jueves, 2 de agosto de 2012

Aníbal Barca

Año 247 a.C., en plena guerra, se produce un acontecimiento histórico, nace Aníbal, hijo de Amílcar. Seis años después, su padre regresó a Cartago, una Cartago humillada y arruinada. Su poder naval estaba destruido. A pesar de que aún conservaban el gran puerto de Cartago, habían perdido el resto de sus bases en el Mediterráneo, que estaban ahora en manos de Roma. El apuro económico que estaban pasando llegó a tal extremo que ni siquiera podían hacer frente a las pagas que sus mercenarios reclamaban. Éstos se rebelaron contra Cartago, y Amílcar fue designado encargado de sofocar esta rebelión. Tras años de guerra, dicha rebelión fue aplastada.

Aun así, los problemas económicos no habían cesado. Y Amílcar comprendió que tal vez, la rica tierra de Hispania, pueda proporcionarles toda la riqueza que precisaban. Fue así como con un ejército, Amílcar partió de su patria y se dirigió hacia las columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar), para empezar una campaña militar contra Hispania. Aníbal, que tan sólo era un niño, acompañó a su padre, y nada más cruzar el estrecho, éste le ordenó hacer un juramento a su hijo. Ante el altar de Ba’al, Aníbal juró odio eterno a Roma. Un odio que probablemente ya le habría inculcado a su hijo con anterioridad, pero de esta manera, Aníbal tenía su destino atado a Roma. Amílcar no pudo vencer a los romanos en Sicilia, pero ahora convertía a su hijo en el instrumento de la venganza. Fue una losa que cargaría Aníbal por el resto de su vida.


Amílcar logró grandes conquistas en Hispania. Tomó las minas de plata situadas al sur de Hispania, en la zona de Turdetania, estas minas supusieron un gran flujo de riqueza hacia Cartago. Tras esto, avanzó por la costa derrotando a los iberos, y expandiendo hacia el este la nueva provincia púnica de Hispania. En un enfrentamiento contra una tribu ibera rebelde, cae Amílcar, uno de los mayores generales de Cartago. Durante la guerra en Hispania, Aníbal había permanecido junto a su padre, formándose como estratega militar, uno de los mejores de toda la historia.

Le sucede en mando su yerno Asdrúbal el Bello, quien consolidó las posesiones cartaginesas en Hispania. Ante la expansión púnica por la península ibérica, Roma decidió actuar, temerosa de una nueva guerra. Se firmó el tratado del Ebro, que establecía que los cartagineses jamás debían cruzar aquella frontera natural. Además de esto, Asdrúbal es famoso por la fundación de Cartago Nova (actual Cartagena) en el año 225 a.C., que se convertiría en la capital de los dominios cartagineses en Hispania. Cuatro años después, fue asesinado.

El encargado de sucederle fue Aníbal Barca. Fue su oportunidad para aplicar los conocimientos militares que había aprendido. Así, continuó la expansión hacia el norte, fijando la frontera a orillas del río Ebro. Destacan las campañas que realizó contra los carpetanos del centro de la península.


Ahora Aníbal poseía un gran ejército de mercenarios leales a él, toda una provincia rica en recursos y hombres para su ejército, y una importante base de operaciones en Cartago Nova. Había llegado el momento de saldar la deuda que tenía con su difunto padre, y hacer cumplir su juramento. Debía conseguir una guerra contra Roma. 

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