y XII
recibieron la embestida del grueso del contingente nervio, y pasaban muchas
dificultades. Muchos romanos morían, aunque entonces, la legión X, regresó al
lugar de la batalla e inclinó la balanza a favor de los romanos. La bajas
belgas eran numerosas y el pueblo nervio fue sometido.
Los
atuátucos, al tener noticias de esto, dan media vuelta y regresan a sus
hogares. César va tras ellos y les persigue hasta una plaza fuerte donde se
refugian. Los romanos comienza a asediar la plaza, y ante la inminente derrota,
los atuátucos se rinden y abren sus puertas. César se dispone a regresar,
cuando los atuátucos cambian de idea y se vuelven hostiles de nuevo. Salen en
tromba de la ciudad y atacan a los romanos, sin éxito alguno, muchos atuátucos
perecieron ese día y su pueblo fue claramente mermado.
Paralelamente
a estos acontecimientos, César había enviado a Publio Craso, hijo de Marco
Craso, el famoso aliado de César y hombre más rico de Roma, hacia la zona de
Aremórica, donde obtuvo la lealtad de los distintos pueblos como los vénetos,
venelos, osismos, coriosolites y redones.
Así,
la Galia quedaba pacificada de nuevo, y las legiones romanas se marcharon a sus
cuarteles de invierno.
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