domingo, 24 de febrero de 2013

Regreso a Britania y el ataque de los galos

En fin, lectores, es momento de continuar con nuestra historia de la guerra de las Galias. Nos encontramos en el año 54 a.C. César decide que hay que terminar lo empezado el año pasado en Britania, por lo que prepara su regreso a la isla. Deja la Galia a cargo de Labieno. Él embarca con cinco legiones hacia Britania.

Nada más llegar, se da cuenta de que no hay enemigos esperándole, pero es informado de que los britanos se habían reunido bajo la dirección del rey Casivelono. César deja una pequeña guarnición el punto de desembarco y marcha hacia su posición. Casivelono les ataca de improviso con sus carros de batalla, aunque no logra su objetivo y se retira a los bosques, desde donde los britanos luchan a la defensiva. La legión VII fue determinante a la hora de hacerlos huir completamente. 


César sigue adentrándose en tierras britanas y libra algunos combates. Finalmente llega al río Támesis, en cuya orilla opuesta se congregaban las tropas de Casivelono. Los romanos se vieron obligados a vadear el río, y a pesar de que luchaban en malas condiciones, con el agua al cuello, literalmente, logran imponerse y vencer a sus enemigos. Éstos huyen a una plaza fuerte cercana, rodeada de frondosos bosques, pero ante la llegada de los romanos, la plaza es tomada definitivamente. Casivelono decide probar una última estrategia y ataca el punto de desembarco de las tropas, donde se encontraba la flota, pero también es rechazado. Ante la imposibilidad de derrotar a los romanos, Casivelono se rinde. César acepta la rendición e impone un tributo anual a Britania.

Tras esta exitosa campaña, César manda embarcar de nuevo y regresar a la Galia. Pero había un problema, una tempestad había destruido gran parte de la flota, por lo que tuvieron que reparar las naves que eran recuperables, y regresar a la Galia por turnos. Una vez allí, repartió las legiones por todo el territorio de manera equitativa, para pasar el invierno.

No obstante, no sería un invierno demasiado tranquilo. En el territorio de los tréveros gobernaba un tal Cingétorix, aliado de César, quien había depuesto a su rival, Induciomaro. Éste último, tenía grandes ambiciones y pretendía levantar a toda la Galia contra César, para lo cual convenció a los líderes eburones Ambíorix y Catuvolco.

Ambíorix decide atacar a la legión XIV, a cargo de Sabino, que estaba invernando en su territorio, con un contingente de soldados eburones. El ataque fue mal y enseguida fueron rechazados. Entonces Ambíorix le pidió audiencia a Sabino. Le dijo que había una conspiración en toda la Galia para atacar a la vez todos los campamentos romanos, de modo que ninguno pudiera ir en ayuda de otro, y que ellos les habían atacado presionados por sus vecinos, pero que en realidad estaban de su parte. Además, Ambíorix le aconsejó a Sabino que llevara a su legión a ayudar al campamento más cercano, el de Labieno, en territorio de los tréveros, o el de Cicierón, en territorio de los nervios. Tras la marcha del líder eburón, hubo gran disputa sobre lo que hacer, aunque se impuso la decisión de Sabino, que era salir de inmediato y ayudar a sus compatriotas. 


Mientas marchaban, fueron atacados por el mentiroso Ambíorix de sorpresa. La batalla estaba perdida nada más comenzar, los romanos luchaban a la defensiva. A Sabino no lo quedó otra que acudir hacia donde Ambíorix para parlamentar con él. Grave error, en medio de la entrevista, fue asesinado a traición. Tras esto, los eburones estaban enardecidos, y los romanos perdieron la esperanza. Regresaron a duras penas al campamento y ante su inminente derrota, se suicidaron entre ellos.  Sólo algunos pocos pudieron escapar y poner a Labieno al tanto de todo.

Tras esta gran victoria, Ambíorix logró atraer a muchos pueblos a su causa, entre ellos los atuátucos y los nervios, y todos juntos marchan hacia el campamento de Cicerón. Tras un ataque inicial, los nervios son rechazados, y pidieron parlamentar con Cicerón. Le contaron lo mismo que le contó Ambíorix a Sabino, pero Cicerón no les creyó, y los despachó de allí. No tuvieron otro remedio que atacar el campamento. El ingente número de enemigos obligó a Cicerón a enviar emisarios a César para pedirle ayuda, aunque ninguno de estos emisarios llegó ya que fueron interceptados. Los enemigos construyeron grandes fortificaciones y torres de asedio alrededor del campamento y se dispusieron a asediarlo. Los soldados de Cicerón pasaron grandes penurias para defender sus posiciones. En una situación desesperada, con los víveres agotándose y sin esperanzas de victoria. Finalmente, Cicerón logró enviar un mensaje a César a través de un nervio.

César, al saber de todo esto, decidió marchar con tres legiones en ayuda de Cicerón. Reclamó a Fabio, Craso y Labieno sus respectivas legiones. Los dos primeros acudieron rápidamente, pero Labieno no lo hizo, alegando que Induciomaro estaba acampado con un  ejército de tréveros cerca de su campamento, y que esperaba un inminente ataque. Con lo cual, César tuvo que conformarse con dos legiones y marchó raudo hacia la posición de Cicierón. Nada más llegar César, los enemigos abandonaron el asedio y fueron contra él. César estaba acampado a poca distancia de ellos, y logró engañarles para que atacaran el campamento. Así mientas lo hacía, los soldados salieron de súbito por las puertas y les atacaron de improviso. No resistieron el ataque y en seguida fueron puestos en fuga. Tras esta victoria, César se reunió con Cicerón y su legión, que habían sido salvados.


Entretanto, estas noticias llegaron a oídos de Induciomaro, quien desistió de atacar a Labieno. Regresó a su tierra, y expulsó de allí a Cingétorix. Desde allí, instigó a pueblos vecinos a aportar soldados para atacar a los romanos, y expulsarles de la Galia. También intenta reclutar a germanos, pero éstos se negaban a cruzar el Rin por miedo a César. Logra reunir una tropa de tréveros, senones y carnutes. Juntos atacan el campamento de Labieno, quien usando la misma táctica que César, hace salir súbitamente a todos los soldados del campamento y les atacó, infligiéndoles. Los enemigos se dispersaron en todas direcciones. Induciomaro resultó muerto en la batalla y su cabeza fue llevada al campamento.

La Galia quedaba entonces relativamente pacificada. Pero muy relativamente, ya que dados los acontecimientos sucedidos, y sobre todo por el descalabro de Sabino y la legión XIV, se puso en evidencia que los romanos no eran invencibles. Prácticamente todos los pueblos, excepto los heduos y los remos, conspiraban para un levantamiento general de toda la Galia…

domingo, 17 de febrero de 2013

Adiós al Metro de Donostialdea



El pasado miércoles la consejera de medio ambiente y política territorial del Gobierno Vasco, Ana Oregi hacía pública la noticia de que el proyecto de la pasante ferroviaria de San Sebastián, quedaba definitivamente desechada. De nada sirvió que el anterior ejecutivo de Patxi López se diera prisa en adjudicar el tramo Lugaritz-La Concha. Es así cómo el metro de Donostialdea, uno de los pilares de la gestión de Patxi López, se estanca definitivamente. Aunque sí bien es verdad que la estación de Altza sí que podrá abrirse.


Cambio de gobierno, cambio de rumbo. Al igual que ocurrió con la llegada de Bildu, muchos proyectos estratégicos están siendo paralizados, y con ellos toda Guipúzcoa. Y que quede claro que yo no seré el primero en defender la gestión de Patxi López, pienso que ponerse a cambiar los rótulos de Euskotren por los de Metro Donostialdea, y poner frecuencias de 7,5 minutos entre Amara y Herrera, fue un exceso, y algo muy prematuro.  No hay más que ver los trenes vacíos que hacen el recorrido Amara-Herrera. No obstante, de ahí a paralizar todo el proyecto es un paso, pues la pasante ferroviaria era algo muy beneficioso sobre todo para la gente que no reside en Donostia. Para esta decisión se alegan motivos económicos, esperemos pues que para cuando la situación económica vaya mejor, el PNV apueste por el Metro de Donostialdea, cosa que dudo.



Y no hay más vuelta de hoja, mientras se mantenga la mayoría Bildu-PNV, en Guipúzcoa no seguiremos adelante con nuestros proyectos estratégicos.

Sin embargo, el PNV ha dejado abiertas otras alternativas de mejora de la línea, por ello yo desde mi blog pido un aumento de frecuencias hasta Irún de 15 minutos durante todo el día, y el desdoblamiento de la vía hasta Irún, allá donde sea posible claro.

Por otro lado, dejo aquí otra propuesta que puede ser interesante, y que desde luego creo que está más justificada que la ya desechada pasante ferroviaria, se trata de un proyecto muy parecido a la misma, pero con ciertas modificaciones. Principalmente se elimina el ramal a Eguia, y desde Amara, el trazado se tuerce ligeramente a la izquierda hasta llegar a la estación de Atotxa, donde puede tener conexión con TAV, Cercanías y la estación de autobuses; es decir, que en Atotxa se produciría una intermodalidad completa entre los medios de transportes más importantes de Guipúzcoa. Después del trazado sigue hacia el norte y hace parada en Gros, desde donde gira a la izquierda y hace parada en el Boulevard, donde tendría conexión con la gran mayoría de las líneas de Donosti Bus. Y por último, el trazado sigue en dirección a la Ondarreta, desde donde el trazado sería igual al proyecto original.



Por lo menos, he de felicitar al ejecutivo de Patxi López por la adquisición de las nuevas unidades de tren de la serie 900, ya que si por otros fuera, todavía tendríamos que aguantar unos trenes que ya llevamos mucho tiempo sufriendo. ¡Muchas gracias! 


sábado, 9 de febrero de 2013

Hacia Germania y Britania

Nos encontramos ahora en el 55 a.C. Tras un invierno pacífico, nuevos ecos de guerra resuenan en la Galia. La tribu germana de los suevos, estaba hostigando a los usípetes y los téncteros, y le forzó a desplazarse hacia el oeste, hacia la Galia. Cruzaron el Rin, causando grandes problemas a los menapios que estaban allí instalados. César no tolera esta situación y se ve obligado a marchar allí.

Cuando contactó con estos pueblos germanos, ellos se mostraron en actitud amistosa, y le transmitieron que sólo buscaban refugiarse de los suevos. César, no obstante, no podía permitir que devastaran las tierras de los galos, por ello, les pide que vuelvan a cruzar el Rin y se acojan con los ubios, que eran amigos de los romanos. Los germanos piden tiempo para pensárselo y César se lo concede, aunque sospecha que sólo es una estratagema para tener tiempo hasta que llegue el grueso de su caballería.

Mientras, los usípetes y téncteros traicionan la confianza de César, atacando a un contingente de sus tropas, aunque al día siguiente envían mensajeros pidiendo disculpas. César, agotada ya su paciencia, pone rumbo al campamento enemigo rápidamente y lo asalta. El ataque les pilló desprevenidos, y murieron muchos de ellos, incluyendo mujeres y niños. Los supervivientes se precipitaron contra el Rin, y regresaron a Germania, donde se refugiaron en tierras de los sugambros.

César se dirigió a ellos pidiendo que se les entregase a los líderes responsables de los agravios causados en la Galia, pero se niegan, afirmando que él no tenía autoridad al otro lado del Rin. Entonces, César impulsado por esto, y por los ubios, que le pedían ayuda contra los suevos, decidió acometer una de las más famosas empresas de esta guerra: cruzar el Rin.

Para llevar a cabo tal acción, no utilizó naves, como es habitual, sino que construyó un robusto puente de madera, que salvara la enorme distancia entre ambas orillas. Los soldados trabajaron duramente, y en apenas 10 días el puente ya estaba listo. En cuanto cruzaron, no tuvieron que hacer frente a nadie, los sugambros, téncteros y usípetes, huyeron de aquel lugar y se pusieron a salvo de los romanos. Después César se dirigió hacia tierras de los ubios, donde les renovó su compromiso de ayudarles en caso de ataque suevo. Tras realizar todo esto, regresó a la Galia, y mandó cortar el puente.

César, al regresar, tenía en mente otra gran empresa: desembarcar en Britania. El motivo era que los britanos habían enviado mucha ayuda a los galos que luchaban contra César, y esto no podría permitirlo más. 

Tomó las legiones VII y X y desde territorio de los mórinos, embarcaron hacia Britania. En cuanto vieron una playa apta para un desembarco, fondearon allí las naves, y los soldados saltaron hacia el agua (en aguas poco profundas, claro) y caminaron hacia la playa. Un contingente de britanos ya estaba allí esperando para darles la bienvenida, y los romanos pasaron muchas dificultades, pero al final lograron rechazarlos y tomar la playa. Tras este éxito, muchos pueblos britanos le enviaron mensajeros de paz a César.

Sin embargo, sucedió un contratiempo, la flota que trasportaba la caballería, cuando zarpó se topó con una tormenta. Sólo llegaron algunas naves, el resto se hundió o fue devuelto al continente. Los britanos al saber que los romanos estaban sin caballería, aprovecharon para atacar. La legión VII se encontraba reuniendo provisiones, cuando fueron atacados de improvisto por los temibles carros britanos. Pasaron dificultades, hasta que César acudió con refuerzos y logró rechazarlos. Aún así, los britanos no se dieron por vencidos, y atacaron el campamento de César. Los romanos lucharon bien, y lograron rechazarlos de nuevo. Así, con tal racha de victorias, los pueblos britanos no tuvieron otro remedio que enviar mensajeros de paz a César.

Una vez logrado todo esto, César manda a todas las tropas montar en las naves y regresar a la Galia para pasar el invierno. Cuando desembarcaron, algunos fueron atacados por los mórinos. Entonces César envía en su ayuda un contingente de caballería y logra vencerles. Los mórinos finalmente se rindieron, y las legiones pudieron ir a invernar a sus cuarteles de invierno. 


viernes, 1 de febrero de 2013

La Galia, guerra por tierra y por mar

Señores, lo prometido es deuda, y he vuelto con el propósito de continuar con la apasionante historia de la guerra de las Galias. Espero que hayan sido buenos ustedes y que los reyes magos les hayan traído muchos regalos. Y sin más dilación, iré al grano.

Nos encontramos en el año 56 a.C. La Galia se encuentra pacificada, aunque no por mucho tiempo. Este año, la guerra se trasladará a la zona de la costa Atlántica, sobre todo, a las regiones de Aremórica y Aquitania.

Precisamente, Publio Craso se encontraba acampado con la legión VII en territorio de los vénetos, en la actual península de Bretaña. Craso envió algunos embajadores a los pueblos vecinos para solicitar suministros. Los vénetos se negaron en redondo y apresaron a los embajadores. César, al tener noticia de todo esto, temía un levantamiento en la Galia, y envió a sus generales a distintos puntos del territorio para asegurarse la lealtad de los galos.

Tito Labieno fue enviado a territorio de los tréveros, con el fin de vigilar a los pueblos galos asentados en esta zona, y evitar una posible incursión germana en territorio galo. Quinto Titurio Sabino, fue enviado a territorio de los venelos, asentados en la actual península de Cotentin, Craso iría a Aquitania, y por último, César y Décimo Bruto se ocuparían de los vénetos.

Los vénetos se caracterizan por tener una formidable flota, eran expertos marineros, y por tanto, para vencerles había que vencerles por mar, para lo cual César mandó construir una flota en el río Loira y la dejó al mando de Bruto, mientras que él lideró un ataque por tierra a las fortalezas vénetas. Estos ataques resultaron infructuosos, pues lo vénetos se resguardaban en unas fortalezas levantadas sobre penínsulas que se convertían en islas cuando subía la marea, por lo que tomarlas era muy difícil, tuvo que esperar a que llegara Bruto con su flota para que las cosas cambiasen.

Bruto tenía un problema para enfrentarse a las naves vénetas, y es que éstas eran mucho más robustas que las romanas, difíciles de combatir. En cambio, las naves romanas tenían la ventaja de ser muy rápidas y maniobrables, por lo que Bruto aprovechó esta circunstancia. Desde las naves romanas, se lanzaban garfios a las naves enemigas, que se enganchaban en la cuerda que sostenía el mástil, y después la nave tiraba de la cuerda hasta que los mástiles se rompían, y las naves vénetas quedaban inmovilizadas. Una vez hecho esto, los romanos podían capturar aquellas naves sirviéndose de la técnica del abordaje. Los vénetos perdieron gran parte de sus naves en aquella batalla, lo que les obligó a rendirse ante César.


Mientras, no muy lejos de ahí, Sabino intentaba lidiar con los venelos, que se había alzado. Estos recibieron ayuda de otros pueblos como los lexovios y los aulercos. Ese contingente atacó el campamento de Sabino, quien pasó dificultades, aunque logró rechazarlos y los venelos tuvieron que rendirse.

Entretanto, Craso se dirigía hacia Aquitania, hacia territorio de los sociates, pueblo que se había rebelado. Fue directamente hacia la capital y le puso sitio. Tras un breve asedio, los sociates se rindieron. Entonces Craso continuó hacia el sur, hacia territorio de los vocates y los tarasutes. Éstos pueblos se habían tomado muy en serio defenderse contra los romanos, y pidieron refuerzos a Hispania. Acudió un contingente de cántabros y formaron una poderosa hueste. Craso decide atacar directamente su campamento. Los romanos pasaron muchas dificultades a la hora de asaltarlo, de modo que Craso envió a un contingente de soldados que rodeara el campamento sin ser visto por el enemigo y atacar por la retaguardia. Para cuando quisieron darse cuenta, los romanos ya se habían internado en el campamento y fueron masacrados. En ese momento, muchos pueblos aquitanos se sometieron ante Craso.

Tras todos estos éxitos de campaña, César se dirige hacia los únicos pueblos que aún no se han pacificado, los mórinos y los menapios, en la costa de Bélgica. Esta vez, estos pueblos usan una táctica de guerra consistente en esconderse en los bosques y atacar por sorpresa. César, para evitar esto, manda talar los bosques, y toda su madera fue usada para levantar fortificaciones. Los mórinos y menapios no se atrevían a atacar. Entonces se desató una serie de inclemencias meteorológicas que obligaron a César a detener la tala y regresar a los campamentos de invierno.