martes, 18 de diciembre de 2012

Recuérdame

He decidido hacer un pequeño alto en el camino en este tema de la guerra de las Galias, para hablarles un poco de Filosofía, ya que la tengo bastante apartada.

Vivir eternamente, ése es el sueño de muchos hombres. Una meta a todas luces inalcanzable, aunque se puede conseguir una forma de inmortalidad. ¿Cómo? Los griegos ya se preguntaban esto hace más de 3.000 años. Se trata de vivir en el recuerdo de las personas. De esa manera, aunque una persona muera, si durante su vida ha realizado hechos de gran trascendencia histórica, su legado podrá perdurar a través de los siglos, y así, se puede decir que una parte de él sigue viva aún.

Como algunos de ustedes ya estarán imaginando (si no, ya se lo digo yo) me estoy refiriendo a la Ilíada de Homero, escrita en el siglo VIII a.C., pero que procedía de una tradición oral muy anterior a esta fecha. Se trata de un poema épico que describe un conflicto entre Troya y los griegos, a raíz de la hermosa Helena, cuyo rapto por el príncipe Paris de Troya, provocó una épica guerra que duraría diez años. Multitud de naves cruzaron el Egeo para desembarcar sobre la inexpugnable ciudad de Troya, situada en la costa de la península de Asia Menor. La ciudad tenía gran importancia estratégica, ya que controlaba un estrecho que daba paso a la ciudad de Bizancio y el Ponto Euxino (Mar Negro).

Uno de los soldados griegos que iba en aquella gran flota era Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del rey Peleo, según la leyenda. Antes de partir hacia Troya, Aquiles debió hacer frente a un interrogante, que es el que nos estamos planteando aquí. Si se quedaba en Grecia, tendría una vida plena, feliz y larga, y después de morir, sus hijos le recordarían, pero cuando sus hijos y los hijos de sus hijos murieran, ya nadie le recordaría, y su nombre desaparecería, será como si nunca hubiera existido. No obstante, si acude a la guerra de Troya, obtendría la gloria, pues realizaría grandes hazañas en combate, y la gente cantaría poemas épicos de sus batallas, mucho después de que él muriera, aunque tendría una vida muy corta.

La decisión de Aquiles fue clara y contundente, quería vivir por toda la eternidad, que su nombre nunca se perdiera, y que la gente supiera quién era, y lo que hizo. Consideró que el hecho de vivir más tiempo, no era suficiente recompensa. Y la verdad es que lo logró, han pasado más de 3.000 años desde aquel día, y todavía nos preguntamos acerca de Aquiles, Paris, Héctor, Helena, Príamo, Menelao, Agamenón, Ulises, etc. Esta gente ha pasado a la eternidad, gracias a sus acciones. Imagínense ustedes dentro de 3.000 años, ¿cuáles de los personajes actuales seguirán siendo recordados? ¿Será usted uno de ellos? Imposible saber, pero merece la pena intentar algo en esta vida para conseguir ese objetivo.

Es interesante mencionar la más reciente adaptación cinematográfica de la Ilíada, Troya (2004). Esta película en concreto, se centra bastante en el tema que nos ocupa hoy, en la inmortalidad a través del recuerdo. Encontramos a la madre de Aquiles, prediciendo la suerte que iba a tener si acudía a la guerra o si no lo hacía.

Aparte de esto, hay algunos diálogos que guardan especial interés, por ejemplo, al principio de la película, el monólogo de Ulises: Los hombres viven obsesionados por la inmensidad de lo eterno, por eso nos preguntamos, ¿tendrán eco nuestros actos con el devenir de los siglos? ¿Recordarán nuestro nombre los que no nos conocieron cuando ya no estemos? ¿Se preguntarán quiénes éramos, la valentía que demostramos en la batalla, o lo apasionados que fuimos en el amor?

En otra escena, encontramos un niño que acude corriendo a donde Aquiles para decirle que Agamenón y su ejército le estaban esperando en el campo de batalla, pues debía luchar contra un tesalio, el niño le dice “El tesalio con el que vas a luchar es grande y fuerte jamás pelearía contra él. Y Aquiles respondió Por eso nadie recordará tu nombre cuando mueras

También es destacable un diálogo entre Aquiles y Héctor, tras el desembarco de los griegos en la costa de Troya:

Héctor – ¿Para qué has venido aquí?
Aquiles  Pasarán mil años y aún se hablará de esta guerra.
Héctor – Para entonces no quedará ni el polvo de nuestros huesos.
Aquiles – Es verdad, pero sí nuestros nombres.

Por otro lado, querría mencionar el monólogo de Ulises, al finalizar la película: “Si alguna vez cantaran mi historia, cuenten que caminé entre gigantes. Los hombres nacen y se marchitan como el trigo invernal, pero estos nombres nunca morirán. Cuenten que viví en los tiempos de Héctor, domador de caballos. Cuenten que viví en los tiempos de Aquiles.”

Todos estos diálogos, denotan el afán por Aquiles de encontrar su inmortalidad. Y ha sido tema de debate hasta hoy en día. Puede que les parezca inútil tener una vida corta, a cambio de ser inmortal de esa manera, pero piénsenlo bien. Vivir eternamente es una gran meta a la que todos deberíamos aspirar, pues la vida es efímera, ya sea 30 años u 80 años, sólo supone un suspiro comparado con la eternidad, es necesario verlo desde esta perspectiva. Hagan su contribución a la Historia, o a cualquier otra Ciencia. Vean más allá de sus vidas, sean inmortales.

Por último, les dejo con la canción de los títulos de crédito finales de la película Troya Remember me” (Recuérdame). Podrán ver que la letra de esta canción tiene mucho que ver con nuestro tema. “Remember, I will still be here, as long as you hold me, in your memory” (Recuerda, estaré aquí, siempre y cuando me mantengas en tu memoria). “Remember, when your dreams have ended, time can be transcended, I live forever, just remember me” (Recuerda, cuando tus sueños hayan terminado, el tiempo puede ser trascendido, viviré eternamente, sólo recuérdame). “I'm with you, whenever you tell my story. For I am all I've done” (Estaré contigo, siempre que cuentes mi historia. Porque soy todo lo que he hecho).



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