sábado, 22 de diciembre de 2012

¡FELIZ NAVIDAD!

¡Saludos estimado lector! Escribía esta breve entrada para informar de que estas navidades y durante el mes de enero, debido a que estaré ocupado por asuntos académicos, no podré seguir realizando más entradas en el blog, pero prometo regresar en febrero, ¡palabra! Mientras, ¿por qué no se lee el blog desde el principio? Y así revive las guerras púnicas, viaje de nuevo a Cartago, y a Roma, desembarque en Sicilia, derrote a la armada púnica, inicie una gran expedición contra Roma, lleve una invasión a África e Hispania, o finalmente destruya la ciudad de Cartago. Yo le animo a que reviva todos estos acontecimientos, si le apasionan tanto como a mí.

Por último, sólo quería desearles muy, muy feliz navidad, y un muy próspero 2013. Y que la Historia le acompañe. ¡Hasta pronto!


martes, 18 de diciembre de 2012

Recuérdame

He decidido hacer un pequeño alto en el camino en este tema de la guerra de las Galias, para hablarles un poco de Filosofía, ya que la tengo bastante apartada.

Vivir eternamente, ése es el sueño de muchos hombres. Una meta a todas luces inalcanzable, aunque se puede conseguir una forma de inmortalidad. ¿Cómo? Los griegos ya se preguntaban esto hace más de 3.000 años. Se trata de vivir en el recuerdo de las personas. De esa manera, aunque una persona muera, si durante su vida ha realizado hechos de gran trascendencia histórica, su legado podrá perdurar a través de los siglos, y así, se puede decir que una parte de él sigue viva aún.

Como algunos de ustedes ya estarán imaginando (si no, ya se lo digo yo) me estoy refiriendo a la Ilíada de Homero, escrita en el siglo VIII a.C., pero que procedía de una tradición oral muy anterior a esta fecha. Se trata de un poema épico que describe un conflicto entre Troya y los griegos, a raíz de la hermosa Helena, cuyo rapto por el príncipe Paris de Troya, provocó una épica guerra que duraría diez años. Multitud de naves cruzaron el Egeo para desembarcar sobre la inexpugnable ciudad de Troya, situada en la costa de la península de Asia Menor. La ciudad tenía gran importancia estratégica, ya que controlaba un estrecho que daba paso a la ciudad de Bizancio y el Ponto Euxino (Mar Negro).

Uno de los soldados griegos que iba en aquella gran flota era Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del rey Peleo, según la leyenda. Antes de partir hacia Troya, Aquiles debió hacer frente a un interrogante, que es el que nos estamos planteando aquí. Si se quedaba en Grecia, tendría una vida plena, feliz y larga, y después de morir, sus hijos le recordarían, pero cuando sus hijos y los hijos de sus hijos murieran, ya nadie le recordaría, y su nombre desaparecería, será como si nunca hubiera existido. No obstante, si acude a la guerra de Troya, obtendría la gloria, pues realizaría grandes hazañas en combate, y la gente cantaría poemas épicos de sus batallas, mucho después de que él muriera, aunque tendría una vida muy corta.

La decisión de Aquiles fue clara y contundente, quería vivir por toda la eternidad, que su nombre nunca se perdiera, y que la gente supiera quién era, y lo que hizo. Consideró que el hecho de vivir más tiempo, no era suficiente recompensa. Y la verdad es que lo logró, han pasado más de 3.000 años desde aquel día, y todavía nos preguntamos acerca de Aquiles, Paris, Héctor, Helena, Príamo, Menelao, Agamenón, Ulises, etc. Esta gente ha pasado a la eternidad, gracias a sus acciones. Imagínense ustedes dentro de 3.000 años, ¿cuáles de los personajes actuales seguirán siendo recordados? ¿Será usted uno de ellos? Imposible saber, pero merece la pena intentar algo en esta vida para conseguir ese objetivo.

Es interesante mencionar la más reciente adaptación cinematográfica de la Ilíada, Troya (2004). Esta película en concreto, se centra bastante en el tema que nos ocupa hoy, en la inmortalidad a través del recuerdo. Encontramos a la madre de Aquiles, prediciendo la suerte que iba a tener si acudía a la guerra o si no lo hacía.

Aparte de esto, hay algunos diálogos que guardan especial interés, por ejemplo, al principio de la película, el monólogo de Ulises: Los hombres viven obsesionados por la inmensidad de lo eterno, por eso nos preguntamos, ¿tendrán eco nuestros actos con el devenir de los siglos? ¿Recordarán nuestro nombre los que no nos conocieron cuando ya no estemos? ¿Se preguntarán quiénes éramos, la valentía que demostramos en la batalla, o lo apasionados que fuimos en el amor?

En otra escena, encontramos un niño que acude corriendo a donde Aquiles para decirle que Agamenón y su ejército le estaban esperando en el campo de batalla, pues debía luchar contra un tesalio, el niño le dice “El tesalio con el que vas a luchar es grande y fuerte jamás pelearía contra él. Y Aquiles respondió Por eso nadie recordará tu nombre cuando mueras

También es destacable un diálogo entre Aquiles y Héctor, tras el desembarco de los griegos en la costa de Troya:

Héctor – ¿Para qué has venido aquí?
Aquiles  Pasarán mil años y aún se hablará de esta guerra.
Héctor – Para entonces no quedará ni el polvo de nuestros huesos.
Aquiles – Es verdad, pero sí nuestros nombres.

Por otro lado, querría mencionar el monólogo de Ulises, al finalizar la película: “Si alguna vez cantaran mi historia, cuenten que caminé entre gigantes. Los hombres nacen y se marchitan como el trigo invernal, pero estos nombres nunca morirán. Cuenten que viví en los tiempos de Héctor, domador de caballos. Cuenten que viví en los tiempos de Aquiles.”

Todos estos diálogos, denotan el afán por Aquiles de encontrar su inmortalidad. Y ha sido tema de debate hasta hoy en día. Puede que les parezca inútil tener una vida corta, a cambio de ser inmortal de esa manera, pero piénsenlo bien. Vivir eternamente es una gran meta a la que todos deberíamos aspirar, pues la vida es efímera, ya sea 30 años u 80 años, sólo supone un suspiro comparado con la eternidad, es necesario verlo desde esta perspectiva. Hagan su contribución a la Historia, o a cualquier otra Ciencia. Vean más allá de sus vidas, sean inmortales.

Por último, les dejo con la canción de los títulos de crédito finales de la película Troya Remember me” (Recuérdame). Podrán ver que la letra de esta canción tiene mucho que ver con nuestro tema. “Remember, I will still be here, as long as you hold me, in your memory” (Recuerda, estaré aquí, siempre y cuando me mantengas en tu memoria). “Remember, when your dreams have ended, time can be transcended, I live forever, just remember me” (Recuerda, cuando tus sueños hayan terminado, el tiempo puede ser trascendido, viviré eternamente, sólo recuérdame). “I'm with you, whenever you tell my story. For I am all I've done” (Estaré contigo, siempre que cuentes mi historia. Porque soy todo lo que he hecho).



domingo, 16 de diciembre de 2012

La guerra contra los belgas

Año 57 a.C., tras un invierno pacífico, César recibe malas noticias. Al parecer, los belgas se estaban confabulando contra los romanos, y planeaban un levantamiento. César, preocupado, pide a los senones, que hacían frontera con los belgas, que vigilaran bien a sus vecinos. Éstos le informan a César de que un enorme ejército de belgas estaba siendo reunido. César no pierde más tiempo, recluta dos nuevas legiones, la XIII y la XIV, que junto con las que tenía anteriormente (la VII, VIII, IX, X, XI y XII), sumaba ocho legiones.

Puso inmediatamente rumbo al norte. El primer territorio belga que alcanzó fue el de los remos. Éstos se mostraron muy colaboradores y sumisos con César. Le suministraron importante información acerca del número y composición del ejército que estaba siendo reunido. Eran aproximadamente 290.000 hombres, principalmente belóvacos, nervios, ambianos, suesiones, atrebates, atuátucos, viromanduos, mórinos, menapios y otros tantos pueblos. Cada cual aportó la cantidad de soldados que pudo.

Todo este contingente de belgas, se puso en marcha hacia César. Primero llegaron a Bibracte, plaza fuerte de los remos, y la sometieron a asedio. Los remos pidieron entonces ayuda a César, y éste envió algunos arqueros y honderos. Gracias a esta ayuda, los belgas fueron incapaces de tomar la plaza, y se dirigieron contra César. Él, mando fortificar un campamento en una posición muy ventajosa, para hacer frente a los belgas. Aquella posición estaba muy bien defendida por ríos y zonas pantanosas. Cuando los belgas llegaron, sólo se pudieron librar pequeñas escaramuzas, y eran incapaces de  cruzar el río. No les quedó otro remedio que regresar para defender sus territorios.

Al día siguiente, César manda perseguir la retaguardia belga, en plena retirada, y logra matar a muchos de ellos. Posteriormente, se dirige a territorios de los suesiones, y pone sitio a la ciudad de Novioduno. Tras un breve asedio, los suesiones se rinden y piden clemencia. César se apiada, y se dirige a territorio de los belóvacos, y posteriormente al de los ambianos, y ambos pueblos se rinden y se someten a César.

Tras estos éxitos, César marcha con sus legiones al territorio de los nervios, que eran de los belgas más belicosos que había. Éstos sí que presentarían batalla a César. El lugar escogido sería a orillas del río Sambre. Los nervios habían logrado que les ayudasen los atrebates y los viromanduos. Además, los atuátucos estaban en camino.

César mandó construir un campamento en una colina que estaba junto al río. Fue en ese momento cuando los nervios decidieron atacar y pillar desprevenidos a los romanos. Éstos en seguida se percataron de la situación y formaron posiciones. Las legiones IX y X, apostadas en el flanco izquierdo se enfrentaron a los atrebates,  y en seguida lograron rechazarlos. Les persiguieron colina abajo y cruzaron el río, matando a muchos de ellos. Pero mientras, el flanco derecho no tuvo tan buena suerte. Las legiones VII y XII recibieron la embestida del grueso del contingente nervio, y pasaban muchas dificultades. Muchos romanos morían, aunque entonces, la legión X, regresó al lugar de la batalla e inclinó la balanza a favor de los romanos. La bajas belgas eran numerosas y el pueblo nervio fue sometido.

Los atuátucos, al tener noticias de esto, dan media vuelta y regresan a sus hogares. César va tras ellos y les persigue hasta una plaza fuerte donde se refugian. Los romanos comienza a asediar la plaza, y ante la inminente derrota, los atuátucos se rinden y abren sus puertas. César se dispone a regresar, cuando los atuátucos cambian de idea y se vuelven hostiles de nuevo. Salen en tromba de la ciudad y atacan a los romanos, sin éxito alguno, muchos atuátucos perecieron ese día y su pueblo fue claramente mermado.

Paralelamente a estos acontecimientos, César había enviado a Publio Craso, hijo de Marco Craso, el famoso aliado de César y hombre más rico de Roma, hacia la zona de Aremórica, donde obtuvo la lealtad de los distintos pueblos como los vénetos, venelos, osismos, coriosolites y redones.

Así, la Galia quedaba pacificada de nuevo, y las legiones romanas se marcharon a sus cuarteles de invierno. 

domingo, 2 de diciembre de 2012

La guerra contra los helvecios y Ariovisto


Corría el año 58 a.C., y César ya estaba preparado para realizar una campaña de conquista sobre la Galia. Ahora lo que necesitaba era un casus belli, un motivo para entrar en la Galia, y ese motivo se lo proporcionaría el pueblo helvecio.

Los helvecios estaban asentados en la actual Suiza, limitaban con los germanos al este. El territorio que ocupaban era bastante pequeño para su considerable tamaño, y tenían expectativas de grandeza. Por otro lado, la cercanía de los germanos y su amenaza era un motivo más que les llevó a abandonar sus tierras. Su objetivo era marchar al oeste y buscar algún otro lugar en la Galia donde asentar a aproximadamente 380.000 personas.

Abandonaron sus hogares, y quemaron sus aldeas y ciudades, para evitar tener la tentación de volver atrás. No obstante, tenían un problema, su territorio estaba muy aislado del resto, y sólo había dos caminos para salir. Uno a través del río Ródano, cruzando la Provincia romana, y otro por un estrecho y peligroso paso de montaña a través del territorio de los sécuanos.

Los helvecios optaron por la primera opción. Cuando César tuvo noticia de esto, marchó inmediatamente a la frontera. Los helvecios solicitaron el paso a través de la Provincia, pero César lo niega en rotundo. Entonces, ellos responden intentando cruzar el río por la fuerza, sin éxito debido a las numerosas fortificaciones que había construido César.

Los helvecios desisten y se deciden a cruzar el territorio de los sécuanos. Éstos permiten su paso, y ponen rumbo al oeste. Llegan a territorio de los heduos, amigos de Roma, y devastan sus tierras. Los heduos piden ayuda a César, y éste toma sus legiones y se lanza a perseguir a los helvecios. Éstos se hallaban cruzando un río, cuando César aparece y logra destruir a una cuarta parte de ellos, que aún no había cruzado el río, mientras el resto se hallaba al otro lado sin poder socorrerles. César continúa su persecución, pero hace un alto en el camino en la ciudad de Bibracte para obtener alimentos para sus soldados, proporcionados por sus aliados heduos. Es entonces cuando los helvecios se giran y se disponen a atacar a César. Él forma a sus tropas, y les planta batalla, y pese a los esfuerzos helvecios, los romanos se imponen y les infringen una amarga derrota. Los supervivientes huyeron hacia el norte, hacia territorio de los lingones, donde, impulsados por el hambre y el cansancio, deciden rendirse. César les ordena que regresen a sus tierras, y así lo hacen.

Tras esta exitosa campaña, se convoca una asamblea de toda la Galia, a la que acude César. Allí, los heduos y sécuanos, entre otros pueblos, piden ayuda a César para hacer frente a Ariovisto.

Ariovisto era un rey suevo (tribu germana) que cruzó el Rin, en torno al 60 a.C., junto con otros pueblos germanos, instigado por los arvernos y sécuanos, que querían derribar la supremacía de los heduos en la Galia. Se apropiaron de una parte del territorio de los sécuanos, y derrotaron en combate a los heduos, pidiéndoles un tributo a cambio de no atacarles. Durante dos años, los sécuanos, heduos y otros pueblos galos sufrieron la crueldad de Ariovisto, y por ello pedían ayuda a César.

César atendió a estas súplicas y pidió una entrevista con Ariovisto, a lo que él se negó, e instó a César a que fuera él quien fuera a verle. Él así lo hizo, y tomando sus tropas avanzó sobre el territorio de los sécuanos al encuentro de Ariovisto. Ambos se entrevistaron, y César hizo le hizo llegar las peticiones de los galos, pero Ariovisto apelaba al derecho de guerra de hacer su voluntad con los vencidos. En medio de la entrevista, los guardias de Ariovisto atacaron a los de César, con este hecho, dio él por concluida la entrevista, y decidió que era momento de atacar al ejército suevo.

César avanzó con sus legiones y se enfrentó a Ariovisto en los Vosgos, situado a la actual Alsacia. Las seis legiones de César hicieron frente a los temibles guerreros germanos. La batalla resultó ser un éxito, y las bajas germanas eran incontables. Los supervivientes huyeron, y cruzaron como pudieron el Rin, entre ellos Ariovisto.

Así, con la Galia pacificada, llegó el invierno, y César debía prepararse para lo que sucedería el próximo año, estén atentos…