domingo, 2 de diciembre de 2012

La guerra contra los helvecios y Ariovisto


Corría el año 58 a.C., y César ya estaba preparado para realizar una campaña de conquista sobre la Galia. Ahora lo que necesitaba era un casus belli, un motivo para entrar en la Galia, y ese motivo se lo proporcionaría el pueblo helvecio.

Los helvecios estaban asentados en la actual Suiza, limitaban con los germanos al este. El territorio que ocupaban era bastante pequeño para su considerable tamaño, y tenían expectativas de grandeza. Por otro lado, la cercanía de los germanos y su amenaza era un motivo más que les llevó a abandonar sus tierras. Su objetivo era marchar al oeste y buscar algún otro lugar en la Galia donde asentar a aproximadamente 380.000 personas.

Abandonaron sus hogares, y quemaron sus aldeas y ciudades, para evitar tener la tentación de volver atrás. No obstante, tenían un problema, su territorio estaba muy aislado del resto, y sólo había dos caminos para salir. Uno a través del río Ródano, cruzando la Provincia romana, y otro por un estrecho y peligroso paso de montaña a través del territorio de los sécuanos.

Los helvecios optaron por la primera opción. Cuando César tuvo noticia de esto, marchó inmediatamente a la frontera. Los helvecios solicitaron el paso a través de la Provincia, pero César lo niega en rotundo. Entonces, ellos responden intentando cruzar el río por la fuerza, sin éxito debido a las numerosas fortificaciones que había construido César.

Los helvecios desisten y se deciden a cruzar el territorio de los sécuanos. Éstos permiten su paso, y ponen rumbo al oeste. Llegan a territorio de los heduos, amigos de Roma, y devastan sus tierras. Los heduos piden ayuda a César, y éste toma sus legiones y se lanza a perseguir a los helvecios. Éstos se hallaban cruzando un río, cuando César aparece y logra destruir a una cuarta parte de ellos, que aún no había cruzado el río, mientras el resto se hallaba al otro lado sin poder socorrerles. César continúa su persecución, pero hace un alto en el camino en la ciudad de Bibracte para obtener alimentos para sus soldados, proporcionados por sus aliados heduos. Es entonces cuando los helvecios se giran y se disponen a atacar a César. Él forma a sus tropas, y les planta batalla, y pese a los esfuerzos helvecios, los romanos se imponen y les infringen una amarga derrota. Los supervivientes huyeron hacia el norte, hacia territorio de los lingones, donde, impulsados por el hambre y el cansancio, deciden rendirse. César les ordena que regresen a sus tierras, y así lo hacen.

Tras esta exitosa campaña, se convoca una asamblea de toda la Galia, a la que acude César. Allí, los heduos y sécuanos, entre otros pueblos, piden ayuda a César para hacer frente a Ariovisto.

Ariovisto era un rey suevo (tribu germana) que cruzó el Rin, en torno al 60 a.C., junto con otros pueblos germanos, instigado por los arvernos y sécuanos, que querían derribar la supremacía de los heduos en la Galia. Se apropiaron de una parte del territorio de los sécuanos, y derrotaron en combate a los heduos, pidiéndoles un tributo a cambio de no atacarles. Durante dos años, los sécuanos, heduos y otros pueblos galos sufrieron la crueldad de Ariovisto, y por ello pedían ayuda a César.

César atendió a estas súplicas y pidió una entrevista con Ariovisto, a lo que él se negó, e instó a César a que fuera él quien fuera a verle. Él así lo hizo, y tomando sus tropas avanzó sobre el territorio de los sécuanos al encuentro de Ariovisto. Ambos se entrevistaron, y César hizo le hizo llegar las peticiones de los galos, pero Ariovisto apelaba al derecho de guerra de hacer su voluntad con los vencidos. En medio de la entrevista, los guardias de Ariovisto atacaron a los de César, con este hecho, dio él por concluida la entrevista, y decidió que era momento de atacar al ejército suevo.

César avanzó con sus legiones y se enfrentó a Ariovisto en los Vosgos, situado a la actual Alsacia. Las seis legiones de César hicieron frente a los temibles guerreros germanos. La batalla resultó ser un éxito, y las bajas germanas eran incontables. Los supervivientes huyeron, y cruzaron como pudieron el Rin, entre ellos Ariovisto.

Así, con la Galia pacificada, llegó el invierno, y César debía prepararse para lo que sucedería el próximo año, estén atentos…

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