Cartago
Nova había sido un gran éxito, sí, pero no suficiente. Todavía quedaban tres
ejércitos púnicos en Hispania que había que derrotar. Escipión decidió que
tenía que atacar a Asdrúbal, antes de que se le unieran Magón y Giscón.
Un
año después de la conquista de Cartago Nova, año 208 a.C. Escipión tomó su
ejército y puso rumbo a Baecula, donde Asdrúbal había establecido su campamento.
Los enemigos tenían una gran ventaja debido a la superior caballería y a los
elefantes que poseían. Para poder vencer, Escipión debía evitar una
confrontación en campo abierto, donde los elefantes y la caballería podrían
maniobrar con eficacia, y atacar directamente el campamento púnico.
Primero
atacó con tropas ligeras, y luego lanzó el grueso de su
ejército por los flancos. El ejército cartaginés había sido mal organizado, y cedió a las
legiones de Escipión. Asdrúbal sabía que no había nada que hacer, de modo que empleó
la caballería y los elefantes para proteger la retirada del resto de sus
tropas.
Una
nueva victoria para Roma, que luego se tornaría en una pesadilla. Pues después
de la derrota, Asdrúbal, en vez de regresar con Magón y Giscón, marchó hacia el
norte, cruzó el Ebro, luego los Pirineos, después recorrió todo el sur de la
Galia, siguiendo el recorrido que hizo su hermano. Supongo que ustedes ya
pueden adivinar los planes de Asdrúbal, llegar a Italia y unirse a Aníbal.
En
el año 207 a.C., Asdrúbal emerge de entre los Alpes con un nuevo ejército. Además,
sus tropas son nutridas por un numeroso contingente de galos. Aquel año eran
cónsules Marco Livio Salinátor y Cayo Claudio Nerón. Nerón se encontraba
acampado en Apulia, cerca de la posición de Aníbal.
Aníbal,
cuando tuvo noticia de la llegada de su hermano, fue invadido por una inusual
alegría, pues después de tantos años recibía por fin los refuerzos que
necesitaba y que Cartago le negaba, además de que volvería a encontrarse con su
hermano tras más de diez años sin verse. Aníbal envió entonces un mensaje a su
hermano, proponiéndole juntar sus ejércitos en Umbría. Sin embargo, el
mensajero fue interceptado por Nerón, quien decidió que había que evitar a toda
costa que ambos hermanos se unieran.
Nerón
parte sigiloso de su campamento con parte de sus tropas, sin ser visto por
Aníbal, y se dirige hacia el norte, donde une sus fuerzas a las del cónsul
Livio. Juntos se enfrentan a Asdrúbal a orillas del río Metauro.
La
batalla al principio estaba muy igualada. Por la orografía del terreno, muchos
galos no pudieron entrar en batalla. Cuando los romanos lograron desplazar la
caballería enemiga, Nerón tomó sus tropas y rodeó las posiciones cartaginesas,
atacándoles por la retaguardia. La victoria fue total. El hermano de Aníbal
había sido fácilmente derrotado.
Aníbal
seguía en su campamento. Entonces, algo pasó. Los soldados murmuraban. Un objeto
había sido arrojado al interior del campamento. Aníbal fue a ver qué era. Se quedó
totalmente horrorizado cuando comprobó que aquel objeto era la cabeza
decapitada de su hermano. Aquello supuso un gran revés para Aníbal. No sólo
había perdido los refuerzos que tanto precisaba, sino que había perdido a su
querido hermano. La campaña de Italia se alargaba demasiado, y cada vez veía
más difícil ganar. Aún tenía a su hermano Magón, pero se hallaba en Hispania,
luchando contra Escipión, de momento estaba solo.
En
Hispania, todo marchaba viento en popa, durante ese año, Escipión se ganó la
lealtad de multitud de pueblos iberos, cuyos soldados engrosaron las filas de
su ejército. Conquistó varias pequeñas ciudades a lo largo del valle del
Guadalquivir. Magón, no pudo detener el avance romano, y retrocedió al sur.
Al
año siguiente, Magón y Giscón se habían reunido en Ilipa (cerca de Sevilla).
Escipión aprovecharía aquello para terminar la conquista de Hispania de una vez
por todas. Marchó hacia ellos y acampó frente a su campamento. Pasaron días sin
que sucediera la batalla. Lo que sí hacían, era salir ambos ejércitos de sus respectivos
campamentos y formar en orden, como con intención de presentar batalla, pasaban
horas así y luego volvían al campamento. Sólo sucedían pequeñas escaramuzas. Ambos
ejércitos adoptaban día tras día la misma formación. Los romanos, con las
legiones en el centro y las tropas iberas en los flancos. Los cartagineses
igual, con la infantería africana en el centro y las tropas iberas en los
flancos.
El
día que Escipión escogió para presentar batalla de verdad, hizo levantarse a
sus hombres muy pronto, y formar delante del campamento cuando apenas había
amanecido. Pero formaron al revés que de costumbre, las legiones a los flancos
y los iberos en el centro. Giscón, cuando vio que los romanos estaban en
formación de batalla, ordenó que sus tropas formaran también en el orden
habitual de batalla. Estaban ya formados cuando se percató de que los romanos
habían cambiado de formación. Pero ya no había tiempo para cambiar las
posiciones. Escipión atacó de manera peculiar, con su ejército en forma de
curva, con los flancos adelantados y el centro atrasado, justo al revés que Aníbal
en Cannas.
Cuando
atacó, las legiones de los flancos fueron las primeras en entrar en combate
contra los iberos fieles a Cartago. Los legionarios destrozaron del todo a
estas inexpertas tropas dejando desguarnecidos ambos flancos púnicos. Los africanos
del centro aún no habían entrado en combate, debido a que sus oponentes había
sido colocados más atrasados, pero ya no importaba, con los flancos destruidos
nada había que hacer. Las tropas de Magón y Giscón fueron arrasadas.
Aquella
batalla supuso el final del dominio cartaginés en Hispania. Sin apenas ya
tropas ni aliados, era imposible mantener la guerra en Hispania. Giscón huyó
precipitadamente de aquel país, ya en manos de los romanos. Magón hizo alguna
intentona de reconducir la situación, pero fracasó. Tuvo que retirarse también
del país, y se fue a Baleares a reclutar un ejército para reforzar a Aníbal.
Escipión
regresó a Roma investido de gloria por el enorme éxito que había logrado en
Hispania, y por ser el único general romano que había dado a Roma tantas
victorias en aquella nefasta guerra.
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