A
pesar de la muerte de Sila, todavía muchos de sus partidarios dominaban las
instituciones de la República de Roma. Los más importantes eran Pompeyo, el
gran genio militar y Craso, el hombre más rico de Roma. No obstante, los aires
de cambio llegaban Roma, y algunas de las leyes silanas fueron derogadas.
Quedaba aún el problema de Hispania. Metelo había fracasado en su intento de
derrotar a Sertorio. Pompeyo entonces se propuso como solución y pidió que se
le dieran legiones para ir a Hispania. El senado lo aceptó, y Pompeyo se puso en
marcha.
En
el año 77 a.C., Pompeyo surge de los Pirineos, marchando hacia el sur, con el
objetivo de unirse con Metelo. Sufrió un fracaso inicial, aunque finalmente fue
socorrido por Metelo. Conquistar Hispania era tarea difícil, porque Sertorio
usaba unas tácticas guerrilleras aprendidas de los celtíberos, aquello unido al
terreno montañoso hispano, hizo que la guerra tuviera que alargarse años.
Pompeyo
entabló amistad con los vascones del norte, un pueblo situado en la actual
Navarra. Pasó el invierno del 75 a.C. en territorio vascón, y refundó allí la
aldea de Iruña, como Pompaelo, que después se convertiría en Pamplona.
A
partir del 73 a.C., la guerra ya estaba decantándose del lado de Pompeyo,
cuando arrinconó a Sertorio en el extremo noroccidental de la península.
También conquistó Tarraco, un importante bastión sertoriano.
Al
año siguiente, Sertorio murió traicionado por un oficial suyo, tras lo cual, a
Pompeyo le resultó fácil ganar la guerra. Y al fin, en el 71 a.C., la
resistencia sertoriana había sido borrada de la península ibérica. Pompeyo se
disponía a regresar a Roma.
Volvamos dos años atrás, hacia el 73 a.C., donde las cosas en Roma no iban para nada bien. Tuvo lugar una revuelta de esclavos gladiadores en Capua. Ellos estaban liderados por Espartaco, un tracio que había servido como auxiliar en las legiones romanas. Apenas eran un centenar de hombres, pero cada vez se les unían más. Los esclavos de Italia pasaban por una penosa situación de sobreexplotación infrahumana, lo cual generó un gran descontento y odio que Espartaco aprovechó para su rebelión.
Volvamos dos años atrás, hacia el 73 a.C., donde las cosas en Roma no iban para nada bien. Tuvo lugar una revuelta de esclavos gladiadores en Capua. Ellos estaban liderados por Espartaco, un tracio que había servido como auxiliar en las legiones romanas. Apenas eran un centenar de hombres, pero cada vez se les unían más. Los esclavos de Italia pasaban por una penosa situación de sobreexplotación infrahumana, lo cual generó un gran descontento y odio que Espartaco aprovechó para su rebelión.
Acudió
un pretor para acabar con él. Espartaco se hallaba en el monte Vesubio. Sus
soldados tejieron unas cuerdas y con ellas bajaron un precipicio que les
llevaba directamente al campamento romano. Todos ellos fueron masacrados, y la rebelión
era ya un asunto serio. Espartaco llegó a tener bajo su mando 120.000 esclavos
rebeldes.
En
el 72 a.C., los esclavos ponen rumbo al norte, hacia la Galia, con el objetivo
de abandonar las fronteras de la República. En el norte, logran derrotar a los
cónsules que se interponían en su camino, pero cambian de parecer, y deciden
dar media vuelta y regresar a Italia. Allí llevan a cabo un sistemático saqueo
vengativo de las villas y tierras de los ricos. Roma estaba constantemente amenazada
por esta banda de esclavos, de la que eran incapaces de deshacerse.
Es
en ese momento cuando se alza Craso, que se erige como salvador de Roma. Logra
el mando de dos legiones, y además con su propio dinero recluta a otras seis,
de manera que tenía bajo su mando un inmenso ejército. En el 71 a.C. comienza
su campaña personal contra Espartaco. Inicialmente Craso sufre una derrota, lo
que le enfureció mucho, y se lanzó a la persecución de Espartaco con la máxima
crueldad, juró que crucificaría a todo esclavo que se rebelase contra Roma.
Craso
logra acorralar a Espartaco en el sur de Italia, tenía la victoria a su
alcance. En ese momento llegaron las noticias de que Pompeyo regresaba de
Hispania con sus legiones. Espartaco logró escapar de ese acorralamiento y huyó
al norte.
Pompeyo
ya había llegado a Italia y se dirigía hacia él. Espartaco estaba atrapado, y
decidió plantar batalla a Craso. Sufrió una gran derrota y murió en la batalla,
junto con muchos de sus compañeros rebeldes. Algunos lograron huir, pero se
encontraron con Pompeyo, quien les masacró.
Pompeyo
fue quien se llevó la mayor parte de la gloria, aunque derrotar a Espartaco
hubiera sido obra de Craso, era una victoria pequeña, por ser sobre esclavos, y no obtuvo ningún triunfo, aunque sí una ovación. Pompeyo, en cambio, sí que obtuvo un triunfo gracias a sus campañas en Hispania. Esto le provocó a Craso mucho resentimiento contra
Pompeyo. Aun así, fue Craso quien decidió qué hacer con los rebeldes que habían
sido hecho prisioneros. Cumpliendo su juramento, mandó crucificarlos a todos a
lo largo de la vía Apia, miles de rebeldes yacían clavados en las cruces, y el
olor de sus cadáveres en putrefacción inundó los alrededores de la vía Apia, ya
ningún esclavo más osaría rebelarse contra Roma.
Al
año siguiente, Craso y Pompeyo hicieron un pacto y lograron ser cónsules.
Pompeyo inició una serie de reformas para abolir muchas leyes silanas y
devolver derechos al pueblo. Esto le dio muchísima popularidad entre la plebe.
Era el conquistador y el defensor del pueblo romano, no se podía pedir más. No obstante,
las guerras para Roma estaban lejos de haberse acabado…
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