Llegó
una breve pausa de diez años, en los que los ciudadanos romanos pudieron
disfrutar de una relativa paz, una paz que no tardaría mucho en fragmentarse de
nuevo.
Corría
el año 91 a.C., y una vez más Italia iba a estar en guerra. Esta vez por una
rebelión interna. La penosa situación que estaban los italianos respecto de los
romanos, hizo que los habitantes de la región de Samnium se rebelaran. Esta
región estaba situada junto a Campania, en la zona de la actual Nápoles. Pronto
esa rebelión se extendió por toda la península itálica. Los romanos tenían
pocas guarniciones defendiendo esos territorios y no pudieron hacer mucho.
Los
rebeldes italianos decidieron escindirse de Roma y fundar su propio estado, de
esa manera nació el nuevo estado de Italia, con su capital en Corfirium, a
pocos kilómetros de Roma. Destacaron en esta guerra comandantes como nuestro
Mario, su enemigo político Sila y Cneo Pompeyo Estrabón. Éste último consiguió
una gran victoria al conquistar la ciudad de Asculum.
Los
romanos también sufrieron derrotas, pero aun así se siguió controlando la
rebelión. Finalmente, en el año 89 a.C., los romanos propusieron una solución
al conflicto. Concedieron la ciudadanía romana a todos los ciudadanos italianos
que habían permanecido leales a Roma. Los que se habían sublevado, deberían
deponer las armas y entonces podrían optar a la ciudadanía. Con estas
condiciones, al año siguiente sólo los samnitas continuaban en pie de guerra,
pero finalmente son conquistados.
Pero
nada más finalizar una guerra, otra comenzaba, aquel mismo año Mitrídates VI,
rey de Ponto, un pequeño reino situado al norte de la península de Asia Menor,
atacó las fronteras de la República de Roma. Él sabía cuál era la situación en
Asia y Grecia. Los habitantes estaban oprimidos debido a los durísimos
impuestos que les imponía Roma. Él debía parecer el libertador de los griegos y
ellos le apoyarían, y así fue. Mitrídates, nada más penetrar en las fronteras
romanas, recibió una calurosa bienvenida de la población, las escasas
guarniciones romanas apenas pudieron hacer nada. Con mucha facilidad conquistó
toda la provincia de Asia hasta llegar a las orillas del mar Egeo. Al otro lado
de este mar, las ciudades griegas se confabulaban también contra los romanos y
se rebelaban. Y por si esto fuera poco, Mitrídates perpetró el asesinato (o
mejor dicho genocidio), de decenas de miles de ciudadanos romanos e italianos que
vivían en Asia. Aquello era un grave insulto a Roma que no debía quedar impune.
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