miércoles, 22 de agosto de 2012

Conclusión y despedida

Y aquí concluye mi relato sobre las guerras púnicas, a mediados del siglo II a.C. Éstas tuvieron un gran impacto sobre el Mediterráneo, supusieron la semilla del gran Imperio Romano. Cientos de miles de personas, la mayoría de ellas del bando romano, murieron en la guerra, porque Roma no aceptaba la derrota, iba a luchar hasta el final. Cartago, en ese sentido, era muy distinta a Roma. No le interesaba tanto la gloria militar, sino enriquecerse. Y si continuar una guerra iba a suponer pobreza y muerte para sus ciudadanos, era mejor pararla. Por eso decidió rendirse y firmar la paz de 241 a.C. y de 201 a.C.

De hecho, Aníbal no tenía en mente aniquilar totalmente a Roma, sino que se rindiera, como lo había hecho Cartago al término de la primera guerra púnica. Pero Aníbal no conocía bien el espíritu romano. Esperaba ingenuamente una rendición tras la batalla de Cannas. Los romanos sólo concebían una victoria absoluta o una derrota total. Para vencer a Roma, había que conquistar sus muros y reducir la ciudad a cenizas, no había otra manera.

¿Qué pasaría si Aníbal hubiese decidido marchar sobre Roma? Obviando el hecho de la carencia de material de asedio necesario, tomar Roma era complicado. Estaba defendida por una muralla levantada por el rey Servio Tulio, y detrás esperaban las dos legiones urbanas. Además, los ciudadanos no habrían quedado impasibles ante esta situación. Habrían tomado un arma para detener a Aníbal en las murallas, y luchar con honor hasta la muerte por la República.

El caso es que, ¿y si Aníbal lo hubiera conseguido, y la joven República de Roma hubiera sido aniquilada? Muchos especulan que habríamos tenido algo similar al Imperio Romano, pero con la capital en Cartago, el Imperio Púnico o algo así. Nuestra cultura derivaría de Cartago, nuestra lengua vendría del fenicio. Pero hemos de recordar que los cartagineses no tenían tanto ímpetu militar como los romanos. No me imagino un Imperio Púnico. ¿Y habrían podido ellos derrotar a Antíoco III y a su formidable ejército oriental y helénico? Tal vez no. Tal vez Antíoco hubiera derrotado a Filipo V, haciéndose con Macedonia y Grecia. Y avanzando hacia el oeste, hacia Italia, donde habrían de combatir contra Cartago y sus aliados italianos. Tal vez Antíoco hubiera conquistado Italia, luego Hispania, y puede que incluso hubiera terminado con Cartago. Entonces tendríamos un poderoso Imperio Seléucida, que nos dejaría como legado una cultura helenística, el idioma griego y tantas otras cosas.

Aunque esto no es más que Historia-ficción, jamás sabremos lo que hubiera pasado, sólo podemos hacer vagas elucubraciones. Sea como fuere, las cosas sucedieron como sucedieron, Roma venció a Cartago completamente.

Ya conocerán mi insistencia en que antes de las guerras, Roma no era más que una ciudad-estado con los dominios de Italia, y que después era un imperio en potencia. Y esto lo provocó Aníbal, lo que hizo tiene mucha importancia. Inculcó el miedo en los romanos, el miedo a la derrota, a ser aniquilados. Este miedo cambió el espíritu romano. Les hizo fuertes para afrontar a cuantos enemigos tuvieran. Atacaban fronteras ajenas para sentirse seguros y libres de enemigos, el miedo les hizo implacables. Aníbal fue a Italia con la intención de doblegar a Roma, y lo que consiguió fue convertirla en unos de los mayores imperios que haya habido sobre la faz de la Tierra. Fue Aníbal el gran impulsor del Imperio Romano, por paradójico que pueda parecer, y es que la Historia está llena de cosas así. Aníbal hizo mucho daño a Roma, y a la vez le hizo mucho bien. Él, al igual que muchos otros personajes, cambió el curso de la Historia.

Y esto es todo lo que puedo decirles acerca de este tema. No obstante, todo esto no es más que la punta del iceberg, hay muchos más datos que los que he proporcionado. No se limiten a Wikipedia, busquen libros. Yo debo mis conocimientos de las guerras púnicas a libros como “La caída de Cartago” de Adrian Goldsworthy, “Ab urbe condita” (libros XXI-XXX) de Tito Livio, “Escipión y Aníbal” de Giovanni Brizzi, “Una de romanos” de Carlos Goñi, y la gran trilogía de Santiago Posteguillo “Africanus, el hijo del cónsul”. Pero hay muchísimos más autores, como Theodor Mommsen, Apiano o Polibio.

Dejen que ellos les lleven a la piel de diversos personajes, Escipión, Aníbal, Fabio Máximo, Marcelo, Asdrúbal, Régulo, Amílcar, Lelio, Masinissa, Catón, etc. Y les hagan sentir la Historia de estos personajes, al igual que me la hicieron sentir a mí. Una Historia oscura y a la vez luminosa, llena de sangre, traiciones, pero también de honor y valentía. Atrévanse a meterse en este apasionante mundo de hace más de 2.000 años, que se halla extinguido y los libros son el único vestigio que tenemos de él.

Aquí me despido temporalmente de ustedes. Desde la destrucción de Cartago, ya quedan sólo poco más de 100 años de vida de la República, antes de que Octavio Augusto se corone primer emperador de Roma. Me gustaría contar la Historia de esos últimos 100 años, Graco, Mario, Sila, Pompeyo, Julio César, Catón, Marco Antonio, y finalmente Octavio Augusto. Veré si puedo hacerlo, ya que en Septiembre retomo mis actividades académicas y es muy posible que carezca de tiempo. Pero prometo que tarde o temprano volveré y les haré conocer la Historia de los últimos años de la República.

P.D.: Dejo aquí un vídeo hecho por mí, donde resumo la segunda guerra púnica.



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