Escipión
era el hombre más popular de Roma, gracias a sus épicas victorias en Hispania.
Todo este prestigio le permitió acceder al consulado en el año 205 a.C. Pero no
iba a detenerse ahí, todavía le quedaba algo por hacer, debía derrotar a
Aníbal. Sin embargo, eso no iba a ocurrir en suelo italiano, sino en suelo
africano, debía llevar la guerra a África.
Aquello
era sin duda una locura sin precedentes, nadie pensaba que fuera a conseguirlo.
Si no, está el ejemplo de Régulo, que fracasó estrepitosamente en su intento de
invadir África. Aun así, Escipión estaba empecinado en ir a África y logró que
el Senado le permitiera reclutar voluntarios en Italia y llevarlos a Sicilia,
donde podría tomar el mando de las legiones de Cannas, que aún se encontraban
allí desterradas.
De
esa manera, en Italia logró reclutar unos 7.000 voluntarios, y los
llevó inmediatamente a Sicilia, donde unió sus tropas a las legiones allí
acampadas. Durante todo aquel año, Escipión se dedicó a entrenar a su ejército
para la dura tarea que iba a suponer invadir África.
Para
Roma, nuevas amenazas aparecían por el frente. Magón, había reclutado un
ejército de baleares y había desembarcado en Liguria. Con esto, volvía la
posibilidad de que marchara al sur a unirse con Aníbal. No había tiempo que
perder, había que llevar cuanto antes la guerra a África. Aunque no todo eran
malas noticias, aquel mismo año, se firmó la paz con Filipo V, dando por
concluida la primera guerra macedónica.
Al
año siguiente, Escipión preparó sus tropas y partió desde Lilibeo. Sin
encontrar resistencia alguna de la armada púnica, llegaron a divisar la costa
de África. Desembarcaron al norte de Cartago, y Escipión nada más llegar, puso
sitio a la ciudad de Útica.
Al
este de los dominios cartagineses, se encontraba la tierra de Numidia, que
sería una pieza clave en el final de la guerra. El país estaba disputado entre
Sífax, que gobernaba la parte occidental, y Gaia, que gobernaba la parte
oriental. Sífax era aliado de Roma y enemigo de Cartago, mientras que Gaia era
aliado de Cartago, y de hecho, su hijo Masinissa combatía en Hispania contra
los romanos. Cuando los cartagineses fueron derrotados en Hispania, Masinissa
se pactó con los romanos. Su padre Gaia murió, y su reino fue atacado por las
tropas de Sífax, desplazándole hacia el este.
Sífax
se había casado con Sofonisba, la hija de Giscón, y ella, con sus encantos de
mujer, logró Sífax fuera cambiando de opinión respecto a los romanos. Cuando
Escipión desembarcó, Sífax le declaró formalmente la guerra, y Masinissa acudió
a donde Escipión, para reafirmar su compromiso con él, y luchar en su ejército.
El
asedio de Útica no estaba resultando salir bien para Escipión, y para colmo,
Sífax y Giscón avanzaban hacia él con sus tropas. Escipión tuvo que retirarse de
Útica y se refugió en una península que había fortificado.
Sífax
y Giscón le habían rodeado. Ya no había escapatoria. Y le triplicaban en
número, era imposible vencer. Entonces se le ocurrió a Escipión que la única
manera de vencerles era asaltar por sorpresa sus campamentos de noche. Así se
hizo, Sífax y Giscón fueron cogidos por sorpresa, y para cuando quisieron darse
cuenta su ejército ya estaba siendo masacrado. A duras penas pudieron huir
ambos.
Un
año después, 203 a.C., Escipión volvió a vérselas con Giscón y Sífax en la
batalla de batalla de las Grandes Llanuras. Escipión poseía un gran contingente
de caballería romana y númida comandados respectivamente por Lelio y Masinissa.
En el bando opuesto, Giscón y Sífax pusieron en el centro a mercenarios iberos,
y en los flancos a guerreros cartagineses y númidas.
Allí,
la caballería de Lelio y Masinissa arrolló por completo a los guerreros
cartagineses y númidas. Sólo los mercenarios iberos, situados en el centro,
pudieron resistir con valentía a las legiones. Al ver esto, Escipión mandó a
los triarii de la retaguardia rodear
a los iberos y atacarles por la espalda. Así finalmente fueron aniquilados.
Sífax huyó hacia Numidia, fue perseguido y capturado por Lelio y Masinissa. Tras esto, Masinissa fue proclamado rey de
toda Numidia.
Esta
victoria, había demostrado la incapacidad cartaginesa de defender su propio
territorio, y que Escipión se había convertido en un nuevo Aníbal para Cartago.
Las nuevas que llegaban a Roma no podían ser mejores. Cartago estaba sumida en
el pánico, parecido a Roma después de Cannas. Al consejo de la ciudad no le
quedó alternativa, tuvieron que hacer volver a Aníbal de Italia, para que
defendiera su patria.
En Roma, ese mismo año estaban de luto. El veterano senador Quinto Fabio Máximo, que combatió en la primera guerra púnica, cuando era muy joven, y que en la segunda guerra sería una pieza clave, murió por causas naturales a la edad de 77 años. Era un hombre de Estado. Durante toda su vida y hasta sus últimos días, Fabio Máximo había servido con honor y lealtad, desde el Senado o desde el campo de batalla, a la República de Roma. Consiguió salvar a la ciudad de las crisis que siguieron a las derrotas de Trasimeno y Cannas, por ello, la República y toda Roma estarían siempre en deuda con él. Por desgracia, nunca vivió para ver la victoria de Roma.
En Roma, ese mismo año estaban de luto. El veterano senador Quinto Fabio Máximo, que combatió en la primera guerra púnica, cuando era muy joven, y que en la segunda guerra sería una pieza clave, murió por causas naturales a la edad de 77 años. Era un hombre de Estado. Durante toda su vida y hasta sus últimos días, Fabio Máximo había servido con honor y lealtad, desde el Senado o desde el campo de batalla, a la República de Roma. Consiguió salvar a la ciudad de las crisis que siguieron a las derrotas de Trasimeno y Cannas, por ello, la República y toda Roma estarían siempre en deuda con él. Por desgracia, nunca vivió para ver la victoria de Roma.
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