martes, 27 de agosto de 2013

La caída del Imperio Romano

Honorio se quedó con el Imperio occidental y Arcadio con el oriental. Tras la muerte de Teodosio, los visigodos dieron su pacto por terminado, y al mando del rey godo Alarico, se encaminaron al sur, a saquear la zona de Tracia y Grecia. Es en ese momento cuando se alza el general Estilicón, de origen vándalo, que fue el penúltimo de los grandes generales de Roma. Marchó contra Alarico y le derrotó en el 397. Aunque Alarico escapó y logró firmar una breve tregua con él. Además, Estilicón frenó una intentona de invasión de vándalos, su propio pueblo. En el 401, la tregua con Alarico acabó, y éste se dirigió hacia Italia, pero Estilicón se le interpuso y le frenó en las batallas de Verona y Pollentia. Los visigodos estaban a raya, aunque dentro del Imperio. En el 405, el general hizo frente con éxito a una incursión de suevos.

Sin embargo, esta racha de victorias había llegado a su fin. En el 406, una invasión masiva de suevos, vándalos y alanos cruzó el Rin y penetró en la Galia, en gran parte presionados por los hunos, sin que nadie pudiera hacer nada, pues Estilicón fue declarado enemigo público por el emperador, fue hecho prisionero y ejecutado posteriormente. Honorio, desde su sede imperial en Rávena, era espectador impotente de cómo su imperio se deshacía igual que un castillo de arena cuando sube la marea. Las hordas germánicas, después de permanecer un tiempo en la Galia, se trasladaron a Hispania, donde los suevos se asentaron en Gallaecia, los alanos en el centro peninsular, y los vándalos en la Bética. Sólo la Tarraconense seguía siendo territorio romano de facto.

En el 408, Alarico se puso en marcha, y llegó hasta las mismísimas puertas de Roma, se trataba de la primera vez desde la famosa invasión de Aníbal, que un ejército extranjero contemplaba las murallas de Roma. Tras un largo asedio, Alarico y el Senado llegaron a un acuerdo para pagarle a él un tributo. Así, el rey godo abandonó la ciudad. Pero Honorio se negó a pagar dicho tributo, y Alarico regresó y retomó las labores de asedio. Finalmente, en el 410, la ciudad de Roma cae, y sus habitantes fueron víctimas de la furia de las hordas visigodas. La ciudad fue sometida a un brutal saqueo. Aquello supuso un duro golpe a la moral romana, pues el corazón de su Imperio había sido mancillado. 


Tras esto, siguieron al sur, y la muerte le sorprendió a Alarico. Se cuenta que desviaron el curso de un río, le enterraron en su lecho, y luego restablecieron el río por su curso original, para que su tumba jamás fuese encontrada. Su cuñado Ataúlfo le sucedió en el trono, y llegó a un acuerdo con Honorio, los visigodos se establecerían en el sur de la Galia y servirían a Roma. De este modo, se creó el reino visigodo de Tolosa. En el 427, los visigodos, al mando del rey Teodorico entran en Hispania y expulsan a los vándalos y alanos hacia África. Sólo quedaban los suevos en Gallaecia, el resto de la península formó parte del reino visigodo de Toledo. La expulsión de vándalos y alanos trajo consigo la desgracia de Cartago, que fue tomada en el 439 por estos bárbaros, y se convirtió en sede de su nuevo reino, dedicado a la piratería.

Otros pueblos también cruzaron el Rin, como los francos, que se establecieron en el norte de la Galia, y los burgundios, que se establecieron alrededor de Lyon. Además, los romanos abandonaron Britania, que fue ocupada por tribus de sajones, anglos y jutos. El poder del emperador de occidente ya era meramente anecdótico, mientas que en oriente, Arcadio resistía a duras penas. En el 408 murió y fue sucedido por Teodosio II. Por aquella época, el Imperio oriental sufría graves ataques por parte de los hunos.

En el año 423, Honorio murió, y fue sucedido por Valentiniano III. Durante su reinado se alzó el último de los grandes generales de Roma, Flavio Aecio. Éste había tenido una brillante carrera militar, al lograr derrotar en numerosas ocasiones a visigodos y burgundios durante las décadas de los 30 y 40. Atila, rey de los hunos, invadió el Imperio oriental en el 443. Había conquistado numerosos pueblos germánicos, y su imperio comprendía todo el territorio desde el Rin hasta el Volga. Llegó hasta las puertas de Constantinopla, pero fue incapaz de tomar la ciudad por la falta de maquinaria de asedio, y firmó una tregua con Teodosio a cambio de un tributo. No obstante, las miradas de Atila no tardaron en posarse sobre el Imperio occidental. Pidió en matrimonio a Honoria, hermana del emperador Valentiniano, y estableció como dote la mitad del Imperio occidental. El emperador negó en redondo esta petición, y Atila preparó a sus hombres para marchar a Occidente en el 450. En su camino se interponía un solo hombre: Flavio Aecio.

Atila cruzó el Rin y se internó en la Galia. Aecio se propuso detenerlo, para lo cual, firmó un gran pacto con el rey de los visigodos Teodorico, y juntos le hicieron frente, además de pequeños contingentes de burgundios, francos, alanos y demás pueblos que se les unieron. Toda esa alianza presentó batalla en el 451, en los Campos Cataláunicos, donde murió el rey Teodorico. Allí Atila fue duramente derrotado. Pero al año siguiente regresó y penetró en Italia. Tras la muerte de Teodorico, los visigodos no ayudaron a Aecio, por lo que no pudo detener aquella tormenta. Atila saqueó toda Italia y se presentó ante las puertas de Roma. El fin era inminente, pero antes de tomar la ciudad, el papa León I tuvo una entrevista con Atila. No se sabe qué pudo decirle el papa, pero el rey huno tomó a todos sus hombres y abandonó las fronteras del Imperio. Al año siguiente, murió por causas aún no claras. Entonces, su imperio se derrumbó y dejó de ser una amenaza. Aecio murió en el 454 por orden del emperador, y al año siguiente fue el propio emperador quien encontró la muerte.

Éste había sido el último suspiro de Roma, que pervivió unos pocos años más, moribunda. La figura del emperador era una mera pantomima al arbitrio de los distintos caudillos bárbaros que surgían. En el 475, gobernaba Julio Nepote, pero fue derrocado por el general Orestes, quien puso en el trono a su hijo, Rómulo Augústulo, con solo 14 años de edad. Aunque era su padre quien gobernaba de facto. Al año siguiente, una tribu de hérulos al mando de Odoacro apareció, y exigió a Orestes la tercera parte de Italia. Orestes declinó esta posición, y la reacción del caudillo hérulo no se hizo esperar. Marchó hacia la sede imperial de Rávena, depuso a Rómulo y asesinó a Orestes. Odoacro se proclamó rey de Italia. Mientras Zenón, emperador oriental, no hizo nada al respecto. Esa fecha, año 476, se considera oficialmente como el fin del Imperio Romano de Occidente.





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