Después
de la derrota y muerte de los Escipiones en Hispania, Roma volvía a perder
esperanzas. Llevaban ocho largos años de guerra, y Aníbal permanecía invicto en
Italia. En medio de ese panorama se alzó el joven Publio Cornelio Escipión,
hijo y sobrino de los generales muertos en Hispania, para restablecer el honor
de su familia y de Roma.
Año
210 a.C., Escipión solicita ir a Hispania con refuerzos, para acabar lo que su
padre y su tío empezaron. El Senado, a pesar de la juventud de Escipión, le
concede tal petición. Es nombrado general de los refuerzos que se enviaban a
Hispania, que debían unirse a los supervivientes del desastre.
Escipión
embarca y se dirige hacia Tarraco (actual Tarragona), donde se habían refugiado
aquellos supervivientes, junto con Cayo Lelio, su hombre de confianza. Juntó ambas fuerzas y logró tener un considerable
ejército de poco más de 20.000 hombres. Allí hizo sus planes para arrebatar a
los cartagineses la península ibérica.
No
obstante, conquistar Hispania era más complicado de lo que en un principio
podía parecer. Había un total de tres ejércitos púnicos desplegados al sur del
Ebro, comandados respectivamente por Asdrúbal, Magón y Giscón. Entre todos, le
triplicaban en número, por lo que aquello parecía una locura. Además, se
hallaban los iberos, que era fieles a Cartago.
En
el año 209 a.C., Escipión da comienzo a su campaña contra Hispania. Lo más
esperable habría sido que el joven general hubiera marchado contra Asdrúbal,
que era el que se encontraba más cerca. Pero Escipión se caracterizaría por ser
muy imprevisible.
Tomó
su ejército, y a marchas forzadas llegó rápidamente a Cartago Nova, la capital
cartaginesa de Hispania. Los defensores de la ciudad se sorprendieron por esta
repentina aparición, pero no se preocuparon en absoluto. Asediar una ciudad con
unas defensas muy poderosas, como era el caso de Cartago Nova, era algo que
podía durar meses e incluso años. Tenemos varios ejemplos, como Lilibeo y
Drepana en la primera guerra púnica, y Capua, Siracusa y Sagunto, en la segunda
guerra. El prolongado tiempo que precisaría el asedio de Cartago Nova sería más
que suficiente para que llegara Asdrúbal y aplastara a Escipión. Sin embargo,
Escipión tenía otros planes en mente. Su idea era tomar Cartago Nova en pocos
días, antes de la llegada de Asdrúbal.
Cartago
Nova estaba edificada sobre una península. Al sur tenía la protección del mar,
y al norte tenía la protección de una laguna. El istmo esta guarnecido por una
inexpugnable muralla. Un nativo ibero le mostró a Escipión paso a través de la
laguna, que permitía vadearla y acceder a Cartago Nova.
La
ciudad fue atacada por tres frentes. El grueso de las tropas de Escipión atacó
la muralla principal por tierra. Otro contingente al mando de Lelio montó en navíos y atacó la
ciudad al sur por mar. Por último, una pequeña guarnición de soldados accedió a
través de la laguna a la muralla, que por aquel lado era más baja, sin apenas
ser vista.
Los
cartagineses, se sorprendieron cuando mientras luchaban contra las tropas de Escipión,
al mismo tiempo les atacaban por la espalda. Los romanos habían entrado en la
ciudad, ¿pero cómo? Aquello ya no importaba, lo importante era salvar sus
vidas. Los defensores de la ciudad estaban totalmente rodeados. Los legionarios
que habían entrado por la laguna, llegaron hasta la puerta, la desatrancaron y
dejaron que sus compañeros entraran en tromba a la atemorizada ciudad.
A
la mañana siguiente, la ciudad ya estaba en manos romanas. La población ibera
de la ciudad fue respetada, en un intento por Escipión de ganarse la lealtad de
los pueblos iberos del sur de Hispania.
Cartago
Nova fue conquistada en seis días. Asdrúbal no tuvo tiempo para socorrerla. La caída
de la capital cartaginesa fue un duro golpe que nadie se esperaba, ni siquiera
en Roma, donde las noticias fueron recibidas con júbilo.
Aquel
mismo año, Fabio Máximo era cónsul y dirigió a sus tropas para reconquistar
Tarento. Decidió usar la misma táctica que Aníbal, la traición. Logró que unos
ciudadanos brucios les permitieran traspasar la muralla a las legiones. Una vez
dentro, todo fue una masacre. También las tropas romanas que aún resistían en
la ciudadela de Tarento, salieron de su fortaleza y atacaron a los sorprendidos
cartagineses por la espalda. Fabio Máximo se mostró impío ante la ciudad, debía
dar ejemplo de lo que les pasaría a los traidores a Roma.
Aquel
fue en buen año para Roma. Se conquistaron Cartago Nova y Tarento. Los romanos
volvían a recuperar la moral y la fe en la victoria, pero no decían confiarse,
Aníbal todavía pisaba suelo italiano.
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