jueves, 11 de julio de 2013

Antonio y Octavio

En el invierno del 41 a.C., Antonio navegó a Alejandría, donde se encontró con Cleopatra, y ambos se convirtieron en amantes, cosa que no fue bien vista en Roma, y sobre todo, por Octavio. Cleopatra quedó embarazada y tuvieron dos gemelos que se llamarían Helios y Selene.

A pesar de que el bando republicano estaba derrotado, aún quedaban algunos fuegos por apagar. Sexto Pompeyo había logrado reunir una flota y se hizo con el poder de Sicilia. Se dedicó a piratear a los barcos que traían grano a Roma, por lo que la ciudad comenzó a pasar hambre. Y por si eso fuera poco, la esposa de Antonio, Fulvia, con la ayuda de su hermano, Lucio Antonio, se rebelaron en el 41 a.C., con la intención de fijar a Antonio como líder absoluto del Imperio. Se hicieron fuertes en la ciudad de Perusia, que sería sometida a asedio por Octavio. La ciudad cayó al año siguiente. Como consecuencia, Octavio decidió firmar la paz con Antonio, y le entregó en matrimonio a su hermana Octavia.

El matrimonio entre ambos no era más fachada que otra cosa, y Antonio la envió de vuelta a Roma, y él se estableció en Alejandría, casándose con Cleopatra, antes siquiera de divorciarse de Octavia. 

En el 36 a.C., Octavio logra finalmente retomar Sicilia y destruir la flota de Sexto, quien huyó a Oriente para ser capturado y posteriormente ejecutado por Antonio. Pero el Triunvirato se enfría poco a poco. Lépido, cansado de estar a la sombra de Octavio y Antonio, decidió tomar Sicilia, pero Octavio acudió rápidamente y convenció a sus legiones de que se evitara la guerra. Así, Lépido tuvo que rendirse y aunque fue perdonado, Octavio le despojó de todo su poder de triunviro. Ahora el Imperio sí que estaba en poder de aquellos dos hombres, y que sus diferencias volvieran a hacer estallar una guerra era cuestión de tiempo.

Finalmente, en el 33 a.C. terminó el tiempo de mandato de los triunviros, lo que conllevó una ruptura abierta de las relaciones entre Octavio y Antonio. Éste último, se divorció de Octavia, y redactó un testamento donde repartía su Imperio entre sus dos hijos, Helios y Selene, y el hijo de César, Cesarión, lo que fue una ofensa para Octavio. Durante todo aquel año no hubo hostilidades, pero sí una guerra fría, en la que Octavio se dedicaba a atacar constantemente la imagen de su rival.


Ya en el 32 a.C., el Senado aprobó la guerra contra Antonio y Cleopatra, dando comienzo así a la cuarta y última guerra civil romana. Pero el primer encuentro entre ambos no se produciría hasta el año siguiente. Antonio estaba con su ejército en Grecia, en las inmediaciones de Actium. Octavio llegó con su flota y sometió a Antonio a un largo bloqueo. Hasta que Antonio decidió romper el bloqueo. Antonio y Cleopatra lograron escapar, con algunos barcos, pero la mayoría fueron capturados o hundidos. Tras esta derrota, a Antonio no lo quedaba otra que regresar a Alejandría.

En el 30 a.C., se produciría la batalla final. Octavio desembarco en Alejandría y puso sitio a la ciudad. Ante su inminente derrota, Antonio volvió su espada contra sí, y puso fin a su vida. Entonces, Cleopatra comenzó a negociar con Octavio, pero sus condiciones eran muy duras y tuvo que rechazar. Días después del suicidio de Antonio, Cleopatra se dejó morder por una serpiente, y abandonó este mundo. Cesarión fue asesinado por orden de Octavio, y Helios y Selene quedaron a cargo de Octavia.

Egipto se convertía ahora en la nueva provincia romana, y Octavio era el dueño absoluto del Imperio Romano. 

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