El
futuro de Roma estaba en juego, no había tiempo que perder. La pérdida de Capua
y de todo el sur de Italia supuso un duro golpe del que debían sobreponerse
rápidamente.
Todavía
podían evitar la pérdida de Nola, otra ciudad campana, que se estaba planteando
pasarse al bando cartaginés. En medio de esta situación, surgió el pretor Marco
Claudio Marcelo. Tomó un contingente y marchó hacia Nola. Una vez dentro de la
ciudad se aseguró de quitarles de la cabeza esa idea de cambiarse de bando. Estos
hechos llegaron a oídos de Aníbal, quien marchó hacia la ciudad y la atacó.
Marcelo se defendió con valentía, y logró hacer retroceder al cartaginés. Por primera
vez, se había conseguido una victoria frente a Aníbal. A pesar de que era una
pequeña victoria, reavivó la moral romana.
Al
año siguiente, 215 a.C., Roma sufrió algunos contratiempos. Se produjo la
famosa alianza entre Aníbal y Filipo V de Macedonia. Por aquel entonces, Roma
poseía un protectorado en las costas de Iliria. Filipo V debería tomar el
protectorado, cruzar el Adriático unirse a Aníbal contra Roma. Se inició así la
primera guerra macedónica, que transcurriría en paralelo a la segunda guerra
púnica. El Senado envió refuerzos a Iliria con el objetivo de mantener ocupado
a Filipo V y evitar que desembarcase en Italia. Por suerte, el rey macedonio
resultó ser un aliado bastante inútil, pues los romanos resistían valientemente
los ataques macedónicos. Posteriormente, se establecería una alianza entre Roma
y la Liga Etolia, para reducir al común enemigo, Filipo V.
Por
otra parte, este año tampoco estaría exento de la muerte de un cónsul en
batalla. El cónsul Postumio se dirigía hacia el norte, hacia la Galia
Cisalpina. Allí los galos le tendieron una emboscada, murió él con el resto de
sus soldados.
En
Hispania, los hermanos Escipión estaban consiguiendo grandes logros. Derrotaron
a Asdrúbal en la batalla de Dertosa, cerca de la desembocadura del Ebro. Los hermanos
avanzaban por Hispania. Se trataba de uno de los pocos consuelos que tenía Roma
viendo todo el cúmulo de desastres que estaba resultando ser aquella guerra.
En
Sicilia, la reciente muerte de Hierón II de Siracusa, provocó que esta ciudad
se rebelara contra Roma, y pactaron con los cartagineses. Algo que los romanos
no podían tolerar. En el año 214 a.C., Marcelo fue nombrado cónsul, y acudió a
Siracusa para asediarla. Esta tarea sería más difícil de lo que en un principio
parecía. La ciudad poseía unas defensas formidables, y estaba levantada sobre
una península, protegida por el mar. Además de esto, se encontraba en la ciudad
Arquímedes, que inventó muchos artilugios con los que desbaratar los sucesivos ataques
romanos que sufría la ciudad. Por ejemplo, hizo construir grandes espejos para concentrar
los rayos del Sol en las naves romanas que cercaban la ciudad, haciendo que
éstas se incendiasen. La verdad es que pasaron muchas penurias asediando
aquella condenada ciudad. Tardaron dos años en tomarla por la fuerza, y unos meses
más en tomar la ciudadela. Marcelo dio orden de capturar a Arquímedes con vida,
pero en contra de sus órdenes, fue asesinado durante el saqueo de la ciudad.
En
el año 213 a.C., Aníbal se fija como objetivo Tarento, una ciudad situada en la
costa del sur de Italia, que seguía fiel a Roma, gracias a la guarnición romana
que protegía la ciudad. Aníbal necesitaba un puerto como el de Tarento para
recibir refuerzos de Cartago. Logró llegar a un acuerdo con un tarentino para
conseguir que le abrieran las puertas. Las tropas cartaginesas entraron en
tromba a la ciudad, y los romanos se retiraron a la ciudadela. Aníbal había
tomado la ciudad, pero no del todo. Pues aquella ciudadela aún resistía.
Un
año después, 212 a.C., fueron elegidos cónsules Fulvio Flaco y Apio Claudio,
que unieron sus fuerzas para asediar Capua. Algo que estaba costando muchas
vidas. Envió Aníbal una fuerza de caballería que logró expulsar de allí a los
romanos. Pero al año siguiente ambos volvieron a asediar Capua. A Aníbal se le
ocurrió una idea. Marchó hacia el norte, directamente contra Roma. Con el
objetivo de provocar una batalla campal frente a Roma. Fue un momento de
histeria colectiva, Aníbal a las puertas de Roma. El general cartaginés
confiaba en que el miedo que causaba su nombre entre los romanos, hiciera que
los generales que asediaban Capua acudieran en ayuda de Roma. Sin embargo,
Aníbal subestimó el espíritu romano. Sólo acudió Fulvio Flaco con una parte de
las tropas, mientras el resto seguía asediando Capua. Por otra parte, también
se encontraban las legiones urbanas. Con tantas defensas, Aníbal no tenía nada
que hacer, y se retiró al sur. Capua cayó en manos romanas, y los ciudadanos
pagaron un alto precio por su traición. Capua debía de ser el ejemplo de lo que
les pasaría a los italianos si decidían unirse a Aníbal.
Aquel
mismo año, 211 a.C., los Escipiones emprendieron una gran campaña en Hispania. Decidieron
dividir sus fuerzas. Publio Escipión marchó hacia el interior, y Cneo Escipión
marchaba por la costa. Publio llegó a las cercanías de la ciudad de Cástulo
donde fue derrotado por Magón y Giscón. Murió en el campo de batalla.
Cneo
no tuvo mejor suerte. Cuando se iba a enfrentar a las tropas de Asdrúbal en
Lorca, las tropas iberas aliadas que protegían sus flancos desertaron, dejando
solas a las legiones. La batalla era totalmente desigual. Cneo escapó con todos
los hombres que pudo, pero quedó atrapado entre los ejércitos de Asdrúbal,
Magón y Giscón. Murió poco después de haberlo hecho su hermano.
Nuevas
y nefastas noticias llegaban a Roma, especialmente para Escipión hijo, su tío y
su padre habían muerto en Hispania. Aquello no sólo suponía la consecuente
pérdida de hombres que implicaba una batalla. Ahora Asdrúbal tenía casi
expedito el camino para llevar refuerzos a Aníbal en Italia. Demasiada gente
había muerto ya en aquella guerra, y aun así Roma seguía empecinada en ganar la
contienda, costara lo que costara. No había otro camino posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario