En
el invierno del 41 a.C., Antonio navegó a Alejandría, donde se encontró con
Cleopatra, y ambos se convirtieron en amantes, cosa que no fue bien vista en
Roma, y sobre todo, por Octavio. Cleopatra quedó embarazada y tuvieron dos
gemelos que se llamarían Helios y Selene.
A
pesar de que el bando republicano estaba derrotado, aún quedaban algunos fuegos
por apagar. Sexto Pompeyo había logrado reunir una flota y se hizo con el poder
de Sicilia. Se dedicó a piratear a los barcos que traían grano a Roma, por lo
que la ciudad comenzó a pasar hambre. Y por si eso fuera poco, la esposa de
Antonio, Fulvia, con la ayuda de su hermano, Lucio Antonio, se rebelaron en el
41 a.C., con la intención de fijar a Antonio como líder absoluto del Imperio.
Se hicieron fuertes en la ciudad de Perusia, que sería sometida a asedio por
Octavio. La ciudad cayó al año siguiente. Como consecuencia, Octavio decidió
firmar la paz con Antonio, y le entregó en matrimonio a su hermana Octavia.
El
matrimonio entre ambos no era más fachada que otra cosa, y Antonio la envió de
vuelta a Roma, y él se estableció en Alejandría, casándose con Cleopatra, antes
siquiera de divorciarse de Octavia.
En
el 36 a.C., Octavio logra finalmente retomar Sicilia y destruir la flota de
Sexto, quien huyó a Oriente para ser capturado y posteriormente ejecutado por
Antonio. Pero el Triunvirato se enfría poco a poco. Lépido, cansado de estar a
la sombra de Octavio y Antonio, decidió tomar Sicilia, pero Octavio acudió
rápidamente y convenció a sus legiones de que se evitara la guerra. Así, Lépido
tuvo que rendirse y aunque fue perdonado, Octavio le despojó de todo su poder
de triunviro. Ahora el Imperio sí que estaba en poder de aquellos dos hombres,
y que sus diferencias volvieran a hacer estallar una guerra era cuestión de
tiempo.
Finalmente,
en el 33 a.C. terminó el tiempo de mandato de los triunviros, lo que conllevó
una ruptura abierta de las relaciones entre Octavio y Antonio. Éste último, se
divorció de Octavia, y redactó un testamento donde repartía su Imperio entre
sus dos hijos, Helios y Selene, y el hijo de César, Cesarión, lo que fue una
ofensa para Octavio. Durante todo aquel año no hubo hostilidades, pero sí una
guerra fría, en la que Octavio se dedicaba a atacar constantemente la imagen de
su rival.
Ya
en el 32 a.C., el Senado aprobó la guerra contra Antonio y Cleopatra, dando comienzo así a la cuarta y última guerra civil romana. Pero el
primer encuentro entre ambos no se produciría hasta el año siguiente. Antonio
estaba con su ejército en Grecia, en las inmediaciones de Actium. Octavio llegó
con su flota y sometió a Antonio a un largo bloqueo. Hasta que Antonio decidió
romper el bloqueo. Antonio y Cleopatra lograron escapar, con algunos barcos, pero
la mayoría fueron capturados o hundidos. Tras esta derrota, a Antonio no lo
quedaba otra que regresar a Alejandría.
En
el 30 a.C., se produciría la batalla final. Octavio desembarco en Alejandría y
puso sitio a la ciudad. Ante su inminente derrota, Antonio volvió su espada
contra sí, y puso fin a su vida. Entonces, Cleopatra comenzó a negociar con
Octavio, pero sus condiciones eran muy duras y tuvo que rechazar. Días después
del suicidio de Antonio, Cleopatra se dejó morder por una serpiente, y abandonó
este mundo. Cesarión fue asesinado por orden de Octavio, y Helios y Selene
quedaron a cargo de Octavia.
Egipto
se convertía ahora en la nueva provincia romana, y Octavio era el dueño
absoluto del Imperio Romano.
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