martes, 21 de agosto de 2012

La caída de Cartago

De nuevo nos encontramos con Roma y Cartago en guerra. Sin embargo, esta guerra iba a ser muy distinta a las anteriores, sería una guerra corta que se reduciría únicamente al asedio de Cartago. No nos encontraremos ni épicas batallas campales, ni largas expediciones.

Después de la declaración de guerra del año 149 a.C., los cónsules Manilio y Censorino pusieron rumbo a la capital púnica. Contaban con cuatro legiones, más de 40.000 hombres. La ciudad estaba muy bien defendida. Se levantaba sobre una península. El istmo de tierra estaba protegido por una triple línea de defensa, mientras que la parte que daba al mar estaba más desprotegida, había una muralla simple. El hombre que comandaba la defensa de la ciudad era un tal Asdrúbal el Beotarca.

Durante todo el año, ambos cónsules realizaron varios ataques sobre la ciudad, todos ellos infructuosos. Con ellos se encontraba el tribuno Escipión Emiliano, nieto adoptivo de Escipión Africano, cuya brillantez militar les había salvado del desastre en numerosas ocasiones. Era buen estratega y valiente luchador. Sus acciones servían en Roma de consuelo ante tantos fracasos. Para colmo, un ejército púnico situado fuera de la ciudad, les entorpecía a los romanos las labores de asedio y de recolección de alimentos para los legionarios.

Ya en el año 148 a.C., las cosas no mejoraban. Paralelamente al asedio de Cartago, se intentó asediar otras ciudades del norte de África, sin éxito. Los cartagineses tenían muy alta su moral, con esperanzas de poder ganar la guerra. Aquel año, Escipión Emiliano regresó a Roma para presentarse a las elecciones del año siguiente, siendo finalmente elegido cónsul y se le concedió el mando de la guerra en África. También ese año murió el rey Masinissa, que dejó Numidia a sus hijos.

Así, en el año 147 a.C., Escipión regresó y se hizo cargo de las tropas. Fue entonces cuando se empezaron a conseguir notables éxitos. Mandó construir una empalizada a lo largo del istmo para evitar que los cartagineses pudieran salir a por alimentos. También se bloqueó la entrada del puerto de Cartago. No obstante, los defensores eran ingeniosos, dado que tenían bloqueada la entrada, abrieron una brecha en un lateral del puerto comercial para tener una salida al mar, y construyeron algunos barcos de guerra para atacar a la armada romana.

De hecho, hoy en día esa brecha todavía es visible en la costa. En esta imagen de Google Earth he marcado con azul el contorno de los puertos militar y comercial, en rojo la entrada principal del puerto, bloqueada por los romanos, y en verde la brecha abierta por los cartagineses.


Y así se hizo, aunque no consiguieron ningún éxito notable contra la armada romana. El hambre estaba empezando a acosar la ciudad. Además, en el exterior, el ejército que estaba hostigando a los romanos, fue finalmente aniquilado por Escipión.

Para el año siguiente, 146 a.C., Escipión preparó su ataque final. Los romanos entraron a través del puerto militar matando a los ciudadanos que se interponían en su camino. Llegó un momento en que ya la ciudad estaba perdida, sólo resistía la ciudadela de Byrsa, que finalmente se rindió. Los habitantes que sobrevivieron fueron hechos esclavos, y la ciudad fue arrasada hasta los cimientos. Terminó así la tercera guerra púnica, en apenas cuatro años.

Escipión volvió a Roma y celebró su triunfo. Era un día glorioso. Cartago al fin había dejado de ser una amenaza, y lo había hecho el nieto de Escipión Africano. Ahora África era la nueva provincia romana. También era motivo de júbilo por muchas otras cosas. Dos años antes había finalizado la cuarta guerra macedónica, quedando Macedonia como provincia. Y también aquel preciso año, 146 a.C., se produjo la destrucción de Corinto. Este acto dejó definitivamente a toda Grecia como vasalla de Roma.

El nuevo imperio se extendía por muchos lugares. Poco después Escipión conquistaría la ciudad de Numancia, asestando un duro golpe a la resistencia ibera en Hispania, el rey Átalo II dejaría el reino de Pérgamo en herencia a la República romana, Pompeyo conquistaría Siria, Julio César haría lo propio con la Galia y Egipto… Pero eso es otra historia…




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