lunes, 30 de julio de 2012

El final de la guerra

El desastre de África había supuesto un duro revés para Roma, pero supo sobreponerse y contraatacar. Al año siguiente, los romanos consiguieron una gran victoria con la toma de Panormos, una importante ciudad cartaginesa en el noroeste de Sicilia. A pasar de los ataques cartagineses, Roma siguió avanzando hacia el oeste.

En esta época se produjeron muchos descalabros en el mar de la armada romana. Y no era a causa de sus enemigos, sino a causa del temporal. Hubo grandes tormentas, y los romanos, inexpertos marineros, no supieron resguardar bien sus naves de los caprichos del dios Neptuno. La armada romana quedó totalmente diezmada, y los cartagineses recuperaban la supremacía en las aguas, aunque no por su propia mano.

La larga guerra que llevaban a cabo Roma y Cartago estaba ya haciendo mella en ellos. Sendas arcas públicas empezaron a vaciarse, y la guerra sufrió un severo estancamiento, cuando los romanos eran totalmente incapaces de tomar Lilibeo y Drepana, situadas en el extremo occidental de la isla, grandes bastiones marítimos, que eran de las últimas posesiones cartaginesas en Sicilia. A pesar de sus ataques, las ciudades resistían impertérritas. Además, el general cartaginés Amílcar, había desembarcado con su ejército en la isla, en el año 247 a.C. Bloquear Lilibeo y Drepana era tarea difícil, la debilidad de la armada romana hacía que los cartagineses pudieran burlar una y otra vez el cerco, y llevar alimentos y refuerzos a los sitiados. E incluso lograron someter a los romanos a derrotas navales.

El estancamiento de la guerra se agudizó. Roma, incapaz de tomar las últimas posesiones cartaginesas. Y Cartago, incapaz de romper el cerco y reconquistar la isla. Amílcar, a pesar de ser un gran estratega, no consiguió victorias decisivas en Sicilia, estaba totalmente rodeado por territorio enemigo, aislado de su patria y sin acceso a provisiones.

La guerra ya había durado demasiado, y era momento de ponerle fin. El Senado decidió construir una nueva flota con la que derrotar a los cartagineses de una vez por todas. Pero había un problema, las arcas estaban vacías. Tuvieron que recurrir a otros métodos de financiación. Pidieron ayuda a ciudadanos particulares, préstamos. Los ciudadanos de Roma correspondieron debidamente e hicieron sus aportaciones voluntarias al erario público. Así, se pudo volver a construir otra flota, con la que intentar lograr una victoria definitiva.

El ejército de Amílcar, aislado, necesitaba provisiones, y Cartago se las envió. Cargó una flota entera y la envió hacia Sicilia. Los romanos debían impedir esto a toda costa. Ambas flotas se encontraron en las islas Égadas. A la superioridad romana gracias al corvus, se le unió el hecho de que los barcos púnicos venían cargados de provisiones. Eran lentos y pesados. Todo ello, provocó una victoria definitva sobre los cartagineses.


Cartago se hallaba en una situación muy delicada, con su armada destruida y Amílcar aislado en Sicilia, no podrían continuar la guerra. Fue entonces cuando decidieron finalmente rendirse y someterse a las condiciones de Roma.

A grandes rasgos, los romanos exigieron el pago de una deuda, en concepto de indemnización de guerra, a plazos durante 50 años, la cesión de Sicilia y la retirada de las islas situadas entre Sicilia y África, además de otras condiciones menos importantes. De ese modo, en el año 241 a.C., se firma la paz y se pone fin a 23 años de guerra. Los romanos podían respirar tranquilos… de momento…

No hay comentarios:

Publicar un comentario