martes, 24 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD

¡Saludos a todos! En una fecha tan señalada como ésta, mi intención era de desearles unas felices fiestas. Soy consciente de que últimamente no he prestado atención a ninguno de mis dos blogs, pero he tenido un diciembre muy ajetreado con mis actividades académicas, y las Navidades también lo serán, pero intentaré publicar alguna entrada en la medida de lo posible.

Así que ya sólo me queda desearles feliz Navidad y un próspero 2014 de parte de Res Publica y Horizonte de eventos, que sea mejor que el 2013, y que ojalá que crezcamos y baje el paro. ¡Hasta pronto!


domingo, 6 de octubre de 2013

La épica misión de las Voyager

Hace poco tiempo, tal vez hayan oído algo en las noticias acerca de la nave espacial Voyager 1. Habrán oído hablar de la heliopausa, o de un hito importante para la humanidad. Pero, ¿qué ocurrió exactamente? Yo se lo explico.

Todo comenzó el verano de 1964, gracias a Gary Flindro, un ingeniero aeroespacial del Jet Propulsion Laboratory del Caltech. En una época en la que los esfuerzos de la carrera espacial entre EE.UU y la URSS se centraban en investigar planetas cercanos como Marte o Venus, a Flindro le fue asignada la tarea de estudiar posibles rutas hacia planetas más lejanos, lo que le decepcionó enormemente. No obstante, se dio cuenta de que en la década de los 70 se iba a producir un raro alineamiento de los planetas gigantes (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) y se le ocurrió la idea de visitar todos los planetas en un solo viaje.

La NASA no perdió tiempo y decidió ponerse manos a la obra. Se enviarían dos naves hacia los gigantes gaseosos, llamadas Voyager 1 y Voyager 2. Antes de nada, y para asegurarse de que todo salía bien, dos naves fueron lanzadas a modo de avanzadilla, para ir abriendo camino. 


En 1972 se lanzó la Pioneer 10 y en 1973 la Pioneer 11, año en que a su vez llegaba la Pioneer 10 a Júpiter. Fue el primer objeto humano que llegó al planeta. Consiguió las primeras fotos de las nubes de Júpiter, y además hizo mediciones de la radiación que emitía el planeta. Se descubrió que si se hubiera enviado a las Voyager sin más, la intensa radiación habría destruido los circuitos y mandado a pique la misión. Gracias a ello, se pudo reconfigurar las Voyager con el fin de que pudieran soportar aquella radiación. En 1974 la Pioneer 11 volvió a mostrarnos imágenes de Júpiter, y en 1979 fue la primera nave en sobrevolar Saturno.

Ahora que las Pioneer ya habían abierto el, era el momento de que las Voyager iniciasen su viaje. El 20 de agosto de 1977, fue lanzada la Voyager 2, seguida por la Voyager 1, que se lanzó el 7 de septiembre de aquel año. A pesar de esto, la Voyager 1 fue la primera en llegar a Júpiter, en marzo de 1979. Pudo acercarse al planeta mucho más de lo que lo hicieron las Pioneer, y también estudió sus satélites (Io, Calixto, Europa y Ganímedes), haciendo importantes descubrimientos. En julio de aquel año llegó la Voyager 2, que tomó unas fotografías con más resolución que su antecesora, en particular de su característica mancha roja, que resultó ser un anticiclón del triple del tamaño de la Tierra. Descubrió una importante actividad volcánica en la luna Io, y unas enormes fisuras en la superficie de la luna Europa, que bien podrían ser casquetes de hielo.


La famosa mancha roja de Júpiter
Erupción volcánica en Io
Fisuras de la superficie de Europa

Los científicos tuvieron que esperar algún tiempo para poder hacer más descubrimientos. En noviembre de 1980, la Voyager 1 se aproximó a Saturno. El tiempo de viaje se redujo considerablemente gracias a la asistencia gravitacional, que consistía en tomar una órbita en Júpiter con un ángulo adecuado que permitiera usar su gravedad para impulsar la nave a toda velocidad hacia Saturno. Allí, se dedicó a estudiar sus fascinantes anillos, la composición del planeta, y su famoso satélite Titán, aunque poco sacó en claro, debido a la densa atmósfera que lo rodeaba. En agosto de 1981, llegó la Voyager 2, que se acercó más al planeta y tomó imágenes de mayor calidad, y descubrió nuevos anillos internos. También hizo mediciones de la temperatura del planeta. La Voyager 1 abandonó la exploración de los planetas para dirigirse fuera del Sistema Solar, mientras que la Voyager 2 continuó su viaje hacia Urano en solitario.
Titán, luna de Saturno

En enero de 1986, la Voyager 2 llega a Urano. Allí se descubrió un campo magnético muy similar al terrestre, aunque se hallaba torcido respecto a la rotación del planeta. También estudió la composición de sus delgados anillos, que apenas eran visibles desde la Tierra, y la particular superficie irregular de su luna Miranda, cuya disposición hacía creer que la luna saltó en pedazos en algún momento por una colisión, y posteriormente los fragmentos se volvieron a unir, formando una superficie desuniforme. Aparte de los datos físicos del planeta, no se hicieron descubrimientos especialmente sorprendentes.

Fracturada superficie de Miranda


Ahora ya sólo quedaba un planeta, en agosto de 1989, la Voyager 2 se aproximaba a Neptuno. Descubrió que tenía unos anillos incompletos, llamados arcos. Además, poseía una climatología muy activa, con grandes bandas nubosas y fuertes vientos. Tras analizar a fondo las características del planeta, la Voyager 2 se dirigió hacia Tritón, luna de Neptuno, donde descubrió gigantescos géiseres, que expulsaban nitrógeno a cientos de kilómetros de altura. 


Arcos de Neptuno
Géiser de Tritón
Esta fue la épica misión de las naves espaciales Voyager por los gigantes gaseosos. Pero la misión estaba lejos de acabarse, pues ambas naves habían cogido un gran impulso gravitacional que les llevaba hacia las estrellas. De hecho, tanto ellas como las Pioneer llevaban incorporadas unas placas donde se envía un mensaje a posibles inteligencias extraterrestres, en donde se especificaba la posición del Sistema Solar respecto a 14 púlsars, y se señalaba el tercer planeta del Sistema Solar. Algo que muchos, entre los cuales un servidor se encuentra, calificaban de extremadamente imprudente señalar la localización de la Tierra a seres cuyas intenciones nos son completamente desconocidas. Al margen de estas valoraciones, las cuatro naves espaciales siguieron cada una un camino distinto. En 1998, la Voyager 1 adelantó a la Pioneer 10, convirtiéndose en el objeto hecho por el hombre más lejano.

No obstante, a medida que pasa el tiempo, las naves se van quedando sin energía, y su capacidad de transmitir datos de ve seriamente mermada. La Pioneer 11 dejó de emitir en 1995, y la Pioneer 10 en 2003, se hicieron intentos de volver a contactar, pero fueron inútiles. Ambas naves continúan su viaje en silencio. No así con las Voyager, cuyas baterías todavía les permiten seguir emitiendo. Se prevé que la Voyager 2 deje de emitir en 2025, y la Voyager 1 entre 2025 y 2030. Unos objetos lanzados en 1977, y que todavía hoy están operativos, pone en manifiesto la elevada capacidad del sur humano para conseguir lo imposible.

Ambas sondas se dirigían hacia la helipausa, que es el lugar donde el viento solar se detiene por acción del medio interestelar, y se considera la frontera externa del Sistema Solar. Hace poco, en septiembre de 2013, la Voyager 1 detectó una densidad de electrones de 0,08 electrones/cm3, lo que indicaba que ya se había superado la heliopausa y llegado a espacio interestelar. Esto suponía que la Voyager 1 era la primera nave espacial humana que había salido de nuestro Sistema Solar, algo equiparable a otros hitos como la llegada del hombre a la Luna.



Quiero recalcar la importancia de este suceso para la humanidad, demuestra no sólo nuestra capacidad tecnológica, sino nuestro espíritu aventurero, y por conocer lo desconocido, a pesar de que no podamos hacerlo en persona. Por eso enviamos a un intermediario, la Voyager 1, que representa a toda la humanidad, y ya no es una simple máquina, no, es algo más. Ahí van todas nuestras esperanzas, nuestra ilusión, nuestra ansia por llegar más lejos que nunca, el vínculo entre la humanidad y las Voyager es más estrecho de lo que quepa imaginar. Es posible que en un futuro volvamos a encontrarnos con ellas, el reencuentro entre el Creador y la Creación, hasta entonces, hemos de contentarnos con el recuerdo de sus hitos históricos.



A día de hoy, la Voyager 1 se encuentra a 18,85 M de Km de la Tierra, y la Voyager 2 a 15,38 M de Km, y cada vez más lejos. Pueden seguir su viaje, en la página de la NASA http://voyager.jpl.nasa.gov/index.html

jueves, 19 de septiembre de 2013

Lavado de imagen

¡Saludos! Me dirijo hoy brevemente a ustedes para informarles del lavado de imagen que acabo de hacer en el blog. La verdad es que desde su creación, tenía el mismo diseño, y ya era hora de cambiar un poco.

Asimismo, también he decidido renombrar el blog. Su nuevo nombre será Res Publica. Y se preguntarán, ¿por qué ese nombre? Pues es una expresión que proviene del latín, significa la cosa pública. De ahí derivó hacia República, que era la forma de gobierno que tenían los romanos en aquella época. Por ello me ha parecido muy conveniente renombrar así el blog. Además, tenemos en el fondo una imagen del Senado romano, con Cicerón dando un discurso.

Por lo demás, los objetivos de este blog siguen siendo los mismos, así que les animo a continuar siguiendo mis entradas. Aunque, como yo saben, debido a mis actividades académicas, no podré dedicarle mucho tiempo. ¡Hasta la próxima!

jueves, 12 de septiembre de 2013

Siempre hay esperanza

La Historia es más importante de lo que nos imaginamos. Para muchos, son sólo anécdotas, cuentos para entretener sin más, pero no hay que tomárselo así. Pues la Historia ha sido protagonizada por seres humanos reales como nosotros, que tenían sus virtudes y sus defectos. De ellos sólo nos separa un mayor conocimiento adquirido en los siglos que nos separan, pero nada más. Si hubiésemos nacido en esa época, no habríamos sobresalido como seres superinteligentes y avanzados, seríamos iguales que ellos, porque de hecho los somos.

Y eso es algo muy importante, ya que nos permite echar una mirada al pasado, aprender de sus errores y des sus aciertos, y seguir adelante. Porque muchas veces no nos enfrentamos a situaciones absolutamente nuevas, sino que a lo mejor ya han sido vividas por alguien hace 2.000 años. Por tanto, saber qué es lo que él hizo en esa situación nos puede ayudar a tomar un rumbo. Pues la Historia no es lineal, como muchos creen, es cíclica. Cada cierto tiempo repetimos el mismo patrón, y esto será así siempre. Así que podemos usar este hecho en nuestro favor.

Existen muchos momentos en la Historia que podríamos aplicar en nuestra vida, pero uno de los más llamativos e imponentes lo constituye la Segunda Guerra Púnica (218 a.C. – 201 a.C.), que enfrentó a Cartago y Roma. Si lo desean, lean las entradas correspondientes a esta guerra para refrescar la memoria. Cartago y Roma eran las dos mayores potencias del Mediterráneo, y fue lo más parecido a una Guerra Mundial de la Antigüedad. Roma deberá dar lo mejor de sí misma para hacer frente a esta inminente amenaza, y sin duda fue una demostración de autosuperación y valentía digna de ser mencionada.

Los hechos de esta guerra fueron protagonizados por dos Estados beligerantes, y por sus respectivos apoyos, pero esto es perfectamente extrapolable al caso de personas individuales, y a situaciones que no tienen por qué ser una guerra ni un enfrentamiento violento. Simplemente es cuestión de sacar las virtudes que llevaron a Roma a la victoria y aprovecharlas tan bien como hicieron ellos.

Año 218 a.C., el resentimiento en Cartago por un anterior conflicto con Roma no tardaría en desencadenar una segunda guerra. Aníbal tenía este sentimiento muy arraigado, inculcado por su padre, Amílcar, que participó en la Primera Guerra Púnica, y se vio obligado a aceptar unas condiciones de capitulación humillantes para su pueblo. Amílcar, según cuenta la leyenda, hizo jurar a Aníbal odio eterno a Roma. Cuando Aníbal se hizo mayor, dirigió una campaña militar sin igual a lo largo de toda Italia, con objetivo de hacer rendirse a su enemigo principal. El odio fue el primer motivo de esta guerra, a su vez motivado por la paz de 241 a.C. Y el odio llevó a un ejército inmenso por las costas de Hispania y la Galia, por los montes Alpes, hasta llegar a las llanuras de Italia.

Aníbal fue muy hábil, atacar a tu enemigo antes de que pueda reaccionar. Roma fue pillada por sorpresa, mientras organizaba una expedición a Hispania y otra a África. Y Roma tomó decisiones precipitadas y rápidas ante esto, lo que habitualmente conduce al desastre. Tesino y Trebia (218 a.C.), y luego Trasimeno (217 a.C.), fueron sonadas derrotas romanas a manos de Aníbal en Italia, pero la peor de todas fue Cannas (216 a.C.), donde se estima que murieron entre 50.000 y 70.000 romanos e italianos. Ya se pueden imaginar ustedes cómo la desesperación se hacía dueña de las calles de Roma. En apenas tres años, más de cien mil hombres habían muerto inútilmente, y el enemigo campaba a sus anchas por sus tierras. Seguro que muchos pensaron en la capitulación, con el fin de intentar salvar su República. Aníbal también lo pensó, había derrotado a su enemigo aplastantemente en tres ocasiones, y sólo tendría que esperar sentado a que le llegara una oferta de capitulación. Cualquier Estado habría aceptado esto, con el fin de asegurar la continuidad. Probablemente, Aníbal no quería destruir Roma, sino simplemente humillarla, y convertir Italia en una provincia púnica, con Capua como capital, que se había pasado al bando cartaginés. Y esa es otra, los aliados italianos de Roma, sobre todo al sur, empezaron a desertar en masa. Roma estaba sola, sus legiones aniquiladas, ¿qué podían hacer? ¿Qué salvo rendirse? Eso era lo más fácil, pero no lo más viable para la mentalidad romana. Para ellos el único final de una guerra podía ser la capitulación absoluta de su rival. Este espíritu, aunque tambaleado, siguió adelante, sobre todo en manos de un importante político: Quinto Fabio Máximo. Este hombre era de carácter excesivamente prudente, de ahí su apodo Cunctator (El que se retrasa), y logró sacar fuerzas de toda esa desesperación. Mantuvo la cabeza fría, y pensó en cómo continuar. Bajar la edad mínima de reclutamiento a 17 años, comprar esclavos a los patricios y darles la libertad a cambio de servir en el ejército, preparar adecuadamente las defensas de Roma en caso de un eventual asedio. Así, poco a poco, el espíritu romano se levantó. Y llegaron a reunir 25 legiones.

Esto es muy importante, sacar fuerzas de donde no las hay, sacar esperanza, de donde ésta se ha extinguido, es prueba de una valor enorme, que ojalá que tengamos nosotros en nuestras vidas, pues esto es un modelo de comportamiento, que nos lleva a seguir adelante pase lo que pase, y a pesar de los muchos fracasos que cometamos. Lo bueno que tiene fracasar es que ya sabemos qué no hacer. Y los romanos lo aprendieron enseguida. Desistieron de atacar directamente a Aníbal, pues era él invencible en el campo de batalla, e ir recuperando Italia poco a poco, con el uso de pequeñas acciones militares de desgaste contra Aníbal, a la vez que llevando legiones hacia otras tierras. La base principal de los cartagineses estaba en Hispania, y allí llegó el joven Escipión, e hizo frente a una fuerza muy superior a él, para al final en pocos años acabar con la presencia cartaginesa en la península. En Sicilia, Marcelo dirigió el asedio de Siracusa, que había traicionado a Roma, hasta tomarla al cabo de dos años de asedio. En Grecia, Filipo V de Macedonia había atacado el protectorado romano de Apolonia debido a su alianza con Aníbal. Allí también fueron enviados soldados y resistieron la acometida del monarca macedonio. En el norte, en la Galia Cisalpina, también había guerra, pues los galos de esa zona también se aliaron con Aníbal. Pero paulatinamente, con toda la presencia militar en todo tipo de teatros de operaciones, Roma iba recuperando la situación. Las tornas se cambiaron, Aníbal no podía lograr que Roma le presentara batalla, tampoco podía recibir refuerzos de Hispania, a causa de la presencia de Escipión, estaba solo y cada vez más presionado por las legiones. Los italianos que habían traicionado a Roma, o se arrepentían y volvían a jurarle lealtad, o eran sometidos por las legiones. Finalmente, Escipión desembarca en África, lo que obliga a Aníbal a abandonar Italia después de muchos años de esfuerzos, para defender su tierra. Y en las llanuras de Zama, Escipión derrotó a Aníbal. Ante el inminente asedio de Cartago, su senado inicia negociaciones y se vieron obligados a firmar una paz todavía más ignominiosa que la de 241 a.C. Aníbal fue víctima del más abyecto ostracismo, y tuvo que exiliarse, sin haber logrado su objetivo.

Todo esto nos da una lección, una sencilla lección: siempre hay esperanza, SIEMPRE. ¿Acaso alguno de ustedes ha vivido una situación peor que la que vivió la República de Roma después de Cannas? Seguramente muy pocos, pues aprendamos a no rendirnos, y a cambiar de estrategia. No hay otra alternativa que la victoria, simplemente no la hay, es la única vía. Ésa debería ser la máxima que se rigiera durante nuestra vida. Pues recuerden lo que dije en la última entrada, somos romanos, luego apliquemos sus éxitos, y evitemos sus fracasos.

Y esto es sólo uno de los miles de ejemplos que podemos encontrar en la Historia, no sólo la de Roma, sino en general. Siempre habrá enseñanzas mucho más útiles que las de cualquier manual de filosofía o religión, pues estos hechos históricos, han sido llevados a la práctica, y comprobado su fiabilidad. Déjense llevar por la Historia…

Por último, quería mencionar, con permiso de Peter Jackson, un texto sacado de la película Las dos Torres, que viene muy a cuento con el tema que he tratado hoy. ¡Saludos!


“Lo sé, ha sido un error, no deberíamos ni haber llegado hasta aquí, pero henos aquí, igual que en las grandes historias, señor Frodo, las que realmente importan, llenas de oscuridad y de constantes peligros, esas de las que no quieres saber el final, porque ¿cómo van a acabar bien? ¿Cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido? Pero al final, todo es pasajero, como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso a un nuevo día, y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aún cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo, ahora lo entiendo. Los protagonistas de esas historias, se rendirían si quisieran, pero no lo hacen, siguen adelante, porque todos luchan por algo.”

viernes, 6 de septiembre de 2013

El legado de Roma

Oriente seguiría su andadura como Imperio Bizantino, pero la antigua gloria imperial nunca se recuperaría. Lo más cercano que se estuvo a ese objetivo, fue cuando el emperador Justiniano, con su causa Recuperatio Imperii, intentó reunificar el Imperio. Logró conquistar Italia, África y el sur de Hispania. Pero esas conquistas duraron pocos después de su muerte, y además los bizantinos debían hacer frente a su principal problema, que era el avance imparable del Islam. Perdieron Egipto, Siria y Palestina. Ahora el Imperio Bizantino sólo comprendía Grecia y Asia Menor, pero eso iba a cambiar con la invasión de los turcos selyúcidas, recientemente convertidos al Islam. El grueso del ejército imperial bizantino fue destruido en el año 1071. Desde ese momento, la decadencia bizantina era evidente, aunque se prolongó mucho debido a las formidables defensas de Constantinopla, que resistió impertérrita, hasta que al fin cedió a los turcos del sultán Mehmet. Así perecieron los últimos vestigios del Imperio Romano.

El Imperio que hombres como Escipión el Africano, Julio César, Cayo Mario o Pompeyo ayudaron a levantar se había hecho añicos. Lejos quedan ya todos sus actos, los ecos de lo que hicieron. Por eso escribo todo esto. Todas mis entradas obedecen a hacer un homenaje a la obra de todos estos grandes hombres, y a evitar que esos hechos caigan en el olvido. Pues en verdad nosotros somos romanos, somos descendientes de su cultura. Lengua, política, religión, literatura, derecho… Todo ello lo hemos recibido de Roma, por ello me parece tan importante recordar su historia, y la de los grandes hombres que la escribieron, ya sea con sangre en el campo de batalla o con palabras en la Curia del Senado. Ustedes mírense en el espejo, y verán a un romano. Aprendan su historia, y aprenderán sus errores para no cometerlos, y su aciertos para repetirlos. Nosotros somos romanos, y si por un momento guardan silencio oirán las voces de Escipión, Julio César, Cayo Mario, Augusto, Pompeyo, Catón, Tiberio Graco, Craso, Fabio Máximo, Aníbal, Vercingétorix, a través del tiempo y la distancia, cantando sus gestas, para que las tengamos siempre presentes, pues hasta los enemigos de Roma contribuyeron a forjarla tal y como es. Escúchenles, y difundan sus hechos, que estos nombres no caigan en el olvido, que sean inmortales…

Y esto es todo lo que quería decirles sobre el Imperio Romano, que ha sido no poco, y espero que hayan disfrutado tanto leyéndolo, como yo escribiéndolo. Pero esto no es el final, seguiré escribiendo, aunque tal vez no muy asiduamente sobre otros temas que no tienes por qué ser históricos. Siempre estoy abierto a sugerencias que hagan. Hasta muy pronto queridos lectores. ¡Ave César!

martes, 27 de agosto de 2013

La caída del Imperio Romano

Honorio se quedó con el Imperio occidental y Arcadio con el oriental. Tras la muerte de Teodosio, los visigodos dieron su pacto por terminado, y al mando del rey godo Alarico, se encaminaron al sur, a saquear la zona de Tracia y Grecia. Es en ese momento cuando se alza el general Estilicón, de origen vándalo, que fue el penúltimo de los grandes generales de Roma. Marchó contra Alarico y le derrotó en el 397. Aunque Alarico escapó y logró firmar una breve tregua con él. Además, Estilicón frenó una intentona de invasión de vándalos, su propio pueblo. En el 401, la tregua con Alarico acabó, y éste se dirigió hacia Italia, pero Estilicón se le interpuso y le frenó en las batallas de Verona y Pollentia. Los visigodos estaban a raya, aunque dentro del Imperio. En el 405, el general hizo frente con éxito a una incursión de suevos.

Sin embargo, esta racha de victorias había llegado a su fin. En el 406, una invasión masiva de suevos, vándalos y alanos cruzó el Rin y penetró en la Galia, en gran parte presionados por los hunos, sin que nadie pudiera hacer nada, pues Estilicón fue declarado enemigo público por el emperador, fue hecho prisionero y ejecutado posteriormente. Honorio, desde su sede imperial en Rávena, era espectador impotente de cómo su imperio se deshacía igual que un castillo de arena cuando sube la marea. Las hordas germánicas, después de permanecer un tiempo en la Galia, se trasladaron a Hispania, donde los suevos se asentaron en Gallaecia, los alanos en el centro peninsular, y los vándalos en la Bética. Sólo la Tarraconense seguía siendo territorio romano de facto.

En el 408, Alarico se puso en marcha, y llegó hasta las mismísimas puertas de Roma, se trataba de la primera vez desde la famosa invasión de Aníbal, que un ejército extranjero contemplaba las murallas de Roma. Tras un largo asedio, Alarico y el Senado llegaron a un acuerdo para pagarle a él un tributo. Así, el rey godo abandonó la ciudad. Pero Honorio se negó a pagar dicho tributo, y Alarico regresó y retomó las labores de asedio. Finalmente, en el 410, la ciudad de Roma cae, y sus habitantes fueron víctimas de la furia de las hordas visigodas. La ciudad fue sometida a un brutal saqueo. Aquello supuso un duro golpe a la moral romana, pues el corazón de su Imperio había sido mancillado. 


Tras esto, siguieron al sur, y la muerte le sorprendió a Alarico. Se cuenta que desviaron el curso de un río, le enterraron en su lecho, y luego restablecieron el río por su curso original, para que su tumba jamás fuese encontrada. Su cuñado Ataúlfo le sucedió en el trono, y llegó a un acuerdo con Honorio, los visigodos se establecerían en el sur de la Galia y servirían a Roma. De este modo, se creó el reino visigodo de Tolosa. En el 427, los visigodos, al mando del rey Teodorico entran en Hispania y expulsan a los vándalos y alanos hacia África. Sólo quedaban los suevos en Gallaecia, el resto de la península formó parte del reino visigodo de Toledo. La expulsión de vándalos y alanos trajo consigo la desgracia de Cartago, que fue tomada en el 439 por estos bárbaros, y se convirtió en sede de su nuevo reino, dedicado a la piratería.

Otros pueblos también cruzaron el Rin, como los francos, que se establecieron en el norte de la Galia, y los burgundios, que se establecieron alrededor de Lyon. Además, los romanos abandonaron Britania, que fue ocupada por tribus de sajones, anglos y jutos. El poder del emperador de occidente ya era meramente anecdótico, mientas que en oriente, Arcadio resistía a duras penas. En el 408 murió y fue sucedido por Teodosio II. Por aquella época, el Imperio oriental sufría graves ataques por parte de los hunos.

En el año 423, Honorio murió, y fue sucedido por Valentiniano III. Durante su reinado se alzó el último de los grandes generales de Roma, Flavio Aecio. Éste había tenido una brillante carrera militar, al lograr derrotar en numerosas ocasiones a visigodos y burgundios durante las décadas de los 30 y 40. Atila, rey de los hunos, invadió el Imperio oriental en el 443. Había conquistado numerosos pueblos germánicos, y su imperio comprendía todo el territorio desde el Rin hasta el Volga. Llegó hasta las puertas de Constantinopla, pero fue incapaz de tomar la ciudad por la falta de maquinaria de asedio, y firmó una tregua con Teodosio a cambio de un tributo. No obstante, las miradas de Atila no tardaron en posarse sobre el Imperio occidental. Pidió en matrimonio a Honoria, hermana del emperador Valentiniano, y estableció como dote la mitad del Imperio occidental. El emperador negó en redondo esta petición, y Atila preparó a sus hombres para marchar a Occidente en el 450. En su camino se interponía un solo hombre: Flavio Aecio.

Atila cruzó el Rin y se internó en la Galia. Aecio se propuso detenerlo, para lo cual, firmó un gran pacto con el rey de los visigodos Teodorico, y juntos le hicieron frente, además de pequeños contingentes de burgundios, francos, alanos y demás pueblos que se les unieron. Toda esa alianza presentó batalla en el 451, en los Campos Cataláunicos, donde murió el rey Teodorico. Allí Atila fue duramente derrotado. Pero al año siguiente regresó y penetró en Italia. Tras la muerte de Teodorico, los visigodos no ayudaron a Aecio, por lo que no pudo detener aquella tormenta. Atila saqueó toda Italia y se presentó ante las puertas de Roma. El fin era inminente, pero antes de tomar la ciudad, el papa León I tuvo una entrevista con Atila. No se sabe qué pudo decirle el papa, pero el rey huno tomó a todos sus hombres y abandonó las fronteras del Imperio. Al año siguiente, murió por causas aún no claras. Entonces, su imperio se derrumbó y dejó de ser una amenaza. Aecio murió en el 454 por orden del emperador, y al año siguiente fue el propio emperador quien encontró la muerte.

Éste había sido el último suspiro de Roma, que pervivió unos pocos años más, moribunda. La figura del emperador era una mera pantomima al arbitrio de los distintos caudillos bárbaros que surgían. En el 475, gobernaba Julio Nepote, pero fue derrocado por el general Orestes, quien puso en el trono a su hijo, Rómulo Augústulo, con solo 14 años de edad. Aunque era su padre quien gobernaba de facto. Al año siguiente, una tribu de hérulos al mando de Odoacro apareció, y exigió a Orestes la tercera parte de Italia. Orestes declinó esta posición, y la reacción del caudillo hérulo no se hizo esperar. Marchó hacia la sede imperial de Rávena, depuso a Rómulo y asesinó a Orestes. Odoacro se proclamó rey de Italia. Mientras Zenón, emperador oriental, no hizo nada al respecto. Esa fecha, año 476, se considera oficialmente como el fin del Imperio Romano de Occidente.





viernes, 16 de agosto de 2013

El principio del fin

Nos encontramos en el año 364 y sin emperador. Las tropas decidieron escoger como emperador a Valentiniano. Éste gobernaría junto con su hermano Valente. Valentiniano se quedaría con el Imperio Occidental, y Valente con el Imperio Oriental.

Valentiniano tuvo que hacer frente a muchas invasiones bárbaras. Sajones, pictos y escotos atacaron Britania. Mientras que por el sur luchó contra los alamanes. Logró hacer frente a todas estas invasiones y mantener el Imperio. En el año 375, mientras luchaba contra los cuados que habían cruzado las fronteras, murió. Le sucedieron sus hijos Graciano y Valentiniano II.


Valente pasó muchas dificultades con el Imperio Persa, aunque logró mantenerse. También luchó exitosamente contra los godos. No obstante, una nueva amenaza empezaba a crecer en el este, el preludio del fin de un gran Imperio, los hunos se acercaban… No eran buenas noticias. Los pueblos bárbaros asentados a lo largo del Danubio fueron empujados a cruzar las fronteras del Imperio. Toda Tracia estaba invadida por visigodos, ostrogodos, alanos, suevos, vándalos y hunos. Los visigodos habían tenido permiso del emperador para cruzar el río y establecerse, a cambio de defender la frontera. Por desgracia, se rebelaron. En el 378, Valente organizó a su ejército y luchó contra ellos en la batalla de Adrianópolis. La batalla fue un desastre total, dos tercios del ejército fueron aniquilados, incluido el propio emperador. Era el principio del fin. Ahora los bárbaros eran libres de ir a donde quisieran, y llegaron incluso a los muros de Constantinopla.

Ante la gravedad de la situación, Graciano, emperador occidental, nombró a su general Teodosio emperador de Oriente, para intentar controlar la situación. Él inició negociaciones de paz con los visigodos, y logró establecerlos a lo largo del Danubio. Algunos serían integrados en el ejército romano y otros quedarían con cierta autonomía, en calidad de ejércitos federados, cuyo cometido era defender las fronteras del Imperio.

En Occidente, el general Máximo se rebeló en Britania en el 383, e invadió la Galia. Graciano fue a su encuentro, pero fue asesinado. El resto de Occidente estaba bajo el gobierno de Valentiniano II, que como aún era niño estaba bajo la tutela de su madre. En el 388 Máximo invadió Italia, pero Teodosio intervino y le derrotó, quedando Valentiniano II como único emperador de Occidente.


En el 392, Valentiniano II se suicidó, y Eugenio subió al trono imperial. Teodosio, no contento con esto, marchó contra él y le derrotó dos años más tarde. Teodosio quedó entonces como único gobernante del Imperio. Una de sus principales medidas fue la proscripción de la antigua religión romana y el establecimiento del cristianismo como religión única del Imperio. En el 395 murió de muerte natural. El Imperio quedó definitivamente dividido en manos de sus hijos Honorio y Arcadio, y nunca volvería a reunificarse…

viernes, 9 de agosto de 2013

La Tetrarquía y los Constantinianos

El Alto Imperio ya ha finalizado. Ahora nos adentramos en una época conocida como el Bajo Imperio. También conocido como Dominado, ya que el emperador era ahora el dominus, el señor de todo el Imperio. La decadencia de Roma es ya muy evidente. Ya no es lo que era. Muy atrás quedan los tiempos de la República, ¿se acuerdan? La amenaza germana sigue ahí, cada vez más real. Godos, suevos, alamanes, vándalos, alanos, francos, burgundios, anglos, sajones… y hunos serán protagonistas en esta última etapa del Imperio.

En el año 285, Diocleciano accede al poder imperial. Y también hará lo mismo con Maximiniano, que será su coempereador, constituyéndose una diarquía. Pero poco después designó también a Galerio y a Constancio, estableciéndose así la Tetrarquía, cuatro emperadores gobernando aquel Imperio.


También todo el territorio fue dividido equitativamente entre los cuatro. Hispania, Galia y Britania para Constancio, África e Italia para Maximiniano, Iliria y las tierras del Danubio para Galerio, y Oriente para Diocleciano. Este nuevo régimen permitió consolidar el poder imperial frente a las amenazas externas, y las rebeliones internas, se luchó exitosamente contra el Imperio Persa, logrando el control de algunas zonas del Tigris. Parecía que la estabilidad volvía al Imperio. Entre otras cosas, Diocleciano reorganizó las provincias. 


De las cincuenta que había, se pasaron a cien. Por ejemplo, Hispania, que estaba formada por tres provincias, Tarraconense, Bética y Lusitania, pasó a tener cinco, Tarraconense, Cartaginense, Gallaecia, Bética y Lusitania. El ejército también sufrió reformas, pasando de 39 legiones a 60.  En el 305 Diocleciano y Maximiniano abdican, siendo sucedidos por Maximino II el primero, y Severo el segundo. Al año siguiente muere Constancio, y las tropas proclamaron como emperador a su hijo Constantino. Pero el régimen decayó, y las luchas internas entre los emperadores se multiplicaron. Italia y África estaban en manos de Majencio, hijo de Maximiniano, que usurpó el trono. Licinio, que estaba al mando de Iliria y el Danubio, tras la muerte de Galerio en el 311, selló una alianza con Constantino contra Majencio. Y éste estaba aliado con Maximino II, de modo que nos encontramos a dos emperadores luchando contra los otros dos.


En el 312 Constantino marchó hacia Roma contra Majencio. Antes de la batalla, la leyenda cuenta que Constantino vio una luz resplandeciente en el cielo, y unas letras aparecieron “XP” superpuestas, que en griego eran usadas para identificar a Jesucristo. Entonces la voz de Dios le dijo “Con este signo vencerás”, y mandó a todos sus soldados pintar la XP en todos sus escudos y cascos. De ese modo, logró vencer a Majencio en la batalla del puente Milvio y se alzó como único emperador de Occidente. Al año siguiente, Licinio derrotó a Maximino, quedándose con todo Oriente. 


Durante ese tiempo, Constantino mostró una actitud muy favorable hacia la Iglesia. Ésta dejó de ser objeto de persecuciones, y se le dio libertad de culto, amén de otras subvenciones públicas. Por otra parte, él mismo se había convertido al cristianismo.

En el año 324 estallaron las hostilidades entre ambos emperadores, lo que les llevó a enfrentarse militarmente. Constantino salió victorioso, quedando como único gobernante de todo el Imperio. Desde ese momento, comenzó la dinastía de los Constantinianos. En el 330, refundó la ciudad de Bizancio, y la renombró como Constantinopla, que sería la gran capital de la zona oriental, y gran bastión contra los bárbaros.



Constantino murió en el 337, dejando el trono a sus hijos Constantino II, y Constancio II y Constante. Este último, deseoso de más poder, se enfrentó a su hermano Constantino y le derrotó. De esta manera, el Imperio volvió a quedar dividido en dos. Constante se quedó con Occidente, y Constancio con Oriente.

En el 350 Constante fue asesinado, surgiendo así varios pretendientes en Occidente para ocupar su trono. Constancio marchó allí, y logró derrotar a esos pretendientes y restablecer la unidad imperial. Mientras, incursiones bárbaras se sucedían en la Galia. El emperador envió a Juliano, su sobrino, para controlar la situación. Juliano tuvo éxito y derrotó a las distintas tribus de alamanes y francos. Estas acciones le valieron gran popularidad. En el año 360 fue aclamado emperador por sus propios soldados, e iba a enfrentarse a Constancio. Pero antes de entablar batalla, éste cayó enfermo y murió, quedando Juliano como nuevo emperador.

Una de las políticas más destacadas de Juliano fue de restablecer la antigua religión romana, en detrimento del cristianismo que había sido muy fomentado y apoyado por los anteriores emperadores Constantinianos. Esto le valió el sobrenombre de “El Apóstata”. En el 363 organizó una gran campaña contra el Imperio Persa, donde obtuvo notables éxitos iniciales. Sin embargo, cayó en una emboscada y murió. Joviano, general de su ejército, le sucedió en el trono. Retiró sus fuerzas de Persia y firmó una paz ignominiosa. Cuando regresó, comenzó una política de vuelta al cristianismo. Prohibió los cultos a los dioses antiguos y confiscó los templos no cristianos. Finalmente, murió en el 364. 

martes, 30 de julio de 2013

Los Severos y la anarquía militar


Pertinax sucedió a Cómodo en el trono imperial, pero fue asesinado dos meses después. El próximo emperador sería Didio Juliano, que también acabaría muerto pocos meses después por orden del Senado, y el sucesor sería Septimio Severo, gobernador de Panonia. De este modo, comenzaba la dinastía de los Severos. Septimio destacó por sus exitosas campañas en Oriente, murió en el año 211, siendo sucedido por su hijo Caracalla, quien asesinó a su hermano Geta para poder ser así único emperador. Este personaje dedicó sus primeros momentos de gobierno a cometer asesinatos en masa contra los seguidores de su hermano. Padecía un gran desequilibrio emocional que le hacía equipararse a Alejandro Magno. Esto le llevó a hacer varias campañas exitosas contra los germanos, luego en las fronteras del Danubio, donde se habían asentado los godos y los carpos, y por último contra los partos, consiguiendo grandes conquistas. Cuando se dirigía a la ciudad de Carras, fue asesinado, en el año 217, por orden de Macrino, quien se proclamó emperador. Su reinado sólo duró un año, pues también se proclamó emperador Heliogábalo, de la dinastía de los Severos, y en la lucha entre ambos, Macrino fue derrotado y huyó, poco después fue capturado y ejecutado. Heligábalo era sacerdote de Elah-Gabal, una divinidad oriental, lo que no estaba visto con buenos ojos en Roma. Sus excesos y excentricidades religiosas y sexuales eran evidentes. Incluso llegó a circuncidarse. Al final, todo esto produjo un enorme descontento en el ejército, que le asesinó en el 222. Su sucesor fue su sobrino Alejandro Severo. Este emperador llevó una política muy moderada y acorde con los deseos y el pueblo de Roma. Tuvo que enfrentarse a un gran reto, en Oriente, el Imperio Parto había sido sustituido por el Imperio Persa Sasánida. Este nuevo imperio amenazaba las fronteras oriental, con lo que Alejandro tuvo que ponerse en marcha. Los sasánidas habían atacado las provincias de Mesopotamia. Alejandro no logró claras victorias, pero el desgaste obligó a los sasánidas a retirarse. Después hizo alguna campaña contra los germanos, pero fue asesinado en un motín de su ejército en el 235, de este modo se acababa definitivamente la dinastía de los Severos.

Las tropas proclamaron emperador a Maximino el Tracio. Desde ese momento, se estableció en el Imperio Romano una crisis de gobierno. Ahora los sucesivos emperadores no eran más que jefes militares nombrados por su ejército, y éstos eran depuestos al libre albedrío de las tropas. Maximino se halló en guerra civil con los Gordianos, pretendientes al trono. El emperador fue asesinado, y Gordiano III asumió el mando del Imperio en el 238. Se enfrentó a una invasión del rey Sapor I de Persia, que logró rechazar. Pero durante la campaña, en el 244, fue asesinado por Filipo el Árabe, quien se proclama emperador. Filipo firma la paz con Sapor y regresa a Roma. Atacó a los pueblos godos y carpos asentados en el Danubio, obteniendo grandes victorias. Sin embargo, distintos pretendientes al trono surgían por todo el Imperio. Las luchas entre Filipo y estos usurpadores, dieron la oportunidad a las tribus de godos, carpos y vándalos a penetrar en las fronteras del Imperio. Logró expulsarlos exitosamente, pero las tropas del Danubio, descontentas con él, proclamaron emperador a Decio. Ambos, Filipo y Decio, se enfrentaron militarmente de Verona, y ganó el segundo, muriendo Filipo, en el 249. Entonces lo godos volvieron a cruzar el Danubio y Decio se enfrentó a ellos en la batalla de Abrito, en el 251, donde tuvo una derrota aplastante y murió en la batalla. Las tropas proclamaron próximo emperador a Treboniano Galo. El rey Sapor I volvió a invadir las fronteras orientales, consiguiendo notables éxitos y conquistando la provincia de Siria. Treboniano envió a Emiliano a combatir a los godos en el 253 y logró expulsarlos, pero las tropas le nombraron emperador, y éste puso marcha a Roma para reclamar su trono. Antes de que Trebonio y Emiliano se enfrentasen, el primero fue asesinado. No obstante, el reinado de Emiliano sería corto, pues las tropas del Rin nombraron emperador a Valeriano y marcharon a Roma. Emiliano fue asesinado por sus propios soldados, y reconocieron al emperador Valeriano. Este emperador se enfrentó a muchas incursiones, los godos cruzaron el Danubio y llegaron hasta Tesalónica y Asia Menor, los carpos se asentaron en la Dacia y los francos y alamanes cruzaron el Rin. El hijo de Valeriano, Galieno, logró expulsar a los godos y asegurar la frontera del Danubio. Mientras, Valeriano marchó a Oriente y logró recuperar Siria, pero fue capturado en el 260 por Sapor y le hizo tragar oro fundido. Galieno sería su sucesor, logró derrotar a los alamanes en Milán. Pero los francos penetraron hacia Hispania y llegaron a Tarraco.


Ese mismo año, dos territorios se escinden el Imperio Romano. Por una parte, Hispania, Galia y Britania formaron el Imperio Galo, al mando del emperador Póstumo, y Siria, Judea, Cilicia, Capadocia y Egipto, que formaron el Imperio de Palmira, al mando de Odenato, quien derrotaría definitivamente a Sapor. Los godos volvieron a cruzar el Danubio, y nuevamente Galieno tuvo que hacerles frente y expulsarles. Al igual que muchos emperadores, Galieno fue asesinado en el 268. Uno de los conspiradores, Claudio II, le sucedió. Realizó exitosas campañas contra los godos y los alamanes, que mantuvieron seguras las fronteras danubianas, mientras que el Imperio Galo defendía la frontera del Rin, y el Imperio de Palmira hacía lo propio con los persas sasánidas. Claudio murió por la peste en el 270, su hermano le sucedería pero sólo por unos meses.


Aureliano ocuparía el trono imperial, debido al gran apoyo que tenía entre las tropas. Se enfrentó a nuevas invasiones germánicas. Destacó por lograr un acuerdo de paz con los godos, pero sobre todo por lograr reunificar el Imperio. Primero anexionó Palmira, y después el Imperio Galo. De modo que Aureliano sería único gobernante del Imperio Romano. Las constantes invasiones germánicas había causado el terror en la población de Roma. Era evidente que hacían falta nuevas defensas. Roma sólo contaba con las murallas servianas, construidas por el rey etrusco Servio Tulio. Databan del siglo IV a.C., y evidentemente eran muy viejas, estaban obsoletas, pues el crecimiento demográfico hace tiempo que había rebasado el perímetro de la muralla. Por esto, Aureliano construyó un nuevo cerco defensivo alrededor de Roma. Las murallas aurelianas tenían 8 m de altura, y protegían un perímetro de 19 km de largo.

En el 275 fue asesinado por la guardia pretoriana. El ejército permitió que el Senado eligiera al sucesor, que fue Tácito. Sin embargo, murió mientras luchaba contra los godos que habían invadido Asia Menor. Probo y Floriano, hermano de Tácito, lucharon por el trono, alzándose finalmente Probo como emperador en el 276. Logró expulsar a germanos que habían cruzado el Rin y se habían asentado en la Galia, y también luchó contra los vándalos en la frontera del Danubio. En el 282 fue asesinado por sus soldados. Le sucedió Caro, quien condujo una exitosa campaña contra los sasánidas, conquistando gran parte de Mesopotamia. Aunque al año siguiente murió probablemente por causas naturales. Sus dos hijos Numeriano y Carino fueron coemperadores. Pero Numeriano murió en el 284, y Carino en el 285, ambos asesinados. 

sábado, 27 de julio de 2013

Los Antoninos, el máximo esplendor de Roma

El próximo emperador sería Nerva, que fundaría la dinastía de los Antoninos, bajo la cual, el Imperio Romano alcanzaría su máximo esplendor. Lo malo de todo es que cuando se llega a tener el máximo esplendor, sólo hay un camino posible, hacia abajo.

Se cree que Nerva pudo tener algo que ver con el complot que acabó con la vida de Domiciano. Sea como fuere, Nerva quiso romper absolutamente con la política de su anterior predecesor, deshaciendo todas sus anteriores decisiones en el gobierno de Roma. Nerva murió dos años más tarde, de muerte natural.

Nombró a un sucesor que no era de su familia, algo que era muy inusual, para lo cual, tuvo que adoptarlo como hijo. Su nombre era Trajano, que era de origen hispano, y por tanto el primer emperador no italiano. Realizó varias reformas urbanísticas en Roma, y rechazó ser adorado como un dios. Pero una de sus hazañas más famosas fue la conquista de Dacia. A lo largo de dos guerras, logró someter este hostil territorio, hacia el año 106. También inició una invasión del Imperio Parto, hasta anexionar Mesopotamia como provincia. Bajo su reinado, Roma alcanzó su máxima extensión. Murió en el año 117, y al igual que su predecesor, adoptó como hijo a Adriano, para poder legarle el Imperio.


Adriano, al llegar al poder, devolvió la conquista de Mesopotamia, y realizó en Britania una de las empresas más famosas del mundo Antiguo, la construcción del muro de Adriano. A pesar de que Britania se encontraba sometida, el norte aún permanecía indómito, y realizaba ataques constante sobre la provincia. Esto obligó a Adriano a construir un muro de 130 km de largo, que llega desde la costa este de la isla a la costa oeste, y dividía la isla en dos partes. A parte de esto, Adriano también se enfrentó a tareas de pacificación en la provincia de Judea. Murió en el 138, dejando el gobierno en manos de su hijo adoptivo, Antonino Pío.


Antonino era un hombre muy religioso, y una de sus acciones fue intentar recuperar la religión tradicional, pues ésta estaba demasiado “orientalizada”. También expandió las fronteras de Britania hacia el norte, edificando un nuevo muro, conocido como el muro de Antonino, para protegerlos de las tribus salvajes del norte. No obstante, los trabajos de construcción se pararon con la muerte de Antonino en el año 161.

El siguiente emperador fue Marco Aurelio, yerno de Antonino y muy famoso por la película Gladiator. Durante la transición al gobierno de Marco Aurelio, los partos aprovecharon para invadir Armenia y Siria. El emperador envió a su hermano Lucio Vero y logró expulsarles, obligándoles a firmar la paz. Por otro lado, varias tribus germanas habían cruzado el Danubio, atacando la ciudad de Aquilea, que se situaba a las puertas de Italia, y las tierras de Grecia e Iliria. Marco Aurelio inició una serie de campañas que permitieron expulsar a los invasores más allá del Danubio, e incluso cruzarlo para establecer alguna provincia al otro lado, pero cuando estaba a punto de culminar su tarea, murió a causa de la viruela, en el 180.



Le sucedió su hijo Cómodo, que con la intención de llegar a Roma cuanto antes, pactó una paz poco ventajosa con los germanos, y regresó sin haber terminado la conquista de su padre. Tenía un carácter tiránico y despótico, tal y como refleja en la película Gladiator, donde también se recoge el complot que su hermana realizó contra él, que fue debidamente frustrado. Aunque la verdad es que Cómodo no murió a manos de Máximo Décimo Meridio en la arena del Coliseo, sino que, al igual que otros emperadores, fue víctima de un complot, en el año 192. De esta manera, termina definitivamente la dinastía de los Antoninos.