¡Saludos,
estimado lector! Ha pasado ya casi un mes desde mi última entrada, y pienso que
tengo este blog un poco abandonado. He creído conveniente retomar esta Historia
donde la dejé. Hace un mes, ya adelantaba que iba a tratar los últimos cien
años de la República, y así va a ser, éste será el nuevo bloque, que además
tendrá dentro un subbloque referente a la guerra de las galias.
¿Cien
años? Bueno no, como recordarán, esta historia la dejamos con la caída de
Cartago, en el año 146 a.C. El año en que finaliza definitivamente la República
fue el 27 a.C., cuando el sucesor de Julio César, Octaviano, es nombrado
“Augusto” y primer emperador de Roma. En total 119 años de intenso conflicto
político, social y bélico. Uno de los períodos romanos más emocionantes. Los he
redondeado en 100 para que quede más estético, si usted me permite.
Ahora,
¿qué es un imperio? Esa palabra viene del latín imperium, que se puede traducir como “poder”. Era una facultad que
otorgaba el Senado para ejercer dominio sobre Roma o sobre alguna provincia. El
domino en Roma era ostentado por los cónsules, y en las provincias por los
pretores y procónsules. Aunque era posible dotar a una persona de imperium sin ostentar ningún cargo
político. Fue el caso de Escipión Africano, que cuando partió a Hispania, era
demasiado joven para optar a un cargo político, por lo que sólo recibió el imperium sobre Hispania, para llevar a
cabo sus campañas. La persona que ostentaba el imperium, se llamaba imperator.
Éste término cambiaría de significado con el ascenso de Augusto, pues se
convertía en imperator vitalicio, y
de ahí surge el término “emperador”, que cambiaría su significado para designar
a la nueva monarquía de Roma, y el territorio dominado por esa monarquía sería
el imperio.
Luego
tenemos un significado de imperio, como “Organización política del Estado
regido por un emperador.”, tal y como afirma la RAE. Con lo cual Roma no fue
imperio hasta el 27 a.C. No obstante, habrá notado usted que en anteriores
entradas me he referido al Estado de Roma, en la época republicana, como
Imperio. Los motivos son claros, no sólo poseemos esa acepción de la RAE, en
otra distinta afirma que es “Potencia de alguna importancia, aunque su jefe no
se titule emperador.” En este caso sí que encaja, pues también podemos
considerar como imperio una nación republicana que se extienda sobre otras
militarmente y sea una potencia. Es en este sentido que he considerado a Roma
como un Imperio (o al menos un Imperio en etapas iniciales), desde la segunda
guerra púnica.
Dicho
todo esto, no tengo más que adelantarles, sólo les animaría a leer las próximas
entradas, que prometo que serán interesantes. No voy a hacerlo como en el
anterior bloque, es decir, prácticamente una entrada por día. Mis actividades
académicas me impiden disponer de demasiado tiempo o ganas, por lo que
publicaré entradas con días e incluso semanas de diferencia, dependiendo de mis
circunstancias.
La
siguiente entrada estará en unos días, una semana como mucho, tenga paciencia y
no deje de leerme, ¡hasta muy pronto!
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