viernes, 16 de noviembre de 2012

La Galia y sus pueblos

Gallia est omnis divisa in partes tres… Así es como empiezan los “Comentarios a la guerra de las Galias” un libro escrito por Julio César donde narra con todo lujo de detalles las exitosas campañas que llevó a cabo este procónsul, para convertir en nada más que ocho años, a la Galia en la nueva provincia romana. Antes de empezar a contarles cómo se desarrolló la guerra, procederé a hacer una descripción previa de la Galia y sus muy distintos pueblos.

A pesar de que César divide la Galia en tres partes, yo antes la dividiría en dos principales zonas geográficas. Una de ellas es la Galia Cisalpina, que ya ha sido mencionada en anteriores entradas. Como su propio nombre indica, se encuentra “más acá de los Alpes”, tomando como punto de referencia Roma; es decir, que estaba al sur de los Alpes, correspondía aproximadamente al valle del Po. Esta tierra ya había sido conquistada con bastante anterioridad por los romanos, y sus habitantes adquirieron protagonismo cuando se unieron al ejército de Aníbal. Pero ahora, la Galia Cisalpina no era más que una provincia pacificada, que ya no daba problemas.

Por otro lado, tenemos a la Galia Transalpina, que es la Galia que está “más allá de los Alpes”, lo que aproximadamente corresponde a las actuales Francia, Suiza y Bélgica. Se trata de una inmensa extensión, habitada por pueblos muy heterogéneos y para nada unidos. Constantemente se hacían la guerra mutuamente. El término galo, es la traducción al latín de la palabra celta. Luego muchos de estos pueblos, aunque no todos, eran de origen celta.

La Galia Transalpina se dividía a su vez en cuatro zonas geográfico-étnicas. Una de ellas era la Galia Narbonense, que ya había sido conquistada por Roma. Comprendía una franja de terreno galo desde los Pirineos, hasta los Alpes. Se trataba de una provincia muy importante, ya que unía por tierra Roma e Hispania. No obstante, los romanos más coloquialmente no la conocían como Galia Narbonense, sino simplemente “La Provincia”. Sus habitantes aún no estaban muy romanizados, por lo que llegarían a tomar un papel contra los romanos en la inminente guerra. Los más importantes de ellos eran los alóbroges y los volcos, pueblos de origen celta y muy belicosos.

Otra zona era Aquitania, que comprendía un pequeña franja de terreno entre los Pirineos y el río Garona, aproximadamente corresponde a la actual provincia francesa de Aquitania. Se trata de una tierra independiente, a diferencia de la Provincia o de la Cisalpina. Sus pueblos no son de origen celta y hablan un idioma distinto, que se cree que pueda ser el euskera arcaico. Y tienen más similitud con sus vecinos iberos que con los galos. De entre ellos, encontramos pueblos como los sociates, tarbelos, garunos, ptianios, elusates, gates, etc.

Por otra parte, tenemos la Galia Céltica, que es la Galia propiamente dicha. Como su propio nombre indica, sus pueblos son de origen celta, y ocupan la mayor parte de la Galia. Al sur limitan con Aquitania, en el río Garona, y también con la Provincia. Al norte limitan con Bélgica, en los ríos Mátrona (Marne) y Sécuana (Sena). Y por último, limitan al este con Germania, en el Rin. Encontramos diversos pueblos en esta extensa zona. Los más importantes se hallan en el interior, como los heduos, que son los más poderosos y además aliados de Roma, o los senones, boyos, mandubios, parisios, lexovios, lemovices, arvernos, bituriges, aulercos, secuanos, carnutes, leucos, tréveros, helvecios, etc. En concreto, los boyos y los senones habían cruzado los Alpes en el pasado y se asentaron en Italia. Los senones en una ocasión incluso lograron entrar en Roma, aunque se marcharon tras pagar un rescate. Ambos pueblos, fueron posteriormente empujados al norte, a la Galia Cisalpina, y después con la conquista de éste, cruzaron los Alpes y se asentaron allí.

También debemos mencionar los pueblos más costeros, que se situaban en la zona de la actual Bretaña, conocida entonces como Aremórica. Eran de origen celta, y usaban las numerosas penínsulas que había a lo largo de la costa como fortalezas. Entre ellos, los más fuertes eran los vénetos, que poseían una importante flota en el Atlántico. También encontramos a los venelos, osismos, pictones, sántonos, venelos, andes, redones y coriosolites.

Por último, tenemos a Bélgica, donde habitaban los belgas, que no eran celtas, sino germanos que habían cruzado antaño el Rin para asentarse en la Galia. Sus límites abarcan desde el río Rin hasta el Sena y Marne. Se trata de un pueblo muy belicoso, debido a su origen germano, y es por ello que presentarían una férrea resistencia a la invasión romana. De entre ellos, los más relevantes son los remos, suesiones, nervios, eburones, atrebates, ambianos, atuáticos,  y belóvacos. También, situados más a la costa, tenemos a los mórinos y menapios.

Éste es el panorama al que se enfrentará Julio César a la hora de acometer tamaña hazaña, conquistar y pacificar toda la Galia. Ése era el cometido principal por el que César será recordado por los siglos de los siglos. Bien, empecemos pues…

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