domingo, 23 de septiembre de 2012

Tiberio Sempronio Graco

En fin, sin más dilación me dispongo a continuar con esta historia. ¿Por dónde iba? Ah, sí. La caída de Cartago, año 146 a.C. Como ustedes recordarán, la ciudad fue conquistada por Escipión Emiliano, lo cual supuso la consolidación del poder romano en el Mediterráneo.

En el asedio de la ciudad estaba participó Tiberio Sempronio Graco, que era familiar de Emiliano y nieto de Escipión Africano, el vencedor de Aníbal. Nació en el año 164 a.C. Tenía un hermano llamado Cayo Sempronio Graco, que también adquirirá relevancia en esta historia.

Tiberio alcanzó gran protagonismo en el asalto ciudad de Cartago, donde se ganó la corona cívica, gracias a que fue el primero en escalar las murallas. Tras esto, la ciudad fue destruida hasta los cimientos, ése era el destino que esperaba a todo aquel que se enfrentara a Roma.

Así, el joven Tiberio regresa a Roma, investido de gloria. Años después, 137 a.C., logró el cargo de cuestor en Hispania y partió junto con el cónsul Mancino en una campaña contra los numantinos. Sin embargo, estos enemigos luchaban fieramente por su territorio, cosechaban una derrota tras otra. Finalmente el cónsul capituló y pudieron regresar a Roma sólo a cambio de un humillante tratado de paz. El Senado no aceptó ese tratado, y el parón de la guerra con Numancia no se alargaría mucho tiempo.

La situación social en Roma era bastante inestable, había una fractura social entre patricios y plebeyos que iba en aumento. Durante años anteriores, la plebe se había rebelado en numerosas ocasiones, y se les otorgó derechos para apaciguarla. El más importante era la posibilidad de que todo ciudadano de Roma, plebeyo o patricio, pudiera acceder a cualquier magistratura política, y también el establecimiento de los tribunos de la plebe, que defendían sus derechos ante el Senado. No obstante, esto no era suficiente para sellar esta ruptura social que he mencionado. Había aristócratas inmensamente ricos por un lado, y plebeyos inmensamente pobres. 

Así, esta fractura también alcanzaba el Senado, de modo que se formaron dos partidos. Aunque en la antigua Roma no existían oficialmente partidos ni siglas como hoy en día, sí que los senadores solían agruparse con otros senadores con ideas afines. Así, por un lado tenemos a los llamados optimates, que tenían unas ideas más conservadoras y más deseo por mantener todo lo establecido, algo que podríamos asemejarlo a la actual derecha. Por el contrario, tenemos a los populares, que defendían más derechos para la plebe, en detrimento de los patricios, algo que podemos asemejar a la actual izquierda. Aunque esta comparación es demasiado simplista, nos da una idea de lo que eran los optimates y los populares. Esta división se apreciaba incluso visualmente en el Senado. Éste se reunía en la Curia Hostilia, un edificio con un interior rectangular, con dos gradas a los lados. Los optimates solían sentarse en una grada, y los populares en la grada opuesta, aunque cada senador podía sentarse donde quisiera.

Tiberio comprendía bien estas divisiones, y se decidió a tomar partido por la plebe. Tiberio y su hermano Cayo se casaron respectivamente con las hijas de Claudio Pulcro y Publio Licinio Craso, ambos principales cabezas de la facción de los populares, de esa manera, los Graco sellaban su compromiso con la plebe.

En toda Italia había muchos conflictos con las tierras. Éstas estaban en su mayoría en manos de terratenientes, y muchos habían arrebatado tierras a campesinos o despedido a trabajadores propios para sustituirlos por esclavos. El disgusto en la plebe por esta situación era evidente, fue así como Tiberio decidió remediar esta situación proponiendo su reforma agraria.

Para ello, necesitaba ser tribuno de la plebe. En el año 134 a.C., fue escogido como uno de los diez tribunos que hasta finales del 133 a.C., defendería los derechos de los más pobres. Su tribunado fue muy popular por sus famosas propuestas, como por ejemplo vender trigo a un precio por debajo del mercado, o dar ropas a los soldados más pobres. Pero su proposición más polémica fue su reforma agraria, que sería conocida como la Lex Sempronia Agraria.

Básicamente, aquella ley permitía confiscar a los terratenientes parcelas que habían sido adquiridas ilegalmente, y después dar esas tierras a los pobres. En definitiva, era una redistribución de la riqueza agraria.

Los optimates, encabezados por Escipión Nasica y Escipión Emiliano (ambos familiares de los Graco), mostraron su enorme rechazo ante esta ley, por lo que Tiberio evitó el Senado para aprobar la ley, y lo hizo mediante la Asamblea popular, con la colaboración de los demás tribunos. Lo que Tiberio no se imaginaba era que los optimates habían colocado a un caballo de Troya entre la filas de los tribunos, Marco Octavio, quien con su veto logró paralizar aquella reforma agraria.

Pero Tiberio no se detendría ahí. Logró que se destituyera a Octavio por otro tribuno más afín a su causa. Así finalmente la Lex Sempronia Agraria pudo ser aprobada. El Senado nombró a Tiberio, a su hermano Cayo y a su suegro Claudio Pulcro, encargados de una comisión para llevar a cabo la reforma.

Tiberio cada vez ganaba más popularidad en la plebe, y esto despertaba el recelo del Senado. La plebe era muy manipulable por hombres como Tiberio. Había rumores de que él quería algo más que llevar a cabo una simple reforma agraria. Algo como tener el poder absoluto sobre Roma, ser rey. Estos rumores crecieron cada vez más, ensuciando el nombre de Tiberio, ya que pretender ser rey de Roma era uno de los sacrilegios más graves que se podrían cometer, esto hizo que Tiberio perdiera popularidad entre la plebe.

Cuando su mandato estaba a punto de expirar, Tiberio decidió volver a presentarse a tribuno, para seguir teniendo inmunidad judicial y evitar ser juzgado por sus enemigos políticos. Durante el proceso de elección, había un gran alboroto, se sucedían peleas callejeras entre partidarios y opositores de Tiberio. Él, hizo un gesto a su cabeza para indicar a sus guardaespaldas que le protegieran, aquello fue interpretado por una orden para que le trajeran la corona, y se proclamara rey. El Senado al saber esto estalló en furia, y varios senadores encabezados por Nasica salieron de la Curia hacia Tiberio, armados con porras. Las calles de Roma se convirtieron en un verdadero campo de batalla entre sus ciudadanos, la sangre corría a raudales. Cuando Nasica y los suyos alcanzaron a Tiberio, empezaron a darle porrazos por todo el cuerpo. Finalmente, un porrazo le dio de lleno en la cabeza, rompiendo el cráneo de Tiberio y manchando las togas de los senadores con sus sesos. El cuerpo de Tiberio fue arrojado ignominiosamente al río. 

Su hermano Cayo siguió una trayectoria parecida a él, en el 123 a.C. logró ser tribuno de la plebe y se dedicó a completar las reformas de su hermano. Fue elegido tribuno por dos veces consecutivas. Pero se volvió a encontrar con la férrea oposición de los optimates. En medio de unos disturbios en Roma, Cayo escapa y se suicida con la ayuda de un esclavo suyo. 

A pesar de que la élite senatorial acabó con los Graco, la guerra social no había hecho más que comenzar, y duraría casi cien años. Tiempo en el que el suelo de Roma se teñiría de rojo, romanos que morirían a manos de sus propios conciudadanos. Esta guerra no acabaría hasta la instauración del nuevo régimen imperial. 

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