En fin, me dispongo a retomar el asunto donde la había dejado. En el año 264 a.C. finalmente estalla la guerra contra Cartago. El rey Hierón, a pesar de ser enemigo de Cartago, no tuvo más remedio que aliarse con ellos frente a Roma. Todo estaba dispuesto, pero hacer la guerra en Sicilia no era tan fácil como en un principio podía parecer.
Los romanos tenían un gran problema, Sicilia era una isla, y la única manera de llegar a ella era por mar. Era necesario cruzar el estrecho de Messina, de apenas 3 Km, que separaba las costas de Messina, en Sicilia, de las costas de Rhegium, en Italia. Los romanos se habían extendido únicamente por la península italiana, y nunca habían necesitado cruzar el mar, con lo que no disponían de ninguna flota. Y además de esto, había un problema añadido. El estrecho estaba permanentemente vigilado por la temible armada púnica, aun teniendo barcos, cruzar iba a resultar complicado, por no decir casi imposible. El primer problema lo solventaron acudiendo a los ciudadanos de Tarento (colonia griega del sur de Italia), que proporcionaron barcos a los romanos. Hicieron varios intentos de cruzar el estrecho, aunque todos ellos infructuosos. La armada púnica no cedía un ápice. Una noche, aprovechando la oscuridad, los romanos embarcaron, y sigilosamente, cruzaron el estrecho sin ser estorbados por la armada púnica. Al fin lo habían conseguido, estaban en Sicilia. Acudieron a Messina, y desbarataron el asedio al que las tropas cartaginesas y siracusanas le estaban sometiendo. Desde allí dirigieron su campaña contra Siracusa. Hierón finalmente, ante la imposibilidad de vencer, se rinde y se alía con Roma. Cartago se queda sola en esta lucha.
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