domingo, 6 de octubre de 2013

La épica misión de las Voyager

Hace poco tiempo, tal vez hayan oído algo en las noticias acerca de la nave espacial Voyager 1. Habrán oído hablar de la heliopausa, o de un hito importante para la humanidad. Pero, ¿qué ocurrió exactamente? Yo se lo explico.

Todo comenzó el verano de 1964, gracias a Gary Flindro, un ingeniero aeroespacial del Jet Propulsion Laboratory del Caltech. En una época en la que los esfuerzos de la carrera espacial entre EE.UU y la URSS se centraban en investigar planetas cercanos como Marte o Venus, a Flindro le fue asignada la tarea de estudiar posibles rutas hacia planetas más lejanos, lo que le decepcionó enormemente. No obstante, se dio cuenta de que en la década de los 70 se iba a producir un raro alineamiento de los planetas gigantes (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) y se le ocurrió la idea de visitar todos los planetas en un solo viaje.

La NASA no perdió tiempo y decidió ponerse manos a la obra. Se enviarían dos naves hacia los gigantes gaseosos, llamadas Voyager 1 y Voyager 2. Antes de nada, y para asegurarse de que todo salía bien, dos naves fueron lanzadas a modo de avanzadilla, para ir abriendo camino. 


En 1972 se lanzó la Pioneer 10 y en 1973 la Pioneer 11, año en que a su vez llegaba la Pioneer 10 a Júpiter. Fue el primer objeto humano que llegó al planeta. Consiguió las primeras fotos de las nubes de Júpiter, y además hizo mediciones de la radiación que emitía el planeta. Se descubrió que si se hubiera enviado a las Voyager sin más, la intensa radiación habría destruido los circuitos y mandado a pique la misión. Gracias a ello, se pudo reconfigurar las Voyager con el fin de que pudieran soportar aquella radiación. En 1974 la Pioneer 11 volvió a mostrarnos imágenes de Júpiter, y en 1979 fue la primera nave en sobrevolar Saturno.

Ahora que las Pioneer ya habían abierto el, era el momento de que las Voyager iniciasen su viaje. El 20 de agosto de 1977, fue lanzada la Voyager 2, seguida por la Voyager 1, que se lanzó el 7 de septiembre de aquel año. A pesar de esto, la Voyager 1 fue la primera en llegar a Júpiter, en marzo de 1979. Pudo acercarse al planeta mucho más de lo que lo hicieron las Pioneer, y también estudió sus satélites (Io, Calixto, Europa y Ganímedes), haciendo importantes descubrimientos. En julio de aquel año llegó la Voyager 2, que tomó unas fotografías con más resolución que su antecesora, en particular de su característica mancha roja, que resultó ser un anticiclón del triple del tamaño de la Tierra. Descubrió una importante actividad volcánica en la luna Io, y unas enormes fisuras en la superficie de la luna Europa, que bien podrían ser casquetes de hielo.


La famosa mancha roja de Júpiter
Erupción volcánica en Io
Fisuras de la superficie de Europa

Los científicos tuvieron que esperar algún tiempo para poder hacer más descubrimientos. En noviembre de 1980, la Voyager 1 se aproximó a Saturno. El tiempo de viaje se redujo considerablemente gracias a la asistencia gravitacional, que consistía en tomar una órbita en Júpiter con un ángulo adecuado que permitiera usar su gravedad para impulsar la nave a toda velocidad hacia Saturno. Allí, se dedicó a estudiar sus fascinantes anillos, la composición del planeta, y su famoso satélite Titán, aunque poco sacó en claro, debido a la densa atmósfera que lo rodeaba. En agosto de 1981, llegó la Voyager 2, que se acercó más al planeta y tomó imágenes de mayor calidad, y descubrió nuevos anillos internos. También hizo mediciones de la temperatura del planeta. La Voyager 1 abandonó la exploración de los planetas para dirigirse fuera del Sistema Solar, mientras que la Voyager 2 continuó su viaje hacia Urano en solitario.
Titán, luna de Saturno

En enero de 1986, la Voyager 2 llega a Urano. Allí se descubrió un campo magnético muy similar al terrestre, aunque se hallaba torcido respecto a la rotación del planeta. También estudió la composición de sus delgados anillos, que apenas eran visibles desde la Tierra, y la particular superficie irregular de su luna Miranda, cuya disposición hacía creer que la luna saltó en pedazos en algún momento por una colisión, y posteriormente los fragmentos se volvieron a unir, formando una superficie desuniforme. Aparte de los datos físicos del planeta, no se hicieron descubrimientos especialmente sorprendentes.

Fracturada superficie de Miranda


Ahora ya sólo quedaba un planeta, en agosto de 1989, la Voyager 2 se aproximaba a Neptuno. Descubrió que tenía unos anillos incompletos, llamados arcos. Además, poseía una climatología muy activa, con grandes bandas nubosas y fuertes vientos. Tras analizar a fondo las características del planeta, la Voyager 2 se dirigió hacia Tritón, luna de Neptuno, donde descubrió gigantescos géiseres, que expulsaban nitrógeno a cientos de kilómetros de altura. 


Arcos de Neptuno
Géiser de Tritón
Esta fue la épica misión de las naves espaciales Voyager por los gigantes gaseosos. Pero la misión estaba lejos de acabarse, pues ambas naves habían cogido un gran impulso gravitacional que les llevaba hacia las estrellas. De hecho, tanto ellas como las Pioneer llevaban incorporadas unas placas donde se envía un mensaje a posibles inteligencias extraterrestres, en donde se especificaba la posición del Sistema Solar respecto a 14 púlsars, y se señalaba el tercer planeta del Sistema Solar. Algo que muchos, entre los cuales un servidor se encuentra, calificaban de extremadamente imprudente señalar la localización de la Tierra a seres cuyas intenciones nos son completamente desconocidas. Al margen de estas valoraciones, las cuatro naves espaciales siguieron cada una un camino distinto. En 1998, la Voyager 1 adelantó a la Pioneer 10, convirtiéndose en el objeto hecho por el hombre más lejano.

No obstante, a medida que pasa el tiempo, las naves se van quedando sin energía, y su capacidad de transmitir datos de ve seriamente mermada. La Pioneer 11 dejó de emitir en 1995, y la Pioneer 10 en 2003, se hicieron intentos de volver a contactar, pero fueron inútiles. Ambas naves continúan su viaje en silencio. No así con las Voyager, cuyas baterías todavía les permiten seguir emitiendo. Se prevé que la Voyager 2 deje de emitir en 2025, y la Voyager 1 entre 2025 y 2030. Unos objetos lanzados en 1977, y que todavía hoy están operativos, pone en manifiesto la elevada capacidad del sur humano para conseguir lo imposible.

Ambas sondas se dirigían hacia la helipausa, que es el lugar donde el viento solar se detiene por acción del medio interestelar, y se considera la frontera externa del Sistema Solar. Hace poco, en septiembre de 2013, la Voyager 1 detectó una densidad de electrones de 0,08 electrones/cm3, lo que indicaba que ya se había superado la heliopausa y llegado a espacio interestelar. Esto suponía que la Voyager 1 era la primera nave espacial humana que había salido de nuestro Sistema Solar, algo equiparable a otros hitos como la llegada del hombre a la Luna.



Quiero recalcar la importancia de este suceso para la humanidad, demuestra no sólo nuestra capacidad tecnológica, sino nuestro espíritu aventurero, y por conocer lo desconocido, a pesar de que no podamos hacerlo en persona. Por eso enviamos a un intermediario, la Voyager 1, que representa a toda la humanidad, y ya no es una simple máquina, no, es algo más. Ahí van todas nuestras esperanzas, nuestra ilusión, nuestra ansia por llegar más lejos que nunca, el vínculo entre la humanidad y las Voyager es más estrecho de lo que quepa imaginar. Es posible que en un futuro volvamos a encontrarnos con ellas, el reencuentro entre el Creador y la Creación, hasta entonces, hemos de contentarnos con el recuerdo de sus hitos históricos.



A día de hoy, la Voyager 1 se encuentra a 18,85 M de Km de la Tierra, y la Voyager 2 a 15,38 M de Km, y cada vez más lejos. Pueden seguir su viaje, en la página de la NASA http://voyager.jpl.nasa.gov/index.html