El estallido de esta primera guerra entre las potencias de Roma y Cartago, se debió a motivos ajenos a ellas. Concretamente la causó Siracusa, gobernada por el Rey Hierón II. Ésta colonia griega tenía el dominio de la zona oriental de Sicilia, mientras que la oriental estaba en manos de Cartago. Los mamertinos, mercenarios provenientes de Italia se hallaban en guerra con Hierón. Éstos se atrincheraron en la ciudad de Messina, tras una derrota. Hierón se prepara para marchar contra ellos. Los mamertinos, en notable inferioridad, piden ayuda a Cartago. No obstante, sólo se la ofrecieron a cambio de mantener una guarnición cartaginesa en Messina. Esto no gustó a los mamertinos, quienes solicitaron ayuda a Roma. Ésta accede, estallando de este modo una brutal guerra que duraría más de veinte años.
Romanos y cartagineses siempre habían sido buenos amigos. Mantenían fructuosas relaciones comerciales, e incluso lucharon conjuntamente contra el rey Pirro. Aunque ahora los tiempos estaban cambiando, ya sea por éste o por otro motivo distinto, la confrontación entre estas dos ciudades era inevitable. Lo hemos visto en muchas otras ocasiones en la historia, dos grandes potencias, que no pueden coexistir, y que sólo una puede salir venciendo. El caso más parecido es la Guerra Fría, donde al igual que en nuestro caso, teníamos dos potencias, la URSS, y EE.UU., y sólo podía quedar una. Ésta es una tendencia natural en la historia, por ello afirmo que, ya sea por el asunto de los mamertinos, o por otro distintos, Roma y Cartago habrían caído en un choque de intereses que desembocaría en una guerra.
Legendariamente, Roma y Cartago estaban predestinadas a luchar. La Eneida de Virgilio nos cuenta cómo Eneas, superviviente de Troya, y Dido, la fundadora de Cartago, tuvieron un romance. Posteriormente, Eneas es requerido por Júpiter para ir al Lacio, donde se establecerá, y sus descendientes, Rómulo y Remo, fundarían Roma. Dido, afligida por la pérdida de su amado, se suicidó, según nos cuenta Virgilio en su Eneida. Los últimos datos señalan que esto sería imposible, ya que la fundación de Cartago sucedió en torno al año 800 a.C., y la guerra de Troya ocurrió cientos de años antes. En Roma había un afán por ligar su origen con las leyendas de Homero, y a su vez ligarlas también con el origen de Cartago, creando la paradoja de que años después, estas dos potencias tuvieran que mantener un enfrentamiento militar de dimensiones épicas. Se trata de una triple coincidencia, que como ya demuestran los datos históricos, es probablemente falsa, como muchas de las leyendas. Dido y Eneas no pudieron haberse conocido. Por otro lado, la Eneida no es más que una versión romana de la Odisea. Al fin y al cabo, un pasado legendario, era lo que correspondía a una ciudad tan poderosa como Roma.
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